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De comerciante a ‘amo’ de la política

En pocos años, Juan Carlos Martínez paso de vendedor de plátanos a senador con gran poder en la región.

18 de enero de 2011 Por: Redacción de El País

En pocos años, Juan Carlos Martínez paso de vendedor de plátanos a senador con gran poder en la región.

De la vida de Juan Carlos Martínez Sinisterra antes de ingresar en el mundo de la política poco se conoce. Se sabe que nació en Santa Bárbara de Timbiquí, hace 39 años, un 29 de enero de 1970.Su adolescencia la pasó en un taller de ebanistería haciendo muebles. A los 20 años se desplaza a Buenaventura donde trabaja en varios oficios: desde comerciante de plátanos, frutas y otros productos hasta dueño de un restaurante.La llegada de Juan Carlos Martínez a la política de Buenaventura fue tan silenciosa como su propio arribo a esta ciudad.Se estima que llegó a la ciudad finalizando la década de los 80 y se ubicó en varias actividades comerciales. Desde la ebanistería que había oficiado en su natal pueblo, hasta convertirse en un próspero comerciante de plátanos en las galerías de Pueblo Nuevo y Bellavista.Posteriormente, asumió las riendas del reconocido restaurante ‘El Sazón Timbiquireño’, ubicado en la Calle El Naranjito, en el centro de Buenaventura, dedicado exclusivamente a la venta de comida típica del Pacífico. Hasta allí llegaron muchos paisanos y dirigentes políticos con los cuales comenzó a hacer amistad y contactos que le servirán más adelante en su carrera política.Motivado por esas nuevas relaciones, en 1994 se lanzó como candidato al Concejo por el Partido Liberal, pero los resultados fueron de desilusión, pues sólo logró capturar 180 votos.“Fue una frustración para él y, además, una amarga enseñanza de que el voto local no le iba a ser fácil, tal como se ha venido demostrando en sus diferentes candidaturas, tanto a la Asamblea del Valle como al Senado”, dijo un dirigente conservador que como la mayoría de los consultados prefieren dejar su nombre en el anonimato.De su restaurante saltó luego al Hospital de Buenaventura, donde fue vinculado mediante contrato como funcionario de la Contraloría. Allí permaneció por espacio de un año, tiempo en el cual inicia contactos con la entonces secretaria de Salud del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro.“Políticamente trabajaba como una hormiguita, de allí que este insecto se constituyera en el símbolo del Movimiento Popular Unido, MPU”, señaló Ricardo, uno de sus seguidores.En 1998 es elegido la Asamblea del Valle por el liberalismo. Repite en el 2001 con el MPU, pero poco tiempo después declinó a su curul para avanzar en sus pretensiones de llegar al Congreso, sueño cumplido en el 2002, donde fue elegido con más de 50.000 votos.“En el 2006, ya como integrante del movimiento Convergencia Ciudadana, repite en el Senado con 62.077 votos, de los cuales en Buenaventura sólo obtuvo 5.008 sufragios, razón por la cual muchas veces decía que con los votos de esta ciudad nunca habría llegado al Senado”, indicó otro de sus allegados.No era el gran jefePara dirigentes políticos consultados, Juan Carlos Martínez no era el gran jefe político de Buenaventura, como lo fueron en su momento Néstor Urbano Tenorio o Eusebio Muñoz Perea.“De hecho, cuando apoyó a José Félix Ocoró, en su aspiración a la segunda Alcaldía, en el 2003, salieron derrotados por Saulo Quiñones.“Lo de Martínez, su ascenso, se da como una respuesta de la gente y de los dirigentes locales a la decepción reinante en el Puerto por las alcaldías de Édinson Delgado y José Félix Ocoró. Ya habían muerto asesinados Muñoz Perea y el mismo Fabio Grisales, entonces no había un dirigente que supliera esas necesidades de liderazgo”, señaló un ex candidato a la Alcaldía del Puerto.“Adquirió una buena fama entre la clase política porque era muy serio en sus compromisos y tomaba decisiones cuando había que tomarlas. Por ejemplo, cuando apoyó a Freddy Salas, quien fuera después asesinado”, dijo otro dirigente.Efectivamente, cuando se acaba el movimiento La Fuerza, del cual hacían parte Ocoró y Delgado, Martínez aprovecha ese vacío.“Pero no era el jefe por estatura política, sino por el manejo que tenía, el cual se hizo más palpable el año pasado con la elección de José Félix Ocoró como alcalde, al lograr sentar a seis de sus amigos en el recinto del Concejo por Convergencia Ciudadana, situación muy similar a la ocurrida en la Alcaldía de Cali, la Gobernación del Valle y muchas posiciones más en el Departamento”, indicó otro líder del Puerto.“Creció demasiado rápido, es que manejaba mucha plata y aquí se da una política de estómago (de pedir dinero a los políticos), por eso se dio su poder”, dijo un dirigente comunal del barrio La Independencia de Buenaventura.“Es que cuando llega ‘Juancho’ a Buenaventura, los alrededores del CAM se vuelve un hormiguero de gente, no sólo personas del común, sino de dirigentes políticos buscando su ayuda, sus recursos”, destaca otro de sus seguidores.No sabía expresarseEn principio, muchos políticos no lo tomaron muy en serio y hasta se burlaban de sus dificultades para expresarse. Pero trabajaba mucho y se dejaba enseñar. Fue, además, muy astuto en el manejo de las cosas políticas.El panorama ha cambiado y hay mucho temor en Buenaventura a la hora de criticar a Martínez, pues saben, y así lo han expresado, que “caer en desgracia con el Senador es morir políticamente, sino miren lo que le pasó al médico Saulo Quiñones, quien no pudo terminar su mandato cuando el senador le quitó el apoyo y quedó en manos de la Fiscalía”, señalan dirigentes.En lo que sí coinciden es que la captura de Martínez y su condena es la hecatombe política para Buenaventura y se ignora qué pueda pasar. Argumentan que el poder del Senador ha sido de tal dimensión que todo movimiento burocrático tiene que ser consultado con él.

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