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Colombianos que luchan en guerras ajenas

Nueve latinos del ejército español han muerto en misiones en el extranjero. Historias de valor.

3 de julio de 2011 Por: Diego Muñoz, corresponsal de El País España

Nueve latinos del ejército español han muerto en misiones en el extranjero. Historias de valor.

Hace tres años, cuando tenía 18, Leonardo Fabio Garcés iba todos los días a la guerra después de asistir al colegio. El arma que más le gustaba era un AK 47 que siempre se echaba a la mano junto a un AUG Especial que lo dejaba para batallas más largas y misiones de riesgo. No sabe cuántos alcanzó a matar ni cuántos le mataron. Desde el cómodo sillón de la sala de su casa en Madrid, se sentaba después de comer y jugaba dos horas con el Call Of Duty, en su X-Box 360. Era un soldado duro. En el ranking llegó a ocupar un lugar destacado. Se llamaba Goggetta. En el 2009 fue recibido en las Fuerzas Armadas de España y ya ha estado en misiones en Afganistán, donde hace unos días, murieron dos compañeros y cuatro resultaron heridos. Esa es la otra guerra, la real, en la que las heridas sangran y duelen de verdad.Cuando se sentaba a jugar a la guerra tuvo muchos amigos, algunos que nunca conoció de verdad, de nombres extraños o apodos como el The Killer 2, Snake, Phantom, el Justiciero. Hoy sus amigos son José Jeison y Kevin, con los que tiene algo en común: ser colombianos y tener menos de menos de 23 años. Los tres forman parte del contingente de soldados inmigrantes que engrosan las filas del ejército español, de los cuales el 90% es de origen latinoamericano, sobre todo, ecuatorianos, colombianos, bolivianos y argentinos.Con la última reforma del 2004, el Congreso español admitió que soldados extranjeros pudieran llegar a sus filas. Leonardo Fabio también coincide con sus amigos en que se han visto más de dos veces la película de Steven Spielberg, Salvar al soldado Ryan. Se la saben de memoria. Recitan los diálogos, conocen al detalle las imágenes... todo. Cuando la vieron por vez primera, -y esto también lo comparten-, sintieron un poco de miedo y tuvieron una idea clara de la vida que estaban dispuestos a llevar: la de soldado.El pasado verano, tras el entrenamiento básico y preparación para el combate real, a ellos se les hacía que las guerras seguían estando muy lejos, más porque España ha hecho énfasis en que sus misiones en los frentes donde participa con tropas son de carácter humanitario. Pocas veces entran en combate.Los soldados extranjeros han aportado el 9% de las víctimas españolas en las misiones de este país en el exterior. La última, la soldado de origen colombiano Niriyeth Pineda Marín, muerta en Afganistán tras el ataque de los talibanes con una bomba al carro de combate en el que viajaba con el sargento Manuel Argudin Perrino, quien también murió y otros seis soldados, entre ellos dos colombianos que resultaron heridos.“Es verdad, los soldados saben que son plazas muy arriesgadas, pero asimismo pagan mejor y a muchos es lo que les importa porque pueden ayudar a sus familias”, explica Javier García Fernández, director general de Reclutamiento.“Uno no lo sabe hasta que está en las trincheras y se da cuenta que salir de la base es jugarse la vida porque hay gente dispuesta a morir por hacerte daño. La guerra que hoy se hace es diferente a la de las películas, a los videojuegos, las de hoy son ataques sorpresas, atentados. Es lo que da miedo. La mayoría de soldados muertos en los últimos años han caído en atentados, un enemigo casi que invisible que puede estar en todas partes”, dice Jason. El 8 de julio del 2006 moría el primero de los soldados latinoamericanos enviados al frente, el peruano Jorge Arnaldo Hernández.El 24 de junio del 2007, seis “cascos azules” de la Finul, tres de ellos de origen colombiano -Jefferson Vargas Moya, de 21 años; Jackson Castaño Abadía, de 20 años, y Juan Erickson Posada, de 20 años-, murieron por una explosión al paso de su vehículo blindado cerca de Jiam, en el sur del Líbano.El quinto soldado latino muerto fue Stanley Mera Vera, de origen ecuatoriano, fallecido el 24 de septiembre del 2007 en Afganistán, junto al español Germán Pérez Burgos, también en un atentado.Después perdió la vida John Felipe Romero, de 21 años, colombiano, quien falleció el 1 de febrero del 2010. Luego le seguiría, hace unos días, la soldado de 31 años Niyireth Pineda Marín. Con ella suman 96 militares españoles muertos en Afganistán desde que la misión se desplegó en el 2002.No hay una cifra exacta de cuántos colombianos pertenecen a las Fuerzas Militares españolas, pero el número ronda los 800 en todas las armas, la Brigada Paracaidista (Bripac), el Ejército de Tierra, La Naval, etc. “En mi grupo, cuando nos llevaron la primera vez al batallón en Cáceres -dice Leonardo Fabio Garcés- de 300 que nos presentamos, quedamos al cabo de un mes unos 150 y de ellos, 40 éramos colombianos”.Para que un inmigrante se aliste en el ejército español debe proceder de alguno de los 19 países iberoamericanos, es decir, países con especiales vínculos con España, carecer de antecedentes penales y tener en vigor la tarjeta de residencia.Leonardo Fabio lleva nueve años en España, los últimos viviendo en Getafe, cerca de Madrid. Allí estudió y se dio cuenta de que lo suyo era el ejército, de eso hace ya dos años. “Siempre me gustó. Estaba pendiente de hacer una carrera militar, así que tan pronto cumplí los 18 años mandé la solicitud al Ministerio de Defensa y me salí de estudiar. Un mes después me llamaron para presentar las pruebas físicas en Madrid, en Atocha. Quedaron de darme la respuesta en 15 días, pero no me llamaron. El día antes de que venciera el plazo, me fui a Madrid. Y justo ese día llegó la notificación”.Entró al Batallón Aerotransportable de Infantería Ligera donde hizo los tres meses de adiestramiento. Estuvo cuatro meses en El Líbano y ha estado en Holanda para terminar un curso en guerra urbana, es decir, entrenamiento en modelos de ciudades como las de Afganistán.“Ha sido un entrenamiento duro, centrado en movimientos urbanos, porque esa es la guerra que nos espera, en medio de edificios y casas. En caso de combate, debemos actuar”. Los soldados españoles en Afganistán llevan un fusil de pasta dura HK G-36, similar al M-16, de menos de un metro de largo, con un cartucho para 30 balas y que pesa unos 6 kilos.ParacaidistaSebastián tiene 21 años y siempre quiso entrar al Ejército en Colombia. Dos de sus tíos son soldados de las Brigadas Móviles de la Contraguerrilla, con varios cursos de lanceros y paracaidistas.Cuando su familia se vino a España, a Bilbao, hace siete años, Sebastián tenía claro que iba a cumplir su sueño. Lo hizo. Es soldado de la Brigada Paracaidista (Bripac) y en un año logró lo que sus tíos hicieron en cinco: lanzarse en paracaídas.“Creo que es lo mejor que me ha pasado -dice desde su cuartel en Murcia- estoy feliz de estar aquí, creo que esto es lo que me gusta. Nunca combatiré contra Colombia, es claro, pero estoy listo para luchar al lado de los otros soldados españoles en cualquier parte del mundo”.Sebastián llega al cuartel a eso de las 7:00 a.m. y se va a las 5:00 p.m., como si fuera un trabajo cualquiera. Antes vivía en los barracones, pero su familia se fue a Murcia. “Tengo un amigo colombiano- agrega- que lleva cuatro años en la Bripac y ha combatido en Afganistán. Su motivación es tener la nacionalidad española y un sueldo de 1.300 euros al mes, ó 6.000, si las misiones son del alto riesgo”.Como todos los demás, se ha visto tres veces Salvar al soldado Ryan, pero lo que él saca de la película es otra cosa, que al final es uno el que vuelve. “Y todos quisiéramos ser ese, el que vuelve”.

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