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Ciudadanos se unen para enfrentar la inseguridad en los barrios de Cali

En Ciudad Capri habrá ronderos con moto; en Nueva Tequendama, frentes de seguridad; vigilantes de cuadra se capacitan. Reseña de esfuerzos colectivos.

30 de diciembre de 2012 Por: Redacción de El País

En Ciudad Capri habrá ronderos con moto; en Nueva Tequendama, frentes de seguridad; vigilantes de cuadra se capacitan. Reseña de esfuerzos colectivos.

Cali es una ciudad de gente que está cansada de que la roben. Los residentes del barrio Ciudad Capri, por ejemplo, piensan contratar ronderos en moto para que custodien las cuadras. Luz Dary Pantoja Rosero, la Presidenta de la Junta de Acción Comunal, hace cuentas por estos días de Feria. Dice que por casa el servicio de los motorizados podría costar $120.000 al año. No importa. Es urgente. El barrio, explica, tiene muchas salidas de escape para los raponeros, los jaladores de carros, los fleteros. El cuadrante de la Policía no alcanza a cubrir esas vías. Los ronderos podrían ser una manera de conjurar el problema o por lo menos prevenirlo. Quizá si los delincuentes observan a esos guardas desisten de robar en el barrio. Quizá, aunque nunca se sabe.Por eso, también, se les seguirá pagando a los vigilantes de a pie. Además los están capacitando en prevención de hurtos a través de un personaje que crearon en el barrio. ‘Segurito’ se llama. A los vigilantes también se les capacita para que mejoren sus relaciones con los vecinos. ‘Segurito’, a los vecinos, en cambio, les enseña cómo tratar al vigilante. El personaje también anda por ahí, en los parques, en las esquinas, conversando con los peatones sobre medidas de seguridad que pueden ser útiles para evadir a los ladrones. Muy cerca, en Nueva Tequendama, los residentes decidieron dotar a todos los vigilantes de cuadra con radioteléfonos. La idea es que cuiden unidos, se protejan unidos. Pero no solo eso. Los mismos habitantes del barrio van a vigilar sus calles. Elizabeth Zúñiga, la Presidenta de la JAC, dice que ante la inseguridad, el robo constante de vehículos y viviendas, crearon frentes de seguridad comunitarios que estarán activos en 2013. También van a instalar más alarmas comunitarias. Se las entregará la Alcaldía. Con las alarmas, a propósito, ha sucedido un asunto generalizado en toda la ciudad. Por un lado se han deteriorado y en algunos barrios no tienen cómo repararlas. Por otro, han sido utilizadas para celebrar y no para cuidar. Cuando hacía un gol el América, o el Cali, o la Selección Colombia, algún hincha furibundo prendía la alarma como una manera colectiva de cantar el gol. Llegaba la Policía, salían los vecinos a ver qué había sucedido, y resulta que se trataba de un mal chiste. Por eso, como en el cuento del pastorcito mentiroso, en muchos barrios dejaron de creer, las alarmas dejaron de funcionar.Sucedió, exactamente, en el norte, Comuna 2. Lo certificó Martha Lucía Peña Ardila, de la Junta de Acción Local. Más que alarmas, dijo, en Cali se requiere promover cultura ciudadana. En todo caso los que viven en esta ciudad, que solo en 23 días diciembre ya contaba 120 homicidios, insisten en ingeniarse estrategias para cuidarse ante una Policía que no da abasto para detener la delincuencia en todos lados.En la Comuna 22, al sur, los vecinos continúan respaldando una fundación que en realidad es una red de apoyo para la seguridad. Corpopance, se llama. A través de teléfonos Avantel, los residentes pueden comunicarle a la red un robo en ejecución o movimientos sospechosos. La red actúa en conjunto con la Policía. Las llamadas de alerta las recibe un coordinador de Corpopance que tiene oficina propia, y este coordinador transmite el mensaje a los agentes cercanos. De esa manera custodian durante las 24 horas siete universidades, 16 colegios, 17 empresas, dos centros comerciales, 38 unidades residenciales. La seguridad privada de cada unidad residencial, por cierto, debe reportarse cada dos horas con la red para certificar que no hayan sucedido actos delictivos. En la misma comuna también funciona el Grupo de Convivencia y Seguridad. Lo integran unos cien vecinos. Además, en algunas cuadras se han instalado cámaras de vigilancia. En el Gran Limonar, en cambio, encontraron una manera particular de espantar no solo a los ladrones sino también a los drogadictos: el deporte. Resulta que uno de los parques del barrio era común que algunos muchachos de otras zonas llegaran a fumar marihuana y algunos de ellos, a robar. Eso sobre todo en las noches. Los habitantes decidieron, entonces, salir al parque, tomárselo todas las noches. Organizan partidos de basquetbol, reuniones para conversar, grupos para trotar. A los marihuaneros y a los que iban a robar no los quedó otra opción que irse. La comunidad unidad, dijo Carlos Alberto Arias, morador del Gran Limonar, es también un manera poderosa de vencer la delincuencia.Sin embargo existen ciudadanos que toman medidas más efectistas, más extremas: En Facebook un empresario ofrece el servicio de taxis blindados. Su empresa se llama TBC (Transporte Blindado Cali). Los taxis en realidad son camionetas blindadas, polarizadas, con doble aire acondicionado. Alquilarlas por una hora dentro de la ciudad cuesta $50.000. Una noche, $300.000. Un paseo a una ciudad como Armenia cuesta $350.000. Si además se requiere el servicio de un escolta en moto se debe pagar $150.000 más. El servicio, eso sí, sólo se le presta a ciudadanos que certifiquen ser empresarios. A nadie más.Y los clientes aparecen. Los caleños, cansados, le están haciendo frente a la inseguridad.

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