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Para los extranjeros aprender a bailar salsa es toda una aventura. Para algunos, su primer lenguaje adquirido en Cali es el baile y luego, el castellano. | Foto: Especial para El País

SALSA

Los extranjeros que lo dejaron todo para mostrar su amor por Cali en el Salsódromo

Por segundo año consecutivo, Arrebato Caleño abrió el Salsódromo. Bailadores de diez países conforman esta escuela.

26 de diciembre de 2017 Por: Isabel Peláez R. / Reportera de El País

Laura Tournier llegó a Cali, proveniente de Francia, para trabajar como voluntaria en una fundación. Hace unos meses ella no tenía ni idea de lo que era la salsa, hoy, después de practicarla desde marzo en una escuela de salsa, baila como cualquier bailarina caleña al ritmo del Grupo Niche, que le encanta.

Ayer, ella junto a 14 parejas de bailadores (25 de ellos extranjeros) de Colombia, Guatemala, Australia, México, Canadá, Estados Unidos, Inglaterra, Finlandia, Holanda, Francia y Estados Unidos, encabezaron, por segundo año consecutivo, el Salsódromo, gracias a la iniciativa de la Escuela de Baile Arrebato Caleño.

Marco Tulio Aguilar llegó de México en febrero pasado y después de buscar mucho la rumba en Bogotá, Medellín y Barranquilla, se quedó en Cali, que es para él la verdadera ‘Capital mundial de la salsa’.

Lea también: 'Vea aquí las coloridas imágenes que dejó el Salsódromo de la Feria de Cali 2017'.

El mexicano se estuvo en la ciudad dos meses y regresó, a la escuela de baile Arrebato Caleño, para vivir la salsa en su mayor dimensión.

A la escuela de salsa Arrebato Caleño, (Cra. 10 con calle 147), llegan cada año algunos extranjeros para vivir por unos meses allí, mientras aprenden y algunos viajan a sus países y regresan para participar en el Salsódromo.


Natasha Warner llegó hace cinco meses de Inglaterra, con algunas nociones de salsa, pero fueron los bailadores caleños quienes la pusieron como un ‘trompito’ para esta Feria de Cali. Aún sin dominar completamente el español, tararea canciones del Grupo Niche como Cali Pachanguero.

Asimismo pasó con Tiffen Morin, una bella francesa, profesora de danza contemporánea, quien durante seis meses de clases en la escuela adquirió el sabor necesario para bailar la salsa caleña y abrir Salsódromo con este grupo de bailadores del mundo.

Junto a ellos estuvieron siempre pendientes de sus avances Daniel Cabal y Hugo Mosquera, caleños pertenecientes a la escuela, que junto a la directora y fundadora de Arrebato Caleño, Nhora Alejandra Tovar, se convirtieron en la familia colombiana de estos foráneos amantes del género salsero.

Según Corfecali, “en el décimo aniversario del Salsódromo se quiso destacar todo aquello que hace a Cali especial ante los ojos de sus hijos y del mundo”.

Mientras que para Nhora Alejandra, “esta ha sido una maravillosa oportunidad para que tanto el bailador local, como el extranjero puedan exhibir las aptitudes que tienen alrededor de ese estilo caleño, que va ligado a géneros musicales como el mambo, el son, el bolero, el boogaloo, la pachanga y la guaracha”.

Cuenta la fundadora y directora de la escuela Arrebato Caleño que muchos extranjeros terminan enamorados y no únicamente del baile, sino del carisma y la simpatía de los caleños que les enseñan sus pasos y su cultura. En medio de las clases, un local interactúa con un extranjero, y en esa medida se dan intercambios culturales muy interesantes que también culminan en noviazgos y hasta en matrimonios.

En esta oportunidad, las parejas de bailadores de la escuela que participaron en el Salsódromo permanecieron durante dos horas y media bailando en la Autopista de la Feria con nueve paradas técnicas, para tomar agua y descansar un poco los pies.

Luego de una serie de audiciones, Corfecali seleccionó a los mejores bailadores para que, a ritmo de salsa, dieran inicio al Salsódromo de la 60 Feria
de Cali.

Embajadores del ritmo

Para los bailadores caleños Daniel Cabal y Hugo Mosquera, por su parte, es sensacional ser testigos de los progresos de los extranjeros, que se esfuerzan el doble por aprender, que no sienten pena por no estar bailando tan bien como los caleños, pero que atienden cualquier indicación que se les dé.

Daniel Cabal, amante del género metal, recuerda sus inicios en la salsa con algo de risa, porque es consciente de que era “un tronco”. “Ahora es un trompo”, como dicen los colombianos, anota Natasha, quien toma nota de cada observación que su pareja de baile colombiana le hace, para no perder el ritmo y demostrar ese sabor que es indispensable en el bailador caleño.

Hugo asegura que es un honor ser portadores de la tradición salsera a través de la enseñanza del baile.

Muchos de los bailadores extranjeros regresarán pronto a su tierra y seguro harán suya esa estrofa de Cali Pachanguero, que Jairo Varela escribió en un frío invierno en Nueva York, que dice: “Todos los caminos conducen a ti, si supieras la pena que un día sentí cuando en frente de mí tus montañas no vi”.

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