Los 11 de los 11

Hace once años, once diputados del Valle del Cauca fueron asesinados por la extinta guerrilla de las Farc luego de cinco años de secuestro. ‘El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación’ es el libro con el que el Centro Nacional de Memoria Histórica quiere reivindicar la dignidad de las víctimas de ese doloroso hecho.

El País presenta un abrebocas a ese valioso documento.

'Somos más que 11', el documental

Capitulo 1

Bueno, señoras y señores, nosotros somos las Farc, nos los llevamos del centro de Cali”. Es lo que dijo alias J.J. cuando notificó, en el vehículo que transportaba a 17 personas de la Asamblea del Valle (entre diputados y asistentes), que estaban secuestradas. Mientras tanto, un guerrillero grababa el episodio. En las imágenes se pueden observar los rostros de sorpresa, indignación y angustia de quienes bajo engaño se subieron a una buseta blanca buscando la protección del Ejército frente a una supuesta amenaza de bomba en el edificio San Luis.

La evacuación de la Asamblea

Ya habían acordado que a las sesiones de la Asamblea debían asistir todos los diputados. “Yo había desempolvado una ordenanza que decía que si cuando empezara la sesión no estaban los diputados, no se les pagaba el día, por lo tanto, nadie faltaba”, relató el exdiputado Luis Herrera). Sin embargo, ese jueves 11 de abril, Juan Carlos Narváez, entonces presidente de la Asamblea, llevaba más de una hora esperando en el salón de sesiones a que llegaran los diputados para iniciar el debate de la Comisión de Asuntos Económicos y Fiscales.

Desde temprano, el sonidista de la Asamblea esperaba el inicio de la sesión: “Pasadas las 10 a.am. escuché a un diputado que dijo que ya llevaban más de una hora y no había quórum, entonces el Presidente me dijo: prepare el sonido que el resto ya viene”.

En el salón de sesiones Carlos Holmes Trujillo estaban presentes, además del presidente de la Asamblea, los diputados Jairo Hoyos, Ramiro Echeverry, Nacianceno Orozco, Alberto Quintero, Sigifredo López, Edison Pérez, Silvio Valencia, Rufino Varela, el subsecretario de Rentas de la Gobernación Juan Muñoz y la asistente del presidente de la Asamblea, Doris Hernández.

Mientras esperaban a los diputados faltantes “entraron al recinto unos soldados y nos dijeron desalojen lo más pronto posible que hay una bomba. Una persona alta, que se supone que era el comandante, se dirigió al presidente de la Asamblea y le dijo -tranquilos diputados, nosotros tenemos un carro afuera para protegerlos-”. Los supuestos soldados hacían parte de un comando de 18 guerrilleros que ingresó a las 10:15 a la Asamblea por la puerta principal.

El equipo de vigilancia del edificio se encontraba en cambio de turno cuando fue sorprendido por la tropa. Así lo recuerda uno de los vigilantes de la época: “Se paró uno al frente y me dijo: ‘vamos a ingresar porque hay una bomba al interior del edificio’”.

El comando guerrillero no se dirigió en su totalidad al salón de sesiones. Un segundo grupo se quedó en la plazoleta del primer piso simulando la búsqueda de explosivos y anunciando la evacuación a los empleados de la Asamblea.

Uno de los empleados observó “que, en la parte de abajo, alrededor de la pileta, había varios uniformados. Yo bajé y seguí a algunos de ellos que corrían hacia la parte por donde se sacan las basuras y al llegar hasta allí gritaban ¡aquí está la bomba!, señalando la caneca de basura grande”.

En el video grabado por las Farc se revive el anuncio de evacuación realizado por este segundo grupo de guerrilleros que, con megáfono, alertaban: “Somos la unidad antiexplosivos del Batallón Primero Numancia. Por favor, damas y caballeros, desalojen los edificios para así mismo desactivar las bombas. Tomemos la dirección hacia el parque de la Gobernación. Para los diputados hay un vehículo especial”. Las imágenes fueron grabadas por dos guerrilleros vestidos de civil con un chaleco de Telepacífico. Los supuestos periodistas lograron captar momentos de pánico vividos por las personas que se encontraban al interior del edificio.

En la planeación de la acción se pensó que la zozobra generada en el primer piso debía acentuarse con las acciones de un tercer grupo de guerrilleros que debía dirigirse al segundo piso de la Asamblea. Este grupo tenía la misión de instalar en los baños una carga de pólvora negra que al explotar incrementaría la situación de pánico. Gustavo Arbeláez Cardona, antiguo jefe del Frente Urbano Manuel Cepeda Vargas de las Farc, conocido como Santiago, recuerda la maniobra: “Dentro de lo que nosotros pensamos para darle más realismo al hecho es que llevamos unas cargas de pólvora negra para colocar en el baño. Eso solo hace bulla, eso no tiene capacidad de reventar”.

También cuenta que los guerrilleros no encontraron el baño del segundo piso y buscaron al subintendente Carlos Alberto Cendales, quien hacía parte del equipo de vigilancia del edificio: “Le preguntaron al policía por la ubicación del baño y él les preguntó: ‘¿qué es lo que pasa allá?’, le contestaron ‘no, es que hay una bomba y necesitamos desactivarla’. Cendales les dijo ‘uy, no, cómo así, venga yo los acompaño, déjenme mirar que yo también sé de eso”.

Según Arbeláez, el subintendente se dio cuenta de la treta y tomó la decisión de lanzarse en contra de los guerrilleros: “El tipo se les va encima y comienzan a forcejear por el fusil. Él grita. Le tapan la boca, no había posibilidad de amarrarlo. Uno de ellos llevaba una puñaleta y pasa lo que pasa. Pero jamás estuvo en nuestra mente que eso [sucediera]”.

La necropsia estableció que Cendales recibió múltiples heridas, no solo de arma cortopunzante. En sentencia del Tribunal Administrativo del Valle se explica que “los miembros de la guerrilla se toparon con el agente Carlos Alberto Cendales, quien se encontraba en estado de indefensión, propinándole disparos y repetidas cuchilladas con arma blanca, lo que le produjo la muerte”.

Un cuarto grupo de guerrilleros se quedó vigilando la puerta de salida del edificio guiando a los diputados que no estaban en el hemiciclo, hacia la buseta. Esa fue la experiencia del diputado Carlos Alberto Charry y su hermana Gloria: “Cuando llegamos a la puerta principal de la Asamblea vimos dos hombres que decían que nos iban a dar seguridad y gritaban que solamente a diputados, entonces que nos iban a sacar en una buseta blindada para llevarnos a la Tercera Brigada para darnos la seguridad; cuando salimos a la calle, en ese momento, arribó la buseta”.

Héctor Arismendy, Francisco Giraldo y Carlos Barragán fueron llevados también por este cuarto grupo hacia la buseta cuando salían por la puerta principal. Lo refiere Sigifredo López en su libro a estos diputados cuando narra: “Anduvimos media cuadra y al doblar la esquina por la Carrera Octava nos encontramos con otros diputados que estaban (en) la Asamblea; al vernos hicieron una señal para detener el vehículo y, al subirse, dijeron: ‘Nosotros también somos diputados’”. Dentro de la buseta iban trece diputados y cuatro civiles. Los diputados bromeaban diciendo entre otras cosas: “Aquí ya hay quórum para sesionar”.

A las 10:30 arrancó la buseta blanca polarizada por la Calle Novena supuestamente hacia la Tercera Brigada. Iba escoltada por una moto y un camión Turbo. Las dudas de los diputados empezaron cuando la buseta subió por la parte de atrás del Hotel Intercontinental porque por allí no había salida a la Tercera Brigada.

El entonces diputado Silvio Valencia declaró que “cuando la buseta se desvió, un diputado, Edison Pérez, llamó la atención, dijo que esa no era la ruta y que él se iba a bajar” y reclamó: “Exijo, comandante, que me explique qué está pasando. El comandante ya estaba en la parte de atrás de la buseta y nos dijo: ‘Esto es un secuestro masivo de las Farc’”.

El camino sin rumbo

En ese momento de sorpresa, indignación y angustia comenzó un camino sin rumbo claro para el grupo de personas secuestradas. La buseta se dirigía hacia la vereda Peñas Blancas en el corregimiento de Pichindé, zona rural de Cali. Sin embargo, precisa Arbeláez, “la idea era que ellos llegaran en la buseta hasta Peñas Blancas, pero se le dañó la caja de cambios y no dio reversa” en el punto denominado Pilas de Cabuyal.

Allí las 17 personas hicieron transbordo al camión Turbo en el que se movilizaba un grupo de guerrilleros que se bajó del camión y continuaron el trayecto a pie. En el camino, se hicieron pasar por la Fuerza Pública frente a los dueños de las fincas del sector y se apoderaron de tres carros para poder movilizarse. “Vamos entrando a unas casafincas que había en esa zona a coger vehículos. Les echamos el mismo cuento: estamos en un simulacro de unidades combinadas de la Policía Nacional y el Ejército de Colombia, es tan amable y nos facilitan el carro”.

Este mismo procedimiento fue realizado por el grupo de guerrilleros que se encontraba en el segundo piso de la Asamblea, que no alcanzó a unirse a la caravana que salió a las 10:30. “Como se demoraron, se quedaron. En medio del azare, todo el mundo supuso que estaban ya dentro del vehículo y arrancaron. Fue tal el convencimiento que eran Fuerza Pública, que asumieron lo que se dijo”.

Como Fuerza Pública detuvieron un vehículo Toyota para una requisa en la Carrera 4 con Calle 8, cuyo dueño recuerda que “cuando estaba entregando los papeles empiezan a requisar el carro y se montan más o menos ocho que estaban regados y un perro pastor alemán. Me dijeron: ‘dé reversa que ya tenemos ubicados a los delincuentes y hay que colaborar con el Ejército’. Ya cuando todos se subieron, me pusieron un fusil en el estómago y me dijeron: ‘Llévenos hacia la salida para Pichindé y no pare”.

El grupo llegó a la vereda Peñas Blancas después de casi 50 minutos de recorrido. Allí los diputados negociaron con la guerrilla la liberación de unos de los miembros del grupo.

Juan Muñoz, funcionario de la Gobernación, una de las personas liberadas, recuerda: “El presidente de la Asamblea y todos los diputados le pidieron al comandante que liberaran a las personas que no eran diputados. Inicialmente iban a liberar a las dos señoras (Gloria y Doris) y el señor de rojo (dueño del jeep) y nos dijeron al señor Silvio y a mí que nos quedáramos. Entonces fue cuando el diputado Juan Carlos Narváez intercedió ante el comandante por nosotros y le dijo que yo era solamente funcionario de la Gobernación”.

Liberaron entonces a Doris Hernández, Juan Muñoz, Gloria Charry y Silvio Valencia (era suplente del diputado Arturo Pachón, pero logró convencer a la guerrilla de ser asistente en la Asamblea) en el sector de Peñas Blancas. Al grupo de liberados se sumó Carlos Bryon, a quien le retuvieron su carro para llegar a Peñas Blancas. Antes de la liberación, los diputados enviaron con sus compañeros mensajes para sus familias.

Las personas que fueron liberadas recuerdan que en Peñas Blancas los guerrilleros les ofrecieron gaseosa, agua, pan y cigarrillos. Desde allí empezaría el primer recorrido para los diputados. “En ese camión los trajeron directamente a Peñas Blancas, allí dejaban los carros y empezaban a echar pata (...) Los guerrilleros subían a pie y los diputados en bestias, todavía iban vestidos de saco y corbata, pero ya les habían puesto botas de caucho”, declaró ante un juez un antiguo miembro del Bloque Móvil Arturo Ruiz de las Farc.

¡Secuestraron a los diputados!

Los guerrilleros fueron sorprendidos por el operativo militar cuando realizaban el primer recorrido con los diputados: “Íbamos llegando a un filito cuando pum, la aviación. Nosotros: ‘mierda, ¿qué pasó acá?’. La idea era incluso que no hubiera combates ese día”, dice Arbeláez, quien agrega que en la planeación de la maniobra habían previsto acciones de distracción para demorar la ofensiva militar en los Farallones: “Colocamos una unidad por los lados de Jamundí para que el Ejército asumiera que los diputados estaban por allá”.

Pero la temprana liberación de las cinco personas aceleró el operativo militar: “Lo que estaba acordado es que ese personal los debían bajar de Peñas Blancas después de las 5:00 p.m. y se cometió un error de parte del compañero y a las 2:00 p.m. los dejó bajar”. En efecto, los recién liberados fueron inmediatamente interrogados por las Fuerzas Militares.

Silvio Valencia recordó: “Una vez montados en la camioneta los cinco liberados comenzamos el descenso a gran velocidad hasta encontrarnos en el camino con uniformados armados que subían a pie, en motocicletas y automóviles, los cuales nos apuntaron con sus armas y nos dieron la orden de detenernos. Sacamos los pañuelos por la ventanilla y les dijimos que éramos liberados del secuestro de la Asamblea Departamental del Valle”.

Antes de conocer las noticias sobre las personas liberadas ya existían múltiples dudas sobre la veracidad de la evacuación.

Empleados de la Asamblea que incluso quisieron colaborar en el proceso, empezaron a dudar. “Yo le dije (a uno de los supuestos militares), présteme el megáfono. Continúo con el megáfono caminando y le digo a la gente de la Librería Atenas, de la Notaría 14 y de la Procuraduría que hay que evacuar la zona por cuanto hay una bomba en la Asamblea. Yo continúo caminando por la Novena, pidiéndole a la gente que evacúe la zona. Ya cuando vi que se fueron, los vehículos mi primer pensamiento fue: este soldado me dejó el megáfono. Cuando llego a la intersección entre la puerta de entrada de la Asamblea y la esquina de la Gobernación, varios agentes de la Policía salen gritando: un soldado le disparó a un policía”, relató un asesor.

El ataque al subintendente Cendales fue uno de los síntomas más claros de que algo raro estaba sucediendo: “Cuando sacaron a Cendales, me llamó un periodista y me dijo: ‘Hermano, esto es un secuestro’”, dijo el exdiputado Luis Herrera.

Sus compañeros de la Asamblea lo encontraron en la escalera: “Subimos la primera parte de las gradas y, al llegar a la curva, encontramos al policía Cendales; le dije al agente que iba conmigo que lo agarrara de los pies para que lo sacáramos, él entró en shock y empezó a gritar ‘hijueputa, mataron a Cendales, mataron a Cendales’ y salió apresuradamente hacia la calle”, declaró también el escolta.

Al enterarse del secuestro, las Fuerzas Armadas, pusieron en marcha un ‘plan candado’ sobre Cali, que consistía en cerrar cualquier salida de la ciudad.

La Operación Cali Libre

Las tropas subieron hacia los Farallones de Cali por los sectores de Terrón Colorado, Yanaconas y Pichindé. A partir del análisis de la situación decidieron no desplazar tropa por tierra sino hacer un desembarco aéreo.

La guerrilla había dispuesto un cordón de seguridad de más de 300 hombres en los Farallones de Cali para responder a las posibles acciones militares: “Arriba éramos más de 300 hombres en diferentes ubicaciones. Pensamos en temas de aviación y en la posibilidad de grupos terrestres. Todo eso estaba controlado, en unas partes con minado, en otras partes con francotiradores, en otras con grupos de contención fuertes pensando en peleas a campo abierto”, relata Arbeláez.

El Ejército optó por realizar un desembarco aéreo en el sector conocido con el nombre del Chalet. “Con tropas del Batallón Contraguerrillas 37, en tres helicópteros Black Hawk y un helicóptero Arpía como apoyo en el sector de los desembarcos”, dijo ante la Justicia un coronel de apellido Pinzón.

Se conoció que cayeron nueve militares en la persecución para la liberación de los secuestrados que emprendieron las tropas de la Tercera Brigada, según una denuncia penal interpuesta por un oficialde apellido Gallego y en medio del operativo militar murieron también Héctor Sandoval y Walter López, miembros del equipo de noticias de RCN.

Las acciones militares en los Farallones continuaron. Hasta el mes de mayo los operativos habían dejado 11 guerrilleros muertos, 25 capturados, 600 cilindros de gas incautados, 31 armas largas y 11 campamentos desmantelados. Las comunidades de las veredas Los Andes, Los Cárpatos, Quebrada Honda, Pueblo Nuevo, Alto de la Cajita, y Peñas Blancas denunciaron confinamiento.

Hernán Sandoval, defensor regional del Pueblo en ese momento, explicó: “La gente no podía salir, empezaron de forma arbitraria a detener a las personas. Todo el que vivía en la ruta por donde supuestamente se llevaron a los diputados era tratado como si fuera miembro de las Farc. Les restringían la remesa. Esa presión duro casi dos años”.

‘El caso de la Asamblea del Valle:
tragedia y reconciliación’
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