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‘Don't Swallow My Heart, Alligator Girl!’, película del director, editor y productor brasileño Felipe Bragança, estrenada en el Festival de Cine de Sundance, será la encargada de cerrar hoy el Festival. | Foto: Imagen oficial pelicula

CINE

La versión 57 del Ficci se despide por lo alto

Hoy termina el Festival de Cine de Cartagena, que recordó que todas las historias deben ser contadas. Este, el balance.

6 de marzo de 2017 Por: Yeferson Ospina, enviado especial a Cartagena

Es probable que los hermanos Lumiere no tuvieran consciencia de que su invento bien podría hacer parte de esos episodios que terminan por definir un antes y un después en la historia de la humanidad.

Sí, es probable que no supieran que con la invención del cinematógrafo el mundo podría tener un “Antes del cine” y “Después del cine”. Y la coincidencia resulta bien atractiva: A.C y D.C., como esos dos términos que nos hablan de Cristo.

Como quiera que sea, el 57 Festival de Cine de Cartagena es la perfecta ilustración de que el mundo es otro, o quizá es más completo, cuando se lo mira a través del cine. O mejor, cuando se lo comprende a través del cine.

Lo más evidente han sido los invitados de lujo: el actor Vincent Cassel, o el director tailandés Apichatpong Weerasethhakul. Lo que no es tan evidente, pero que también define la esencia del Festival, es lo que ha ocurrido en cada una de las salas de proyección: la asistencia a centenares de formas de ver el mundo, a centenares de puntos de vista sobre lo que podría significar la existencia, o la política, o la vida o la muerte o la paz.

En el Festival se han proyectado filmes alemanes, suecos, mexicanos, españoles, israelitas, franceses, estadounidenses, haitianos, austriacos, portugueses, rumanos, búlgaros, italianos, brasileños.

Filmes del mundo. Y ellos han hablado sobre la guerra, la paz, sobre el holocausto judío, sobre el conflicto colombiano y el sirio, sobre la pobreza en latinoamérica, sobre dramas interiores que no todos los espectadores comprenden y también sobre las convulsiones políticas más importantes de nuestro tiempo.

Y bien pueden encontrarse películas sumamente especializadas como ‘Epifanía’, codirigida por el caleño Óscar Ruiz Navia y la sueca Ana Eborn o Austerlitz, del bielorruso Sergei Loznitsa; documentales que no necesitaron de altos presupuestos para ser obras monumentales como ‘Siria, una historia de amor’, de Sean McAllister, completamente comerciales como ‘La Bella y la Bestia’ o cortos de directores novatos que aún se encuentran en procesos de definir sus estilos y sus conceptos.

Visto así, el Festival de Cine de Cartagena es ante todo una oda a la democracia, una reivindicación del otro, de los otros, un espacio de comprensión de la complejidad del mundo y de la necesidad de que todos quepamos en él.

Visto así, y para usar las palabras de Abbas Fahdel, cineasta iraquí que estuvo en el pasado Festival de Cine de Cali, este festival es un antídoto contra los fascismos que hoy el mundo ve levantarse en tantos países.
En una de las entrevistas que concedió, el director homenajead Apichatpong Weerasethhakul sostuvo: “no hay cine colombiano o cine japonés. El cine es el cine, es cine del mundo entero”.

Y el director chileno Pablo Larraín, quien durante varios años ha trabajado en el cine el tema de la dictadura de Pinochet, y que este año nos entregó ese perturbador retrato de Jackie Kennedy, la esposa de Jhon F. Kennedy, es un ejemplo de la afirmación del cineasta tailandés.
Hoy se conocerán a los ganadores de esta edición del Ficci, pero el acto cumbre de este Festival se ha venido desarrollando todos los días en cada una de las salas y teatros que han albergado las más de 300 películas presentadas.

El acto cumbre de este Festival es el hecho de que el cine siga demostrando que el mayor imperativo moral de nuestro tiempo es hacer del mundo un lugar en el que todos podamos estar y tener voz. En el que ninguna película falte.

El India y la televisión pública

No fue sorpresa que en la noche del sábado Señal Colombia lograra 15 premios de las 20 categorías en la cual se encontraba nominado, pues en pasadas ediciones de los India Catalina, este canal público educativo y cultural también había obtenido cifras de galardones similares.
Son los premios que entrega la Industria Audiovisual Colombiana, y por segundo año consecutivo se convierte en el segundo canal más premiado del país, después del privado Caracol Televisión, que le aventajó sólo con dos estatuillas.

“En Colombia hay muy poca televisión, estamos en manos de Caracol y RCN que se imitan en formatos, géneros y estilo, esto ha llevado a que las televisiones públicas se hayan convertido en una alternativa para otros formatos, otras agendas, otros estilos y para incluir más modos de ser Colombia. La televisión pública hace programas alternativos en calidad y formatos”, expresó el crítico de televisión Omar Rincón.

Señal Colombia recibió el reconocimiento de la industria a diez producciones diferentes, así como de diferentes géneros, como inclusión social, entretenimiento, documental, infantil, juvenil, deportes e incluso reality, por el trabajo tanto al frente como detrás de las cámaras.

El Canal Regional Telepacífico se llevó por su parte, el premio a Mejor Nuevo Creador Bajo el Mismo Cielo.

A sus 72 años, el actor Carlos 'El Gordo' Benjumea fue galardonado con el Premio 'Víctor Nieto a toda una vida' por su gran contribución a la televisión colombiana a través de la historia.

“No me puedo olvidar por ningún momento de mis nietos porque tienen que estár presentes en mí. Tengo que dar un agradecimiento al cine, a la televisión y al teatro”, dijo Benjumea sobre el homenaje que recibió.

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