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La historia de Juan Soler, un biólogo que es todo un 'Tarzán' criollo

El biólogo Juan Soler fue elegido por Discovery Channel para dar píldoras de supervivencia en televisión. La historia del Tarzán colombiano.

11 de junio de 2014 Por: Redacción de El País

El biólogo Juan Soler fue elegido por Discovery Channel para dar píldoras de supervivencia en televisión. La historia del Tarzán colombiano.

Tiene 41 años, es biólogo, explorador y aventurero experto en supervivencia. Para este ‘Tarzán’, su hogar son los árboles de las selvas colombianas en donde se interna por temporadas para hacer expediciones y trabajos de campo, para documentales y proyectos con fundaciones que quieren apoyar a comunidades nativas. Este bogotano llamado Juan Gabriel Soler fue elegido por el canal Discovery para hacer parte de ‘Momentos Discovery’, un formato de máximo dos minutos, que se emite durante el día y donde él enseña prácticas básicas para enfrentar una situación inesperada y salir airoso.Soler enseña cómo usar un cinturón para trepar árboles, cómo hacer fuego con una linterna, cómo hacer una brújula con un llavero o recoger agua en el desierto. “Les damos los instrumentos para realizar estas técnicas de supervivencia, algo simple y que la persona pueda hacer”.Esto lo ha aprendido tras pasar varios años en las selvas colombianas trabajando con comunidades tradicionales e indígenas, con las cuales convive y ha tenido la oportunidad de conocer su lenguaje, tradiciones, alimentación y modo de vida. A ellas llega por cuenta de proyectos que desarrolla con ONG’s. “Si yo llego a una comunidad en paracaídas la gente no me va a tener esa confianza. Y cuando llego hay jóvenes que hablan nuestro idioma y me ayudan, otras veces me toca con señas y armarme de paciencia hasta que la gente me entienda”.Cuenta que su espíritu aventurero lo alimentó con las exploraciones de Jacques Cousteau y de ahí empezó a leer libros relacionados que hicieron crecer su pasión. Curiosamente, este héroe anónimo de las selvas colombianas confiesa que le tiene gran respeto a las arañas y a las serpientes. Relata que una vez estaba a 12 metros de altura, en un árbol, había dejado a un lado su cinturón para subir y saltó sobre él una tarántula. “A mi no me gustan, no sé cómo hice para no bajarme del árbol pero casi me mato”.“No voy a la selva a buscarlas, esa no es mi pasión. Más bien ir a ver plantas útiles y animales fascinantes como el jaguar, el águila, los tucanes o las guacamayas. También mirar cómo vive la gente y cuáles son sus rituales”.Y asegura que en la selva vive como un monarca. “La selva inspira respeto pero a la vez allá uno vive como un rey porque se come muy bien, aunque diferente”.Confiesa que en esos parajes se ha dado el lujo de probar los manjares de las comunidades, variedad de pescados “y si uno empieza a cansarse de eso hay carne de monte como danta, caimán, hormigas o roedores pequeños”.No se considera un Kápax moderno pero sí un hombre que ama la aventura, porque le gusta escalar y surfear. “Cuando era más joven decía que solo quería vivir en la selva y viví mucho tiempo como un Tarzán. Además, me la pasaba trepado en los árboles, durante cuatro años mi vida era subir a ellos para recolectar flores u hojas”.Con todas las horas de grabación que tiene y las fotografías realizadas, algún día le gustaría hacer una exposición y, ¿por qué no?, un libro, pero siente que para este último plan necesita recolectar información.Su maleta siempre está lista para atender el llamado de la aventura, pero no una extrema, una con límites porque “el día que muera se acaba mi aventura”.Cero salvajeSu vida: Juan Gabriel Soler Alarcón estudió biología en la Universidad de los Andes y realizó una maestría en etnobotánica en Río de Janeiro. No tiene hijos ni está casado, dice que no le interesa tener una pareja. Es signo piscis. Su hermano Germán es biólogo marino. Su equipaje para la selva: “Llevo una hamaca, una colchoneta para hacer yoga y estirarme; un plato, un vaso, cubiertos y cuatro mudas de ropa muy ligera, que se seque rápido y me cubra del sol. También microporo, isodine, cepillo de dientes, crema dental y aspirinas. En algunos casos recurro a los medicamentos tradicionales de la selva”.Desconectado: “Cuando me voy no tengo teléfonos, ni nada. Cuando viajo me centro y me meto en lo que estoy. Cuando timbra el celular uno se desenfoca. A mí me gusta estar en el momento, viviendo el lugar donde estoy. Me gusta la tranquilidad”.Hombre extremo: “Cuando se hace deporte extremo uno aprende sus límites. Los deportes extremos son más peligrosos cuando uno cree que se las sabe todas y que tiene buena capacidad física”.

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