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La Buena Aventura Musical que hoy recorre las calles del Puerto

Esta es la historia de la B.A.M., la Buena Aventura Musical, una iniciativa social y cultural para los barrios de alto riesgo del Puerto. Junior Jein y Willy García, los tutores.

30 de noviembre de 2014 Por: Paola Andrea Gómez P. - Jefe de Información de El País

Esta es la historia de la B.A.M., la Buena Aventura Musical, una iniciativa social y cultural para los barrios de alto riesgo del Puerto. Junior Jein y Willy García, los tutores.

"Hoy es un día más para dar una buena crianza. Así se disminuyen las matanzas. Si vives el pasado ahí mismito te atrasas, te vuelves aguamasa. Te pudres como el agua que se estanca. Esto es un consejo, pero verdadero. Buenaventura, échame agua bendita que te quiero. Y aquí nací, aquí me muero. Ya conocí la pobreza, ahora quiero el dinero. Tener un día más de vida es lo que yo prefiero. Hoy, es un día más, más, más. Hoy, es un día maaaás…"

Don Ary y Jeison Cuero le llaman Rap Con100T (consciente) a su canción ‘Un día más’. Es el rap de Los Pinos, del Colón, del R9, del Lleras, de Bellavista. El rap de Buenaventura. Le llaman consciente porque ese es el mensaje que le quieren llevar a su gente: consciencia para vencer la muerte. Lo ensayan en un ‘estudio’ del barrio Los Pinos, con paredes de tablas y cartón, forradas en panales de huevo y donde un tubo de hilo sostiene el micrófono. Ya grabaron un video artesanal en Youtube, de más de 4 minutos, que registra 230 visitas. Eso es todo lo que tienen. Y las ganas. El hambre que se lee en sus ojos.

Cuerito, como hoy le llaman a Jeison, improvisa con la habilidad del rapero innato: recita decenas de versos por minuto, con un vozarrón que atrapa. El talento ebulle en su figura negra de 20 años, que disimula la delgadez extrema con un pantalón camuflado. Y el ‘flow’ de su look va por cuenta de una gorra ladeada y una pequeña bola de cristal que cuelga de su oreja izquierda. La mirada incisiva y la cicatriz de un ‘cachazo’ cerca a su ceja derecha cuentan esa otra historia de la calle dura, que ha dejado huella.

Es jueves, al mediodía, en el estudio de grabación de Willy García, en el norte de Cali. Cuerito junto a su yunta (socio) Don Ary, y los hermanos Samanta y Luis David Restrepo abren su corazón, para contar cómo hoy el destino los tiene soñando con el arte, cuando hasta hace unos meses solo soñaban con vivir, como dice la canción, ‘Un día más’.

“La gente en Buenaventura no cree en nada. Es que la han engañado tantas veces. Nos decían que eso de la B.A.M. era puro cuento. Pero hoy estoy viviendo uno de mis mejores momentos por ella. Yo vivía una vida loca. Ahora tengo un apoyo, una luz”, dice Cuerito.

La B.A.M., la Buena Aventura Musical, de la que habla el rapero, es un proyecto piloto en Colombia, que promueve la industria musical para las familias vulnerables del Puerto. Una iniciativa del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en el Valle, operada por la Fundación Fedepran (Chao Racismo) y con el talento de Willy García y Junior Jein: dos hijos de Buenaventura que regresaron a sus barrios a devolverles algo de lo que la vida les ha dado.

La B.A.M. es como un reality social. Como ‘La Voz’ de Buenaventura, pero con espacio para formación de empresas de logística, de managers, de industrias culturales. Son 1273 familias beneficiadas. Y hay todo un proceso de formación detrás, que trasciende la anécdota del espectáculo.

Lo primero que hicieron fue inundar de volantes los barrios, lanzándolos desde un helicóptero. Luego vino la primera gran audición, el 26 de octubre, en el Coliseo El Cristal. Seleccionaron 300 personas. El grupo se decantó en varias sesiones y los chicos empezaron a recibir clases vocales, de liderazgo y de valores. “Más allá de la intervención social tradicional, hay que llegar con propuestas novedosas, que exploten la potencialidad que tienen nuestros jóvenes”, cuenta John Arley Murillo, director del ICBF Valle. Contra las ‘casas de pique’.

De eso se trata la B.A.M., música para silenciar la violencia, dejando una propuesta sostenida en el tiempo, que incluye Casa Musical y Ruta de Emprendimiento.

Ray Charrupí, director de Chao Racismo, hace una búsqueda en Google de ‘casas de pique en Buenaventura’ y obtiene 60.500 resultados. Este año han hallado 14 cuerpos desmembrados en casas del puerto. Luego busca la Buena Aventura Musical y obtiene 568.000 resultados. Esa es la meta: reproducir las buenas noticias y que sean muchas más que las malas.

“En la B.A.M. no registramos tragedias, estamos documentando historias de éxito”, expresa Charrupí. Y buscan conseguir que los testimonios de vida les muestren otro camino.

La gente se está muriendo y el cielo sigue lloviendo, declaro que el camino tiene huellas por aparte que si tú la sigues se repite la historia con nuevos protagonistas, sin saber si hubo victoria. Hoy es un día más, más, más hoy, es un día maaaás.

Los chicos saben que no es fácil. Dicen incluso que lo que ha salido en los medios no es ni la tercera parte de lo que ha ocurrido en Buenaventura. “Si mostraran todo lo que pasa, lloraríamos lágrimas de sangre”, dice don Ary, el rapero que “antes tenía la mente loca. Era un niño cuando descubrí que una de las personas que más quiero guardaba un arma y tenía nueve balas al lado. Las saqué, las escondí. Él nunca se enteró o se hizo. Luego las devolví. Eso dolió”.

Los chicos dicen que Buenaventura a veces es como una película. Como una película de terror. Todos saben quién es el malo, pero nadie habla. Y saben que los malos, cuando se quedan sin gente, van a los colegios a reclutar sangre joven. Los roban, se los llevan. Saben también que de Alfonso López no se puede ir a Piedras Cantan. Que hay niños de 12 años que cargan ‘unos pistolones’. Que si hay una balacera no hay que correr, porque si lo haces, te persiguen y te matan. Que ni el 24 de diciembre descansan. Que las ‘casas de pique’ sí existen. Que la intervención social y militar, en cambio, nunca la vieron, si es que existió.

Y que por eso “la gente de ‘Tura’ no cree en nadie”. Ni siquiera en la Policía, “porque solo requisan a los buenos”. Que han visto a niños, con los que crecieron, convertirse en bandoleros. Que a muchos el hambre los lleva. Pero también que “hay otros que se meten en eso porque tienen su cabeza vacía”.

Cuerito cuenta que a los 13 años empezó a consumir drogas. Estuvo en un centro de rehabilitación. Su madrina Carolina, la sicóloga, lo ayudó. Y luego se metió con ‘una gente’, pero también salió. Por eso llora cuando recuerda todo lo que le ha pasado y se ve ahora cantando al lado de Junior Jein o Willy García. Contando su historia llora.

“Uno se ‘ostina’. Tienes hambre y no sabes qué hacer. No llegué a hacer tanto daño, pero fue durísimo. Y logré salir”.

Los chicos dicen que los líderes, los que mandan en los barrios, los dejan tranquilos solo en dos casos: cuando tienen una oportunidad seria de estudiar o cuando van a formarse en cultura o deporte. Eso lo respetan.

Tengo fe

Willy García se crió en el barrio Lleras, el ‘iceberg’ del conflicto en ‘Tura’. Creció con su mamá y su abuela. A su papá no lo conoció. Vivía en una casa de madera, a la que le llegaba el agua. Ahora, grande, sabe que a esas casas las llaman palafitos. Pero ese era su hogar, su “dulce hogar”, con una abuela que “cantaba muy bonito”. Y una mamá que le enseñó “a tener conciencia”.

Willy no recuerda que esa violencia fuera tan grande en su época. Quizás sea porque vino después. Él ya tiene 43 años. Empezó cantando en la Integración Porteña. Pasó por otras agrupaciones y a los 17 años se vino a Cali. Con suerte y talento llegó a la Suprema Corte, ‘las inferiores’ del Grupo Niche. Y convirtió en un éxito ‘Escombros’. A Niche llegó cuando Jairo Varela le pidió que hiciera la guía (un borrador de canto) de Gotas de Lluvia. Salió del estudio, se fue en bus a Chiminangos y el maestro lo hizo regresar. Entonces lo presentó a la prensa como el nuevo cantante del Grupo Niche. “Eso era como estar en la selección. Yo era como James, Falcao, Jackson”. Allí estuvo doce años. Luego fundó Son de Cali con Javier Vásquez y hace tres años hace una carrera como solista. En abril escribió una canción para su tierra:

Tengo fe.

Todo cambiará

Mi pueblo no llores más

llegará la paz.

“Me siento útil. Poder ir a mi barrio y ver las caras de esos jóvenes llenas de ilusión. Me veo reflejado. Si les ves la mirada alcanzas a ver sus sueños. Ya no quiero sentir lo que un diciembre cuando salí a repartir regalos a la calle y la fila era tan grande que nada fue suficiente. Quiero hacer un esfuerzo continuo. Y esto es grande”.

Luis David Restrepo tiene 16 años y sueña con ser como Willy. “La B.A.M. es lo que necesito para ser como el maestro. Quiero ser un ejemplo de vida”. A Samanta, su hermana de 14, con un cabello entre dorado y castaño y ojos carmelita, le llaman Beyonce. Ella también canta y cree que “con el poder de Dios saldremos adelante”. Su mamá, Maricelys, tiene 37. Junto a su esposo, ha mantenido a sus hijos fuera de problemas, “no hablando mucho en casa de lo malo, con ensayos, con cursos para que sean buenos cantantes”.

Luis David, su hijo, ya está en la segunda fase de la B.A.M. Y seguro cantará uno de los temas que se graben en una producción el próximo año. Aún no sabe cuál será. Pero hay una que le sale del alma y que esta semana cantó en Cali ante una decena de periodistas. Y en su voz dulce suena tan bella...

Allá hay cariño, ternura,

ambiente de sabrosura,

los cueros van en la sangre

del pequeño hasta el más grande.

Son niches como nosotros,

de alegría siempre en el rostro.

A ti, mi Buenaventura,

Junior Jein, Kafu Banton y de la Fe

Junior Jein creció en el barrio Bellavista, allá en donde convergen todos los problemas del conflicto en ‘Tura’ y donde hay una galería famosa por las extorsiones a los comerciantes. Recuerda haber vivido todo ese duro entorno, “porque el problema viene de hace tiempo”. ‘El Caballo’, Junior Jein, tiene 32 años.

La aventura con la B.A.M. ha sido para él como un ‘flashback’, una regresión. “Yo hubiera querido tener una oportunidad como esta, porque me tocó salir de Buenaventura a los 16 años para estudiar en Cali y hacer música”.

Junior Jein dice que él también ha llorado con las historias de los jóvenes. Sobre todo, con una, cuando un chico de 18 años conoció a su padre en una audición. Ese día lloraron todos.

¿Por qué hacer esto, Junior Jein? ¿Vale la pena?

Claro que lo vale. Es nuestra gente y hay que dejar huella.

Y ¿sí hay talento?

Mucho. He visto, por ejemplo, unos grupos de salsa shoke en el R9, ásperos. En las comunas 5 y 12, también.

¿Qué lo ha impactado? Muchas cosas. Cuando los escuchas te das cuenta también de que necesitan otras lecciones. Vi a una niña que cantaba con mucha agresividad. Contamos con un grupo de trabajo social y la enviamos a recibir apoyo.

Junior Jein llevó a ‘Tura’ a su amigo Kafu Banton, un reguetonero panameño, que asegura que el Puerto se parece mucho a su ciudad de origen: Colón. Y salió tan impactado como feliz de compartir con los chicos.

Hace un par de días, Alfredo de la Fe también estuvo en casa de los jóvenes que hoy hacen parte de la B.A.M. Y allí les contó su historia.

“Yo empecé a consumir droga con Héctor Lavoe a los 12 años. Y casi me cuesta la vida. Estuve en la cárcel y en lugares donde jamás pensé estar. Si estamos consumiendo no vamos a llegar a ningún lado. Qué chévere que te veas en un escenario pero bien y no en la calle buscándote la muerte. Porque tú en la calle, haciendo lo que no debes hacer, estás a nada de que te maten”.

Junior Jein dice que testimonios como el suyo o el de Willy García les hacen mucho bien a los jóvenes. Porque hay que insistirles que “no se dejen seducir por opciones al margen de la ley. El nuestro es un pueblo bueno, de gente alegre”.

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