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Fotos inéditas de Frida Kahlo ven la luz luego de 72 años: el lado más europeo de la artista

Hace una semana se reveló un secreto que estuvo muy bien guardado durante 72 años: el hallazgo de 55 instantáneas que la hija del retratista aracateño, Leo Matiz, encontró de entre 170.000 negativos que componen su memoria fotográfica. Así comienza una serie de eventos que conmemorarán su invaluable legado.

26 de noviembre de 2012 Por: Juan Andrés Valencia Cáceres | Especial para GACETA

Hace una semana se reveló un secreto que estuvo muy bien guardado durante 72 años: el hallazgo de 55 instantáneas que la hija del retratista aracateño, Leo Matiz, encontró de entre 170.000 negativos que componen su memoria fotográfica. Así comienza una serie de eventos que conmemorarán su invaluable legado.

En 1940 Leo Matiz decidió ser un ciudadano de a pie para convertirse en un ciudadano del mundo. Entonces salió caminando desde Bogotá hasta Ciudad de México con esa cámara Rolleiflex que Enrique Santos Montejo le había regalado pocos años atrás porque en el diario El Tiempo ya no necesitaban a un caricaturista sino a un fotógrafo.Esa travesía, que duró menos de un año, no solo le sirvió para conocer Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y Guatemala sino, también, para cambiar zapatos y rollos de cuando en cuando. En ese tránsito de más de 2.500 kilómetros dejó ecos de clics y estelas de flashes entre niños, jóvenes y ancianos, entre indígenas e indiscriminados, entre gente anónima, rechazada y olvidada. Y luego, al llegar a su destino, cambió temporalmente su apego al drama y al dolor humano por la elegancia y el glamour del arte y el espectáculo que retrató durante varios años hasta consolidar un colorido portafolio con instantáneas en blanco y negro con lo más variopinto del celuloide mexicano: Agustín Lara, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Dolores del Río, Gabriel Figueroa, José Clemente Orozco, Manuel Álvarez Bravo, María Félix, y hasta Mario Moreno, Cantinflas.Frida Kahlo, la pintoresca y sufrida Frida Kahlo, también fue foco de las obturaciones de Matiz, quien no contento con fotografiarla como todos la recuerdan –con sus trajes de tehuana, con su bisutería típica mexicana– fue más allá y embalsamó su semblante más conservador sin bálsamos ni resinas.“Ya se conocían algunas imágenes de Frida vestida de manera ‘normal’, es decir, como se vestían la mayoría de las mexicanas de la época. Pero la importancia de estas fotos inéditas que recientemente se encontraron en el Archivo Matiz es que ilustran momentos muy íntimos de ella y Diego y su círculo más cercano de amistades, sobretodo la pareja formada por Miguel y Rosa Covarrubias” dice Ernesto Peñaloza, historiador del Archivo Fotográfico Manuel Toussant y del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.Son 55 en total, 55 fotografías que esperaron pacientemente el momento de ver la luz luego de permanecer guardadas en gavetas durante 72 años. En una se ve una Frida recostada plácidamente sobre el césped; en otra aparece sentada como dejándose llevar por el momento; en una más sale parada, con una mirada a la vez tímida y a la vez altiva; pero en todas hay una Frida elegante, discreta y recatada, como la sutil caricia de una mano enguantada en seda.“Con estas fotografías suceden dos cosas: se enriquece la iconografía de Frida y se acentúa el buen oficio y la cercanía de Matiz con varios de los más importantes artistas mexicanos de la época que le permitió lograr imágenes de gran belleza compositiva y que con el tiempo se han constituido en auténticos documentos históricos”, concluye Peñaloza.El anuncio de este revelador hallazgo, que es el resultado del trabajo que siete personas de la Fundación Leo Matiz vienen haciendo entre 170.000 negativos que componen la memoria fotográfica del maestro, se ha convertido en la mejor apertura para un año que, como el 2013, estará consagrado para recordar a quien en 1948 fue elegido como uno de los diez mejores fotógrafos del mundo.“Revisando un grupo de negativos que al principio no parecían muy importantes apareció todo este material que nos dio a entender que no podíamos dejar ningún bloque sin revisar. Ahora llevamos un 35% digitalizado y aunque seguramente nos demoraremos dos años más en este proceso, este material será expuesto por todo lo alto en lugares como Japón, Emiratos Árabes, Europa y Estados Unidos”, dice Alejandra Matiz, una de sus hijas.Pero no solo México inspiró el maestro. También su natal Aracataca y alrededores. O Macondo, para los seguidores más entusiastas del realismo mágico. Porque esa magia también fue captada entre los años treinta y cincuenta por su prodigioso ojo, el mismo que irónicamente perdió en 1967 tras un asalto a mano armada cuando caminaba –cómo no– la bogotanísima Avenida Jiménez de Quesada.El paso de un tren, trapecistas como “gitanos desarrapados (que) plantaba(n) su carpa cerca de la aldea” y hasta ríos con “piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos” harán parte de un gran museo vial que en febrero de 2013 se levantará entre Santa Marta y el pequeño pueblo que inmortalizó Gabriel García Márquez cuyo recorrido tendrá, cada diez kilómetros, una valla con una foto acompañada de escritos de sus amigos más célebres: Álvaro Mutis, David Sánchez Juliao, Manuel Zapata Olivella y el mismo Gabo.“Leo Matiz es uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX. Su vocación de trotamundos lo puso en contacto directo con las personas y los acontecimientos más decisivos, y su precisión técnica y su capacidad de observación dieron como resultado fotografías impecables.Desde sus fotos como reportero gráfico hasta sus instantáneas más experimentales hay todo un proceso que lo vincula con una vocación de modernidad que lo hace imprescindible en la fotografía contemporánea”, dice Osbel Suárez, curador del Museo Reina Sofía de Madrid y la persona escogida para seleccionar las 80 fotos que inaugurarán en el Museo Nacional el homenaje que con la ayuda del Ministerio de Cultura comenzará el 14 de marzo del próximo año.“Matiz, lejos de buscar una sola foto era un gran planeador de reportajes gráficos. De ‘La red’, por ejemplo, que es su foto más famosa, es interesante ver su aproximación, y eso queda en evidencia si se ven las 30 o 40 fotografías que la anteceden”, dice Diego Samper, el documentalista que estrenará ese mismo día una producción narrada con fotos fijas que, vistas secuencialmente (y con audios recuperados de la voz del maestro), demuestran la poesía y el poder narrativo de las imágenes que lo posicionaron como nuestro fotógrafo más universal.

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