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El Gran Combo de Puerto Rico: cinco décadas dando cátedra de salsa dura

El Gran Combo de Puerto Rico puso a Colombia en la lista de 50 países que visitará para celebrar sus Bodas de Oro. Rafael Ithier, su director, dice que la clave para mantener el grupo vigente es la disciplina.

24 de junio de 2012 Por: Redacción de El País

El Gran Combo de Puerto Rico puso a Colombia en la lista de 50 países que visitará para celebrar sus Bodas de Oro. Rafael Ithier, su director, dice que la clave para mantener el grupo vigente es la disciplina.

Hay que tener agallas para llamar a una orquesta El Gran Combo de Puerto Rico. Es como ponerle a una hija Linda; si la chica sale sin ninguna gracia, el nombre puede llegar a convertirse en una contradicción molesta, una burla, una nota desafinada. Así que hay que tener agallas. Agallas y visión. La visión de un padre, quizás antepuesta a la del músico. La fe del músico, sin duda sobrepuesta a la del padre. Un 26 de mayo de 1962, en el club las Palmeras de Puerto Rico, Rafael Ithier decidió que ese puñado de músicos que habían quedado huérfanos tras la desarticulación de Cortijo y su Combo tendrían un nuevo bautizo, que él sería el padre y que aquello funcionaría como una familia. El Gran Combo de Puerto Rico, además de una orquesta, también fue concebido como un clan.Al principio los músicos fueron tratados como traidores. Cuando los contrataban en los clubes y llegaban a tocar, a veces les cerraban las puertas en las narices por considerar imperdonable que hubieran dejado a Cortijo. No todos sabían la historia: Cortijo había sido una escuela de la indisciplina en la que Ismael Rivera fue el profesor. Hace un par de años, en una entrevista con este diario, Ithier lo explicó de esta manera: “Rivera y Cortijo cogieron la ruta de los placeres y la confundieron con la del trabajo. No supieron bregar con el éxito y si tú te vas a dormir con el éxito porque te aplaudieron mucho, te vuelves loco”.La Universidad de la Salsa era pues una redención para todos esos músicos cansados de los excesos. Pero hubo un momento, incluso, en que esos universitarios no tuvieron ni dónde ensayar. Así que pensaron en desistir. Ithier fue la piedra que lo impidió. Gary Domínguez, experto en salsa y antiguo propietario de la Taberna Latina, recuerda ese duro comienzo: “Tenían que desprenderse de la leyenda que había sido Cortijo, una orquesta que había representado la música puertorriqueña cuando eso era casi prohibido. Cortijo había dejado un legado pero también una lección: para mantenerse no debía haber unos más importantes que otros. Y ahí es donde aparece la inteligencia de Ithier porque El Gran Combo es una fotografía donde todos los músicos ocupan el mismo espacio”. Lo dicho, desde siempre, el Combo ha sido un clan. A pesar de los rechazos iniciales, Ithier se mantuvo en el empeño e invitó a Eddie Pérez, Héctor Santos, Kito Vélez, Martín Quiñónez, Miguel Cruz y Roberto Roena. Pero aún así, el combo no encontraba disquera. Andy Montañez, cantante estelar de la orquesta en sus primeros 15 años, recuerda que en el 68 incluso estuvieron a punto de desaparecer. En realidad fueron seis años complicados, de 1962 a 1979. “Nos despidieron de una compañía de discos que prácticamente la habíamos hecho rica”, cuenta Ithier. Después Pellín Rodríguez salió del grupo y más adelante se fue Andy, seducido por una oferta millonaria para irse a cantar con la Dimensión Latina en Venezuela. La dupleta de Pellín Rodríguez y Andy Montañez había marcado una época grande: Pellín durante 12 años y Andy por 15. Ese es un punto de inflexión en la historia. El asesor musical Richard Yori cuenta que tras la partida de Montañez muchos pensaron que el Gran Combo se acabaría. Pero lo que hicieron fue grabar un álbum que se tituló Aquí No ha Pasado Nada que, contrariando las predicciones fatalistas, terminó reafirmando el camino. Y ese camino siempre fue para adelante.Una de las razones del éxito, explica el coleccionista Orlando Montenegro, es que desde entonces Ithier veló por la estabilidad del Gran Combo. Tras la llegada de Charlie Aponte, Jerry Rivas y Papo Rosario como cantantes, no hubo más terremotos. “De hecho, funcionan como una cooperativa. Esa orquesta es una empresa. Y una empresa en la que sus trabajadores permanecen mucho tiempo. Tal vez el último cambio importante sucedió hace diez años, cuando se fue el tecladista”. Prueba de los lazos casi irrompibles que hay en esa familia es la trayectoria que con la orquesta tiene uno de los alumnos más juiciosos de la Universidad: Charlie Aponte. El hombre hace 39 años es parte del grupo y fue allí donde se graduó como uno de los mejores soneros. Adriana Chamorro, ex vocalista de la Orquesta Canela y quien tuvo la oportunidad de compartir estudio de grabación a su lado, lo recuerda así, como un alumno aventajado. “Un maestro”, en realidad.El Gran Combo ha sido una Universidad porque ha ‘graduado’ a muchos, como el saxofonista Eddie ‘La Bala’ Pérez y Roberto Roena. Y también porque ha sido el deseo de muchos otros, como Rubén Blades, que alguna vez habló de su frustración por no haber la orquesta. Aquella vez, Blades habló con la misma nostalgia con la que un abogado se refiere a la casi siempre inalcanzable Harvard.Pero, tal vez como dice el ex vocalista del Grupo Niche, Javier Vásquez, El Gran Combo ha sido una universidad para todos los salseros del planeta porque nadie como ellos tiene la maestría necesaria para mantenerse tan vigentes por 50 años: “La energía de esos viejitos es una verraquera”. Ithier hizo bien la tarea. Su orquesta, la niña de sus ojos, le salió bonita.

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