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El cronista Germán Castro Caycedo lanza su libro 'Operación Pablo Escobar'

Caycedo, quien asegura que Escobar no era tan listo como se piensa, se resistía a publicar un libro como el que ahora presenta. Se esforzó por depurar los excesos de sangre.

28 de junio de 2012 Por: Redacción de El País

Caycedo, quien asegura que Escobar no era tan listo como se piensa, se resistía a publicar un libro como el que ahora presenta. Se esforzó por depurar los excesos de sangre.

Con el mismo tonito regañón que se le conoció en el programa ‘Enviado especial’ y la precisión de un maestro de historia que reconstruye los hechos ante los estudiantes, Germán Castro Caycedo habla de su reciente libro.Se trata de ‘Operación Pablo Escobar’, que relata la historia de la cacería que acabó con el hombre más temido y buscado del país. En realidad, podría ser dos libros en uno, pues fue redactado en dos momentos y con dos voces distintas: la del mafioso y la del oficial que lo cazó.Castro Caycedo (Zipaquirá, 1940) confiesa: “Yo siempre quise hacer una entrevista al bandido más grande que ha tenido este país y hablé muchas veces con él, para buscar la metodología de redacción, porque él sabía demasiado. Pero no se pudo terminar, porque en ese momento le pusieron la bomba al edificio Mónaco (Medellín, 13 de enero de 1988), entonces no volví”.¿Se trata de un reportaje inconcluso?Sí. Escribí las impresiones y lo que hablé con él. Luego, en el año 2000 conocí al coronel Hugo Aguilar, quien fue el segundo al mando del Bloque de Búsqueda que el Gobierno formó para darle cacería a Escobar. A Aguilar le hice una entrevista muy extensa, que tenía guardada, hasta que la Editorial Planeta se propuso publicarla, y se la entregué.¿Por qué guardó tanto tiempo ese tema, que, como se ha demostrado, sería exitoso?Tenía pereza de publicarlo, pero con la oferta de la editorial me resolví, porque yo vivo de vender libros. Entonces lo escribí.¿Qué le dio pereza?Era un relato muy sangriento, pero yo le quité la sangre, porque para hacer un buen relato narrativo no hay que recrear la sangre, ni el sexo, ni nada de esas maricadas. Aunque es muy violento el libro, no lo es tanto como lo fue originalmente. Además, no quería quedarme toda la vida escribiendo de bandidos. No, de bandidos no, que no he escrito de ellos, sino de violencia. ¿Cómo conoció a Pablo Escobar?Yo lo conocí donde debió estar durante toda su vida: el Congreso de la República. Ese era su medio, de acuerdo con lo que estamos viendo hoy. Le pedí la entrevista, me dijo que en cuatro años y al cabo de ese tiempo lo llamé por teléfono y concertamos la cita.¿Cómo se veían?Yo viajaba a Medellín los viernes. Fui unas nueve o diez veces y hablábamos toda la noche, porque los bandidos no duermen, pues es cuando los agarran en allanamientos. Así que el tipo no dormía de noche. Fueron unas entrevistas completísimas, pero después no volví a verlo.¿Cómo lo recuerda?Era un tipo seco y sagaz. No era el inteligente que dicen. Olvídese, no era inteligente. La prueba es que al final comenzó a chantajear, a secuestrar y a descuartizar a sus amigos mafiosos del Cartel de Medellín. Esos mafiosos se volvieron contra él y fueron los que a la hora de la verdad formaron los Pepes con la Policía y le dieron.No deja de ser una coincidencia que el libro salga cuando está de moda la serie de televisión...La editorial se la pilló, me pidió publicar las charlas con Escobar y yo le agregué la entrevista con el coronel Aguilar. Eso fue un ‘cabezazo’ del editor y es la primera vez en 40 años que la editorial me da el tema, porque quien escoge el tema es quien lo escribe.¿El que haya libro y serie simultáneos contribuye al mito de Escobar?No sé, porque no he visto la serie. En lo que yo escribí se ve un bandido como Colombia nunca había tenido uno tan grande. Pero en la serie también se ve su intención de dar guerra, que se suscitó cuando empezaron a perseguirlo. Se están reviviendo hechos...La gente hoy, así haya vivido esa época, no se da cuenta de la intensidad y la magnitud de esa guerra que hubo en Medellín. Yo tampoco me acordaba, pero al transcribir las anotaciones y armar el relato del coronel Aguilar, me impresionó la dimensión de todo lo sucedido. Por ejemplo, el último año y medio antes de que lo dieran de baja, la Policía le incautó a la gente de Escobar 2.700 fusiles AK-47, que es un súperfusil. Con ellos estuvieron dándose bala durante cuatro años en las calles, en los parques y en los barrios de Medellín. Eso es una barbaridad y da idea de la dimensión de esa guerra.¿Ya el tema murió para usted?Ah, para mí sí. Cuando lo hice era de mucha actualidad y los periodistas somos buscadores de actualidad, más en éste que es un país que está llevado...¿Se quitó un peso de encima?No. Lo tenía ahí guardado, y yo tengo muchos guardados que no he querido sacar porque son cosas muy violentas. También tengo tres relatos de locura sobre gente que se ha salvado en la selva, pero como ya publiqué ‘Perdido en el Amazonas’ y ‘Mi alma se la dejo al diablo’, no vale otra narración de selva. ¿Qué otro libro suyo viene?No sé. La inspiración sale de los titulares de los periódicos, pues hay cosas que tienen ribetes novelescos. Nuestra realidad va más allá de la novela... No sé, qué otro tema; no tengo por ahorita...¿Los periodistas estamos condenados a escribir de temas truculentos?Los periodistas estamos condenados a publicar lo que sucede. Lo que pasa es que en este país las cosas no son truculentas. Son crueles.

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