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Ser or not ser; el Hamlet en espanglish de Ilan Stavans

El escritor norteamericano conocido por haberse atrevido a traducir 'Don Qujiote de la Mancha' a la jerga anglo-latina, arremete de nuevo, esta vez con ‘Hamlet’, quizá la obra más famosa de William Shakespeare.

10 de abril de 2016 Por: Catalina Villa | Editora de GACETA

El escritor norteamericano conocido por haberse atrevido a traducir 'Don Qujiote de la Mancha' a la jerga anglo-latina, arremete de nuevo, esta vez con ‘Hamlet’, quizá la obra más famosa de William Shakespeare.

Fue por allá en 2012 que este catedrático hispanista de origen norteamericano tuvo una idea que a muchos causó malestar: llevar a la jerga del ‘espanglish’ la gran obra maestra de la literatura hispana: ‘Don Qujiote de la Mancha’. 

Si bien los puristas pusieron el grito en el cielo, la traducción aún es materia de consulta y muchos colegas suyos la aplauden, pues se trata, como el mismo autor lo explicó alguna vez,  “de un intento de hacer que dicha obra se sintiera todavía más en casa en las Américas, sobre todo en esa cultura nueva, fresca, emergente y sofisticada que es la latina en los Estados Unidos, donde el espanglish es la lengua franca”.

No contento con esto, Ilan Stavans presenta ahora una nueva traducción. Y una vez más se trata de una obra de los grandes: ‘Hamlet’, de Williama Shakespeare, quizá la tragedia más famosa de toda su obra. Pero ¿a qué puede sonar ‘To be or not to be’ en esa jerga? ¿Puede el inglés cortesano de hace 400 años adaptarse a esa suerte de dialecto? ¿Qué dirán los amantes furibundos de Sir Shakespeare? Esta es la historia. 

Hamlet ha sido considerada por siglos—400 años, de hecho—una de las mejores tragedias de la literatura universal. ¿Qué ingredientes considera que la han hecho perdurar en el tiempo y la hacen aún hoy tan atractiva?

Se trata acaso de la mejor obra de Shakespeare entre las treinta y siete que escribió por cuenta propia. Yo creo que esta tragedia perdura porque en ella nace la modernidad que en los próximos siglos nos definiría. Somos modernos en la medida en que sincronizamos nuestro acontecer interior con el exterior. Eso es lo que Hamlet nos enseñó.  

Su trama gira en torno a la venganza: Hamlet se empeña en vengar la muerte de su padre, el Rey, ordenaba por su propio hermano Claudio. En los tiempos actuales, que estamos tan cansados de la guerra y  hemos llegado a la conclusión que tal vez sea mejor perdonar ¿qué lectura tiene esa sed de venganza, ese odio encarnizado que enceguece a Hamlet?

Como nosotros, Shakespeare estaba cansado de la guerra y de la muerte. La peste bubónica con frecuencia forzaba la clausura de teatros en Londres a principios del siglo XVII.

Una tercera parte de sus obras es sobre dramas históricos: Ricardo III, Julio César, Enrique IV, etc. ‘Hamlet’, en el fondo, es un drama sobre la sucesión del poder. Yo creo que todos somos Hamlet: individualistas, vengativos y sabedores que de un momento a otro dejaremos de ser, que la nada y el olvido felizmente nos envolverán.

¿Y luego qué? Shakespeare venía de una familia de católicos secretos, perseguidos por la Iglesia de Inglaterra. Su vasto universo está repleto de una y mil osas pero una cosa deja afuera: Dios.  

Durante años, Freud usó la figura de Hamlet para hablar del complejo de Edipo. ¿Estaba Hamlet realmente enamorado de su madre Gertrudis?

Mucho menos de lo que Freud lo estaba de su propia madre. El fundador del psicoanálisis leyó mal la tragedia shakesperiana: Hamlet no está enamorado de su madre; al contrario, cree que ella es deshonesta, manipuladora y traicionera. Su objetivo es vindicar la muerte de su padre, aunque eso lleve a su madre al fin. Es importante recordar que el padre de Shakespeare murió en 1601 y que su propio hijo Hamnet (tuvo tres, éste y su gemela Judith, y una hija mayor llamada Susana) falleció un poco antes, en 1596. 

¿Qué tan cierto es que Shakespeare se inspiró en otras obras para escribir esta tragedia?

 Hamlet fue escrita en 1600-1 y es la pieza más larga de Shakespeare. Para darte una idea, el personaje de Hamlet tiene 1,400 líneas. Sobreviven de la obra tres versiones distintas, una de 1603 (llamada Primer Quarto), la de 1604-5 (Segundo Quarto) y la 1623 (Folio).

Como de costumbre, Shakespeare no originó la idea. Circulaba en prosa en Dinamarca. En Londres, se montó otra versión, probablemente escrita por Thomas Kyd aunque no es seguro, en 1589.

La contribución de Shakespeare, entre otras cosas, enfatiza el escepticismo y la indecisión del príncipe danés, su inestabilidad psicológica, su intenso y maquiavélico filosofar. Asimismo, incluye el fantasma del rey asesinado que, por cierto, es un papel que se cree que el propio Shakespeare interpretó como actor en el debut de la obra que hizo su compañía teatral.

 ¿Cómo era  el inglés que se usaba hace  400 años? 

El inglés isabelino era amorfo e irresoluto, al menos esa es la impresión que nos dejó Shakespeare. La suya también es la época de la mejor traducción de la Biblia hecha a cualquier lengua: la versión autorizada del Rey Jacobo, sucesor de Isabel. La versión, financiada por la corona, es el producto no de uno sino de un grupo de traductores. Otra vez, le debemos al Bardo y a esta versión bíblica la modernidad, en este caso del inglés. También hay que decir que Shakespeare era sumamente creativo a nivel lingüístico. Inventó unas 1,700 palabras todavía en boga en el habla inglesa, por ejemplo invulnerable, summit, champion, etc.  

Ilan, usted ya  había traducido a ‘Don Quijote de la Mancha’ al espanglish que, por cierto, fue todo un revuelo entre los puristas del idioma. ¿Cómo decide meterse con Shakespeare?

Hace poco un amigo y colega mío me enseñó una traducción que hizo en 1978 el canadiense Michel Garneau de ‘Macbeth’ --la obra más breve de Shakespeare-- al dialecto de Quebec. Yo no la conocía y quedé fascinado. Se trata de un intento de vindicar la identidad quebequense en una época de fermentación nacionalista.

¿No es lo mismo que tú intentaste  hacer en espanglish con El Quijote?, preguntó mi amigo. Para amplificar mi respuesta, empecé a traducir ‘Hamlet’. ‘En Lengua fresca: Antología personal’, editada por el Fondo de Cultura Económica,  en 2012, hice un primer intento del famoso soliloquio. (Ver recuadro) 

¿Qué fue más complejo: traducir del español Quijote de Cervantes al spanglish o del inglés de Shakespeare al spanglish? 

Las dos presentan desafíos distintos. Por ejemplo, dice El Quijote (Primera Parte, Capítulo 1): “Finalmente, de tan poquito sleep y tanto readin, su brain se draidió y quedó fuera de su mente”. Aquí el español marca la pauta. 

En contraste, dice Hamlet (acto 3, escena 1): “El poder de la belleza will sooner transform castidad from what it is to a prostituta than la fuerza de la castidad can translate la belleza into su semejanza: this was sometime una paradoja, but now the time gives it una prueba”. El ritmo sincopado viene del inglés.

 ¿Ha pensado qué van a decir los fieles seguidores de Shakespeare? ¿Se ofenderán tanto como los amantes de Cervantes?

Lo dudo mucho. Somos mucho más puristas en el mundo hispánico. El inglés afortunadamente no tiene una Real Academia de la Lengua que lo defienda, lo que la convierte en una lengua democrática, de la gente y para la gente.

Este año se conmemoran los 400 años de la muerte de ambos escritores: Shakespeare y Cervantes. ¿Cuál es, a su juicio, el gran legado de cada uno? 

 Ninguno supo que la época en que vivió sería llamada, respectivamente, la edad de Shakespeare y de Cervantes, por lo que seguramente se asombraría del tamaño que le hemos dado a su fama.

Los dos son escritores que admiro enormemente. Te confieso que me resulta más sencillo pensar en el mundo sin el color gris que sin ellos. Su legado está en haber reconocido el valor de la introspección, con eso quiero decir que ellos nos enseñaron a ser conscientes, a saber que sabemos y a reconocer que nuestras emociones pueden fácilmente derrotarnos. Yo creo —estoy seguro— que con ellos arranca la modernidad.

Si tuviera que escoger, no optaría entre los dos sino que seleccionaría un día específico en la vida de cada uno. De Shakespeare me quedaría con el temor que sintió cuando se dio cuenta que el odioso Shylock de ‘El mercader de Venecia’ es una versión del mismo Shakespeare. Y de Cervantes seleccionaría el suspiro que dejó salir al escribir, en el último capítulo del ‘Quijote’, que el Caballero de la Triste Figura había nacido solo para él y para nadie más.

 

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