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Max Frieder, el reconocido muralista del mundo que transforma a Siloé y Aguablanca

¿Para qué sirve el arte en zonas de conflicto? Uno de los mejores muralistas del mundo estuvo en Cali trabajando con fundaciones y niños para cambiarle la cara a zonas vulnerables.

7 de agosto de 2016 Por: Santiago Cruz Hoyos / Periodista de GACETA

¿Para qué sirve el arte en zonas de conflicto? Uno de los mejores muralistas del mundo estuvo en Cali trabajando con fundaciones y niños para cambiarle la cara a zonas vulnerables.

El callejón, cuenta Karen Grisales, está ubicado en el barrio El Poblado, Distrito de Aguablanca. En mayo de  2013  la gente le empezó a llamar ‘el callejón del muerto por día’. Porque pasaba justamente eso: allí mataban a alguien cada 24 horas.

Los muchachos de Alfombra Mágica, la fundación que integra Karen y que se dedica desde hace 9 años a pacificar las calles del Distrito, no se quedaron de brazos cruzados. Convocaron a los niños del barrio, a sus familias, y en una de las paredes del callejón hicieron un mural. Dice en letras grandes ‘La calle es nuestra’ y abajo aparecen niños jugando. Desde entonces, mayo de 2013,  Karen no ha vuelto a saber de homicidios en la zona.  

El arte es capaz de transformar el entorno. Esas paredes del callejón manchadas con sangre fueron pintadas por los niños,  que convirtieron un sitio de muerte en un espacio de vida. Ahora ellos salen a jugar ahí. Y un indicador de que una calle es segura es ese: los niños jugando en ella. Aquí, por ejemplo, no va  a pasar nada.

‘Aquí’ es una de las estrechas calles del barrio Mojica, también en el Distrito de Aguablanca. Sobre la calle hay caballetes, niños pintando. Los conductores no tienen más remedio que echar reversa y tomar otra ruta.

Sobre una pared, también, otros niños dibujan. Y con ellos, a veces haciendo muecas, a veces bailando, a veces saltando con su cabello y atuendo de mochilero feliz, está Max Levi Frieder.  Es uno de los mejores muralistas del mundo.

[[nid:563064;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/08/proyecto_taliking_walls_de_max.jpg;full;{Los niños del barrio Mojica se tomaron, literalmente, una de las calles del barrio para pintar. Donde hay niños, no hay violencia.Especial para GACETA}]]

Max nació en Colorado, Estados Unidos, hace 26 años. Desde los tres dibuja. Y hoy viaja por todo el planeta haciendo murales con comunidades afectadas por la violencia. Comunidades marginadas. Max ha logrado que niños y jóvenes  judíos y musulmanes pinten juntos en lugares donde precisamente algunos judíos y musulmanes se enfrentan, como Palestina.

"Para mí esto es una manera de comunicación pura. Los niños son el alma de las comunidades. Y con ellos en las calles salen también sus padres, sus tíos, sus amigos, sus hermanos. Así que las comunidades se conectan, se conocen,  a través del arte. El arte es un catalizador. Es posible hablar de los problemas de las comunidades con el arte. Y también es una manera de hablar de lo  que quieren los niños para su futuro. Es importante tener en cuenta lo que ellos tienen para decirnos", dice Max con una sonrisa gigante.

Su método es casi siempre el mismo. Los niños dibujan a su antojo en la pared, la pintan, y después entra él, a veces acompañado de un artista local, para a hacer de todo ello una obra profesional. Así, cada mural hace parte de una especie de red mundial que nos habla en un mismo idioma, el de la creatividad de los niños. En medio de todo, se hace pedagogía. Mostrarles a los pequeños otras posibilidades para su vida. O simplemente, despertar su creatividad, enfocarla a lo que deseen ser.

La base de las comunidades son las historias. Y yo quiero contar historias a través del arte. Ese fue mi impulso.  También educar.  Todos los lugares, todas las personas,  tienen problemas, tienen traumas, pero podemos ser creativos para superarlos.

Max vive en Nueva York, y llegó a Cali después de que la organización que él fundó y en la que es codirector junto al también artista Joel Bergner, Artlution, y el proyecto Talking Walls, se aliaran. Artolution se dedica a lo que hace Max, hacer pedagogía con el arte en todo el mundo, y Talking Walls, liderado por el caleño Camilo Echeverry, hace algo parecido, pero en Nueva York. Con los grafiteros locales intervienen zonas marginadas de la gran manzana.

Allá se conocieron Max y Camilo y surgió la idea de hacer un proyecto  de arte público en Cali. Primero en Siloé, haciendo un mural,  y después en Aguablanca, barrios El Vergel y Mojica, donde Max contó con el apoyo de la fundación Alfombra Mágica. Es una regla de su trabajo: llegar a las comunidades con líderes locales reconocidos. Es una forma de generar confianza con la gente.  

Además Max y Karen, la líder de Alfombra Mágica, tienen una idea en común: la calle debe ser de los niños. A nadie se le ocurriría consumir drogas, utilizar un arma, en un callejón donde decenas de pequeños pintan el mundo con el que sueñan. Como sucede ahora, en Mojica.

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