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Luis Noriega habla sobre su novela 'Donde mueren los payasos'

Esta hilarante historia del escritor caleño mezcla payasos y políticos sin saber quiénes son los unos y quiénes los otros. GACETA habló con el autor sobre esta comedia publicada en España por Blackie Books.

2 de julio de 2013 Por: Wilmar Cabrera?Especial para Gaceta

Esta hilarante historia del escritor caleño mezcla payasos y políticos sin saber quiénes son los unos y quiénes los otros. GACETA habló con el autor sobre esta comedia publicada en España por Blackie Books.

Con un epígrafe que dice: “Sea un país corrupto e impotente cualquiera…”, no será difícil para el lector situar geográficamente el lugar en donde se desarrolla la historia imaginaria de ‘Donde mueren los payasos’. Bien podría ser España, Italia, Venezuela… o la misma Colombia. Y es que el argumento de esta novela no hace pensar algo distinto. Como resultado de las sempiternas encuestas y de la novedosa popularidad que éstas le otorgan, Cucaracho -un payaso de los que se ganan la vida invitando a comer en la puerta de cualquier restaurante ejecutivo- es impulsado por la prensa a tomar partido en las elecciones para disputarle el poder al Líder. Un hombre que está convencido de ser el elegido para guiar por siempre a su país hacía mejores tiempos.El enfrentamiento entre estos dos personajes es el germen que le da vida a esta comedia en la que, como toda historia política que se respete, hay “opinión pública”, “fuerzas vivas”, “fuerzas oscuras”, “encuestas de opinión”, “acuerdo sobre lo fundamental”, “magnicidios”, “compras de votos”, “publicidad política pagada”... Para su creador, el escritor y traductor Luis Noriega, que nació en Cali en 1972, y que desde hace más de diez años está radicado en España, la novela no es un retrato de la realidad colombiana, pero aclara que hay suficiente variedad de personajes y situaciones para que cada quien se haga a su propia idea. “Ahora, si de espejo se tratara -dice el autor-, mi novela es un espejo deformante. Y, a veces, éstos muestran cosas que no queremos ver”. Sentado en un café de la plaza Virreina (Gràcia), en Barcelona, Noriega cuenta que había presentado anteriores proyectos a distintas editoriales de la ciudad, pero que éstas no lo tomaban en serio. Así que decidió dedicarse a escribir algo que fuera impublicable (sic). Y decidió burlarse de todo. Así escribió la historia en un mes, entre enero y febrero de 2010. Y en noviembre de 2012, Blackie Books, editorial para la que hacía traducciones, lo publicó. Ahora es un libro de pasta dura, 69 capítulos y 373 páginas. Una novela. ¿Cómo surge el tema de ‘Donde mueren los payasos’? El punto de partida para esta novela es que el país es corrupto e impotente. Pero la novela no trata de describir esa corrupción ni esa impotencia sino que toma esos dos problemas como punto de partida de esa carrera de erratas, que se dio en la realidad y que fue tratar de remendar una Constitución para que el presidente de turno pudiera continuar en el poder.Dentro del argumento principal, sobre la campaña política, hay una historia paralela de un personaje que está escribiendo una novela sobre lo mismo, ¿cómo lo explica? El autor era un recurso más para construir esa farsa. Y de algún modo, como me iba a burlar del mundo de los políticos, también quería mostrar que la otra cara de la moneda no es distinta. También existe la corrupción y los intereses en otras áreas y como tal, el mundillo literario no está exento de eso.¿Cuál fue el hecho que lo hizo sentarse a escribir? La novela tiene dos momentos puntuales al realizarla. El primero: el histórico-político (se ríe por utilizar este término), la primera versión la escribí entre finales de enero y finales de febrero de 2010. En ese momento, la Corte Constitucional tenía que pronunciarse sobre el referendo reelecionista. El segundo: esa decisión fue tomada el 26 ó 27 de febrero y yo terminé la novela el 28. De algún modo, en ese momento quedó la idea de que, haya o no haya elecciones, lo que habrá será una errata a la carrera. Un remiendo constitucional.Al comienzo, el personaje-autor le dice al personaje-editor que está escribiendo una novela política ¿La suya es una novela política? No, y dentro de la historia el autor es pretencioso cuando dice “novela política” porque ahí no hay programas ni hay ideas. De vez en cuando algún candidato muestra buenas intenciones, pero lo que quiere en el fondo, como los demás, es conseguir y llegar al poder.¿Cómo se puede escribir una historia de este tipo en un mes? Yo tenía varias ideas. Y el hecho de ser un autor inédito me sirvió para aprovechar otras cosas que había desarrollado con anterioridad. Muchos apuntes que salen en la novela son historias que he trabajado en cuentos publicados y no publicados. De algún modo el hecho de hacerla tan rápido, me hizo recurrir a ese material que ya tenía creado. Así salió en treinta trasnochadas.Uno de los protagonistas es un payaso… El payaso es el personaje más bajo para que podía desarrollar la escena que quería: burlarse del Líder y que fuera la humillación que sufre éste la que desencadenara el proceso electoral. Esa fue la razón de incluir a un payaso, y no es que no me gusten o que haya desarrollado una fobia contra ellos.¿Cuál es su forma o técnica para escribir? Me gusta tener definidos el comienzo y el final, luego veo cómo llego de uno a otro. Mi trabajo real es unir esos elementos y el estilo lo marca el interés por hacer una cosa muy fluida, muy rápida, muy diferente a las cosas que venía haciendo anteriormente.Sus trabajos anteriores son muy distintos a esta novela... Cómo no pensaba que se pudiese publicar, ‘Donde mueren los payasos’ la escribí como pasatiempo mío. Estaba muy suelto y sin ninguna prevención. Y quedó entretenido. Los amigos y primeros lectores me dijeron que era muy divertida y lo que comencé a hacer fue empacarla para concursos en Colombia. Hice una versión completa de 350 páginas, otra de 200 páginas, y de 150. La presente en tres o cuatro concursos en Colombia. Y no me gané ninguno Pero ya está publicada... ¿Cómo piensa que va a ser recibida una novela como esta, en cuya primera frase se lee: “El otoño del patriarca fue escrito por un payaso muerto. O casi”. Ahí ya hay una clara declaración de intenciones… Tengo mucha curiosidad. Supongo y espero que la gente se ría y la disfrute. Y quienes se vean caricaturizados, los del mundillo político o literario, la lean. Espero que sea el tipo de lector al que apunta la novela. Ante todo, veo que la gente se va a reír y en ese sentido, es algo que en la literatura colombiana no es muy frecuente.Algunos expertos dicen que la literatura colombiana es más costumbrista y seria, a veces demasiado.Veo su novela más como una caricatura escrita... Mi primera intención es esa, que la gente que lea la novela se divierta. Y ya que no podemos intervenir directamente en los asuntos del poder, al menos podamos reírnos de éste y sus implicaciones. Y otra es que si se ven reflejados o no, eso puede dar lugar a discusiones. El mundo de la literatura genera esa conversación entre autor y lector. Ahora, pienso que esta historia refleja muchas más cosas de Colombia que textos más serios que he leído. Tal vez porque las novelas serias son más construidas en términos de realismo. Crean la ilusión de la realidad. En cambio el ejercicio que yo hago en ‘Donde mueren los payasos’ todo el tiempo le dice al lector: esto es una construcción y estamos discutiendo cómo se está construyendo cada cierto número de capítulos. Creo que aquí el humor marca distancia y le subraya: lo que usted vea en esta farsa que se le parezca a la realidad, discútaselo usted, el lector, porque yo le advierto de entrada que es una farsa. Y si se le parece a la realidad, pues como dicen acá en España, “hágaselo ver”.En la novela hay un BPO, Barómetro Permanente de Opinión, que funciona como otro personaje más, el de las encuestas… ¿vivimos en una dictadura de las encuestas? El hecho de que haya encuestas todo el tiempo, y retomarla, era una figura que me permitía hacer tantas cosas como quería sin tener que ponerme en una cuestión de ciencia ficción, de ponerme a diseñar algo más complicado. Creo que el recurso funciona, en el sentido de que es verosímil con lo que está sucediendo, porque todo es “me gusta”. Se ve aquí con el tema de la independencia de Cataluña, hay quienes están a favor, quienes en contra, cada quién tiene sus encuestas y los partidos viven más preocupados por su posición en las encuestas y eso es lo que los mueve. Su punto de intención no son sus programas sino las encuestas. Muchas decisiones políticas se toman con este objetivo. Y un mismo partido puede cambiar de programas, según como respondan los números y las cifras. Eso lo vemos todos los días.Dentro de la novela habla con lugares comunes y se refiere a ellos: fuerzas vivas, país político, fuerzas oscuras, opinión pública, encuestas de opinión, dolor de patria, acuerdo sobre lo fundamental… Para un lector colombiano la historia es bastante cercana. En cambio, un lector español la leerá muy diferente. Está tejida de frases hechas de la historia de Colombia, que están ahí. Por ejemplo, con lo de “la horrible noche”, uno de los lectores españoles preguntó por qué se habla de la horrible noche si lo que iba a ocurrir era a las seis de la tarde. Ese es un nivel de construcción lingüístico que pasa totalmente desapercibido fuera del país. El acuerdo sobre lo fundamental, el miti-miti, y tantas otras, se pierden, pero también se entienden en otros niveles. Porque ese fue el ejercicio, que la novela fuese legible para que cada lector la entendiera a su manera, sin pagar peaje de conocer esas referencias. Si alguien las conoce, las disfrutará y si no, se disfruta de otra manera. ¿Le ayudó la distancia, el hecho de estar en España, para escribir? Sí. Tengo 15 años de estar en España, así que no me tomo tan en serio lo del día a día de la política colombiana. Cuando uno está en Colombia, el día a día lo llena de rabia, uno vive molesto e impotente porque no se puede hacer nada para cambiar esas cosas. La distancia permite que eso se tome menos en serio. Tomar menos en serio las cuestiones literarias también.

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