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Los intaglios de Ómar Rayo

A propósito de ‘Geometría vibrante’ que se exhibe en el Museo Nacional en homenaja al artista vallecaucano, una aproximación a sus intaglios.

6 de diciembre de 2015 Por: Por Miguel González | Especial para GACETA

A propósito de ‘Geometría vibrante’ que se exhibe en el Museo Nacional en homenaja al artista vallecaucano, una aproximación a sus intaglios.

Gracias a una beca del Icetex, Rayo se fue a Ciudad de México en 1959. Allí entró a estudiar grabado en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, conocida como La Esmeralda, y una noche, mientras trabajaba, se le ocurrió imprimir una puntilla real que quedó grabada en el papel. El artista quedó sorprendido con el resultado y luego hizo lo mismo con unas cuerdas y unas tijeras. Así nacieron las impresiones con objetos cotidianos y también los diseños geométricos abstractos basados en formas arquitectónicas, los bodegones y los temas de la naturaleza y metafísicos. Curiosamente no mostró estos intaglios en México y los guardó para ser evaluados y calificados en Nueva York, su siguiente destino, donde sorprendieron desde el primer momento al punto que fueron adquiridos y exhibidos en los principales museos de la ciudad.

Omar Rayo se dedicó con intensidad a practicar esta técnica y realizó obras que estaban ligadas con la pintura abstracta geométrica que había comenzado a producir en México. En 1963, sin embargo, el argumento de sus gráficas se tornó abiertamente en favor de los objetos cotidianos de uso diario como ganchos de ropa, batas, pantalones, levantadoras, sacos, trampas para ratones, tubos de pintura, fósforos, sobres de carta, bolsas, papeles doblados, aves y mujeres desnudas. Ya vivía en Nueva York y la fascinación por la sociedad de consumo y su poética lo cautivó.

En esta exposición del Museo Nacional presentamos una docena de trabajos realizados a lo largo de la década del sesenta. Se trata de estampas inmaculadas, sin línea, donde las imágenes surgen gracias al relieve y la luz da cuenta de su existencia a través de las sombras producidas. Presentamos desde intaglios de 1961 como las composiciones geométricas ‘Superficie en relieve’ y ‘Muralla’, hasta trabajos de 1968 como ‘Treinta pulgadas’ del grabado más largo del mundo y ‘El pelícano’, pasando por producciones de 1962 como ‘Coloquios’, ‘Ventana-ventura, ‘Pared de Nueva York doble’ y el bodegón ‘Estructura con vasos’. Así mismo, tres botones de 1967 llamados ‘Los castos’ y un zapato del año anterior titulado ‘El nuevo Attila II’. El panorama que se ofrece de estas estampas —hoy históricas y muy importantes— es fundamental para entender la gráfica en esta década del pop, el arte óptico y los contornos precisos.

México fue para Omar Rayo una experiencia memorable durante toda su vida. Las relaciones que estableció allí perduraron y el país cultural lo reconoció como uno de los suyos, así lo demostraron a lo largo de los años sus muestras en las mejores galerías y en los museos más importantes del país. (...)

Fue en México donde conoció a Daniel Alfaro Siqueiros,  Juan Rulfo, Francisco Toledo  y José Luis Cuevas,  ellos fueron sus compañeros en La Esmeralda y en La Lagunilla, dos escuelas de grabado. También conoció a Rufino Tamayo  al que lo unió una amistad entrañable y lo invitó a exhibir en su museo. La “generación de La Ruptura” fue la más cercana a Rayo en Ciudad de México: Fernando García Ponce,  Luis López Loza,  Manuel Felguerez,  Gilberto Aceves Navarro  y Tomás Parra. 

En el taller de la Universidad Iberoamericana, cuyo profesor de grabado era Guillermo Silva Santamaría,  tuvo como compañeros a Roger von Gunten,  Liliana Porter  y al colombiano Leonel Góngora.  Hizo amistad con el escritor, ensayista y poeta Octavio Paz  y se relacionó con Mathias Goeritz  un seguidor de la Bauhaus alemana, y con el arquitecto Leopoldo Gout  quien más tarde le regaló el proyecto para el Museo Rayo de Dibujo y Grabado Latinoamericano que se inauguró en Roldanillo en 1981.

Los intaglios fueron apreciados inmediatamente aparecieron. En 1964, por ejemplo, se exhibieron en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en la muestra Prints by 15 Artists. El Museo de Brooklyn los expuso en la 14th National Print Exhibition y participó con ellos en la Cuarta Bienal Internacional de Grabado de Tokio. Durante la década de los sesenta la producción de Rayo fue nutrida y esto hizo que estuviera presente en muchos eventos de primer orden como la Bienal Americana en Santiago de Chile en 1965 y la muestra itinerante por África organizada por el Moma con veinticinco artistas, titulada American Today, en 1966, año en que también fue incluido en la muestra del Whitney de escultura y gráfica. Igualmente participó en colectivas como la Exhibición Nacional de Impresos en la Biblioteca del Congreso de Washington y la muestra de grabados contemporáneos en la Biblioteca Nacional de Francia en París, en 1969. En 1971, Rayo y A. P. Oniciu compilaron los grabados de la década que, en una selección exhaustiva, alcanzaron la sorprendente suma de 434.El libro que reproduce todas estas obras fue auspiciado por el Instituto Colombiano de Cultura, el Museo de Arte Moderno de Bogotá, la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá y el Museo La Tertulia de Cali e impreso en Bogotá   

En México, Omar Rayo refinó su lenguaje pictórico y produjo una serie de pinturas sin sombra. Estructuras abstractas de varios cromatismos que se relacionan con las investigaciones sobre la geometría y sus afines, que se estaban haciendo en distintas partes del continente. Esas pinturas —fundamentales para entender la geometría de Rayo— tienen un apartado especial dentro de esta exhibición.

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