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La peste del olvido: el país que sepulta a García Márquez

El profesor de la Escuela de Estudios Literarios y del Doctorado en Historia Cultural de Colombia de Univalle, Juan Moreno, emprendió una cruzada contra el olvido ala obra del nobel colombiano. ‘Gabriel García Márquez, Literatura y Memoria’ es el resultado de ese propósito.

22 de enero de 2017 Por: Redacción Gaceta

“El día que García Márquez murió en Colombia le hicieron como homenaje una misa. ¿No es una paradoja? Él era un hombre de letras que nunca ocultó sus simpatías por el comunismo.  Y sí, le hicieron una misa”.

 El que habla es el profesor de la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle, Juan Moreno Blanco, un hombre que, como él mismo dice, se ha dedicado desde que tiene uso de razón a leer y releer y a  estudiar, sin cansancio, al escritor más importante de la historia de la literatura colombiana. A Gabo. 

  Al profesor Moreno le parece que la anécdota no deja de ser realismo mágico. “Que el homenaje oficial al producto más importante de nuestra cultura sea una misa es eso, realismo mágico. Y que, además,  uno pueda notar que García Márquez empieza a caer en una especie de banalización, en un conjunto de lugares comunes, también es realismo mágico”.

 Lugares comunes, dice el profesor, como creer que García Márquez no es más que mariposas amarillas, la mención de Macondo o un pueblo infectado con la peste del olvido.

 “Es como si Gabo, el gran escritor colombiano, el único escritor de la lengua española que se compara con Cervantes, estuviera sumido en una especie de olvido, como si ya no hubiera más que decir sobre su obra salvo hacer referencias a mariposas amarillas”. 

Luchar contra ese olvido, contra ese peste, fue la razón por la cual el profesor Moreno concibió la idea de realizar un libro en el cual un grupo de escritores, ensayistas y académicos, entregaran una visión de la obra de Gabo. 

El resultado es ‘Gabriel García Márquez, Literatura y Memoria’, una obra publicada por el programa editorial de la Universidad del Valle en la que  se reúnen 31 ensayos de 31 autores en torno a la vasta obra del novelista colombiano. 

Usted dice que a García Márquez se le está banalizando...

Sí. Yo me he encontrado taxistas a los que les pregunto por él y me responden que era un tipo al que no le importaba el país, que nunca hizo nada por Aracataca. Otras respuestas dicen que Gabo es mariposas amarillas o realismo mágico. Parece que esa es la forma en que lo estamos viendo en Colombia, en lugares comunes y banalizaciones. Y si uno lo analiza bien, se llega a la conclusión de que hay como una especie de negación con quien es el referente cultural más importante de nuestro país. A García Márquez no lo estudian seriamente en Colombia, no lo estudian ni los académicos, ni las personalidades políticas, ni se estudia en los colegios. Por ejemplo, en Colombia hay tres doctorados en literatura y en ninguno de ellos hay un curso sobre García Márquez.

Pero a veces se tiene la impresión de que el escritor que más acapara estudios, prensa y fama es García Márquez, y eso parece invisibilizar a los otros...

Eso es cierto. Sobre él se ha dicho mucho y se ha escrito mucho, pero se trata sobre todo de trabajos académicos, que se quedan en círculos muy reducidos de lectores, en círculos de eruditos. Sí es cierto que García Márquez invisibilizó a otros autores, pero es apenas natural, porque se trató de un escritor que alcanzó una resonancia muy fuerte en todo el mundo. 

¿Este libro toma una perspectiva menos academicista?

Es un libro en el que, sobre todo, se hace una demostración de que todavía queda mucho por decir sobre García Márquez y, por supuesto, es un libro que intenta acercarse más a todos los lectores, no solo a los eruditos y académicos. Gabo copó los espacios de la literatura latinoamericana durante tres décadas como escritor y eso condujo a un cierto agotamiento de la mirada. Tal vez eso explique por qué se haya dejado de estudiarlo. Sin embargo, yo creo también que falta una apuesta por una visión diferente, por encontrar muchas otras cosas en su obra, por leerla con perspectiva histórica. 

Novelas como ‘Cien Años de Soledad’ y ‘El Amor en los Tiempos del Cólera’ todavía nos dicen mucho de nuestra realidad

Por supuesto. En mis cursos hemos leído el capítulo de ‘Cien Años de Soledad’  en que el coronel Aureliano Buendía se rinde y entrega el “oro de la rebelión”. Cuando sus tropas deponen las armas y entregan ese oro, firman el Tratado de Neerlandia bajo la carpa de un circo y  lo único que reciben a cambio son promesas, promesas que luego se incumplen. Eso fue lo mismo que le pasó al M-19 y, justamente ahora que estamos viviendo todo el tema del plebiscito y de las Farc, ese libro nos llama la atención sobre nuestra situación política. Es que toda la obra de García Márquez es una exploración de nuestro pasado para comprender el presente y para construir un futuro. Para mí, se trata de una máquina de la memoria que nos habla de nuestra historia siempre, todo el tiempo, que construye metáforas de nuestro tiempo. 

Los Buendía son una metáfora de nuestra élite y de la forma en que esa élite hizo el país. Pero también, la obra de García Márquez es una contestación a la historia oficial de Colombia. 

Usted estudió y vivió mucho tiempo Francia. ¿Cómo ven en el exterior a Gabo?

Yo creo que fuera del país lo leen mucho más que en Colombia. Gabriel García Márquez se convirtió en un referente mundial y en la influencia de muchos escritores. Yo no creo que me equivoque al decir que se trata del autor más leído de la literatura en lengua española.

¿Usted no cree que se trata de uno de esos escritores que muchos citan y muy pocos leen?

Sí, con él pasa eso. La verdad es que hay una realidad preocupante. En Colombia no ha habido un plan que permita que se estudie a la expresión  más importante de la cultura colombiana que es García Márquez. Él no es un valor central para nosotros los colombianos. Por ejemplo, yo dicto un curso sobre su obra en la Escuela de Estudios Literarios, pero los estudiantes que más van son de Medicina o Filosofía. De todos modos, se trata de un curso electivo, no hace parte de las materias obligatorias del pénsum. 

¿Y cómo ve usted la actual producción novelística colombiana?

Creo que es muy saludable y además, hay que decir que la producción narrativa en nuestro país es envidiada. Todos los escritores contemporáneos son herederos de García Márquez, pero lo son no en el sentido de que estén continuando una forma de hacer literatura, sino en el sentido de que todos ellos conocieron el modelo y lo dominaron. La historia de las letras colombianas tiene un antes y un después, que es García Márquez, y a él se le debe la riqueza de la novelística actual del país. Pienso por ejemplo en dos novelas, ‘La forma de las ruinas’ de Juan Gabriel Vásquez y ‘La Ceiba de la Memoria’, de Roberto Burgos Cantor. Se trata de novelas fuertes, complejas, profundas, y cuyos autores admiten la fuerte influencia que la obra de Gabo ha tenido en ellos. Ellos han aceptado la tradición y han dominado el modelo para cambiarlo.

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