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Juan Esteban Constaín, 'el hombre que no fue jueves'

Hablamos con el escritor payanés Juan Esteban Constaín, quien se quedó con el premio de Biblioteca de Narrativa, otorgado , por su novela ‘El hombre que no fue jueves’.

2 de febrero de 2015 Por: Lucy Lorena Libreros | Periodista de El País

Hablamos con el escritor payanés Juan Esteban Constaín, quien se quedó con el premio de Biblioteca de Narrativa, otorgado , por su novela ‘El hombre que no fue jueves’.

Fue el mejor entre 112 libros que se presentaron. Libros, publicados todos en 2014, de escritores colombianos regados por el mundo por cuyas páginas se asoman desde los convulsos años 60, la realidad de nuestras ciudades, un poeta muerto por conspiración, hasta la historia de una niña poco a gusto con la sociedad conservadora que le tocó. Pero el premio de Biblioteca de Narrativa Colombiana, de cuya final también hicieron parte Margarita García Robayo y Ricardo Silva Romero, quedó en manos de Juan Esteban Constaín. Payanés. 38 años. Humor fino. Más que escritor, un intelectual. Y de su tercera novela, ‘El hombre que no fue jueves’, que nos lleva hasta las mismísimas entrañas del Vaticano gracias a la disparatada idea de un grupo de argentinos que quiso convertir en santo a uno de los escritores ingleses más geniales de todos los tiempos: G.K. Chesterton. Un autor que Constaín, que también es historiador, había comenzado a leer desde los 19 años. Se lo había ‘recomendado’ Charles Dickens y el propio Borges, que nunca ahorró elogios para él. Entonces esta novela viene a ser de alguna manera un homenaje. Y el premio entregado a Constaín una promesa: que nuestra literatura está en manos de una generación brillante.‘El hombre que no fue jueves’ nace de una llamada que recibe desde Argentina. ¿Qué sintió en esa anécdota para creer que allí había una novela?Me llamó un amigo desde Argentina a contarme que en el Vaticano cursaba una causa para santificar al escritor inglés G.K. Chesterton. Que solo faltaba el milagro. Me dijo que ese país había una especie de comunidad ‘chestertoriana’, que tenía como presidente al entonces obispo Jorge Bergoblio, hoy papa Francisco. Me pareció una idea delirante y absurda, como salida de una novela del propio Chesterton. Primero hice una columna que se llamó ‘Una oración por San Gilberto’. El tema estuvo allí, latente, hasta que se me cruzó con los deseos de escribir una novela.¿Cómo definir esta novela: tiene historia, ensayo, altas dosis de humor y todo este episodio sobre Chesterton?‘El náufrago del imperio’ y Calccio’ fueron novelas históricas porque en ellas la historia es un factor protagónico en la trama. En esta novela no estoy tan seguro, porque el narrador está situado en el presente, ese narrador incluso podría ser yo mismo. Lo que hago es servirme de la historia para profanarla.Pero, ¿no le molesta que lo encasillen dentro de ese género?Que digan que Juan Esteban Constaín escribe novela histórica, no. Pero siento que ‘El hombre que no fue jueves’ representa una evolución mía dentro del género porque me sentí con más libertad de abordar el elemento histórico y no ceñirme tan estrictamente a la realidad, como sí ocurrió en mis otras novelas. Lo que yo en realidad no quiero es contar la historia, lo que quiero es contar una historia. A mí lo que me gusta es inventar.Es una discusión que no termina. Hay lectores que se confunden frente a la promesa de una novela histórica. Se preguntan qué tanto tiene de real y qué tanto de ficción...Lo único que yo puedo prometerle a un lector es que he hecho mi trabajo lo más honesto posible para que llegue hasta la página final del libro. No le prometo un libro con una etiqueta, le prometo es una historia bien contada. Un libro de literatura, no de historia.Que los tres finalistas de este premio sean menores de 40 años habla de una generación que se está consolidando en nuestra literatura...Creo que es más una casualidad. La juventud no es un mérito. Es solo un accidente transitorio que se acaba, por suerte para algunos y por desgracia para otros. Para mí el premio es un espaldarazo a la nueva literatura colombiana. Con autores jóvenes, sí, pero tan consagrados como Ricardo Silva, que está publicando desde los 22 años.Y habla también de una generación para la que Gabo ya es un tema superado... Es cierto. Es que García Márquez ya es un clásico y es como si un escritor colombiano sintiera que Shakespeare es una sombra. Quizás a la generación que creció con él sí le pasó. Pero la que vino después -Héctor Abad, Santiago Gamboa, Enrique Serrano o Jorge Franco- superó el realismo mágico y lo que hizo fue recoger la realidad colombiana para llevarla a la literatura. Así, los que llegamos después nos sentimos aliviados de esa tarea y nos dedicamos a escribir sobre temas muy amplios, no necesariamente ligados a nuestra realidad. Gabo para mi generación es solo un abuelo bondadoso al que se lee con respeto y con admiración por el rigor y la disciplina con la que entendió su oficio.

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