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Jessica Jaramillo, la voz más fuerte del Valle en el Mono Núñez

El Valle hizo tripleta en Ginebra: Jessica Jaramillo fue Mejor solista vocal y Gran Premio Mono Núñez Vocal. ‘Años’, mejor obra inédita vocal.

9 de junio de 2015 Por: Claudia Liliana Bedoya S. | Reportera de El País

El Valle hizo tripleta en Ginebra: Jessica Jaramillo fue Mejor solista vocal y Gran Premio Mono Núñez Vocal. ‘Años’, mejor obra inédita vocal.

Con la voz como su  carta más fuerte, la sevillana Jessica Alejandra Jaramillo hizo que el Gran Premio Mono Núñez se quedara en el Valle del Cauca. 

Fue la única clasificada por el Valle,  a la gran final en la  modalidad vocal del Festival Mono Núñez y  se enfrentó a Silvia Viviana Bautista (Santander), Édison Elías Delgado (Huila), Dueto Tradición (Boyacá) y Dueto Cantares (Quindío).   

Su presentación, en la que interpretó los bambucos ‘Surcos de olvido’ y ‘Una casa llamada país’, este último de la vallecaucana María Isabel Saavedra, despertó todo tipo de reacciones. Al terminar  el público se puso de pie para ovacionarla, directivos de Funmúsica se volcaron a felicitarla y hasta figuras como la maestra Beatriz Arrellano elogiaron su presentación. 

Hasta competidores como Édison Delgado (Huila) reconocieron el peso de su trabajo “Lo hizo extraordinariamente, fue una presentación impecable”.

Y eso se ratificó con el fallo del jurado que la consideró Mejor Solista Vocal y Gran Premio Mono Núñez Vocal. Así habló la ganadora con El País:

¿Llegar a Ginebra como triunfadora del Festival Hato Viejo-Cotrafa le dio mayor seguridad en la final?

No. Cada festival es diferente, aunque el reconocimiento sí es importante. Haber ganado en Cotrafa nos permitió venir a Ginebra por derecho propio pero no es algo de garantía ni para confiarse, porque siempre hay  buenos competidores y todo puede pasar. 

¿Cuál es la raíz de su  camino  musical?

Creo que antes que hablar, lo primero que aprendí fueron las canciones que mi padre, Javier Jaramillo,  me ponía a escuchar. Creo que toda mi carrera se la debo a él porque me  inició en esto cuando  me ponía casetes para  escuchar  compositores. El primero que  conocí fue Guillermo Calderón y su bambuco ‘Daniela’. Poco a poco empecé a conocer  amigos de mi papá como Tobías Bastidas y a relacionarme con concursos de música como el ‘Cuyabrito de oro’. Creo que esa fue la puerta que nunca se ha cerrado porque desde ahí empecé a participar y hasta ahora, no he parado. A  lo largo de mi vida he tenido experiencias que me ayudan a ratificar  que esto es lo que me gusta: hacer música colombiana.

¿Qué consejo le da su padre?

Siempre me ha dicho que uno no se puede confiar. Por eso siempre hay que estar tranquila y saber esperar a que pasen las cosas, sin olvidar ser responsable con lo que tengo que mostrar porque los nervios son traicioneros y a veces le juegan a uno malas pasadas. Así que trato de divertirme.

¿Por eso canta con los ojos cerrados? 

A veces lo hago por concentración porque pararse en un escenario es una cosa horrible por todo lo que se siente, pero también lo hago porque me meto muchísimo en el cuento y lo siento de esa manera, aunque trato de abrirlos para transmitirle  más al público. Pero creo que es más un vicio. 

¿Le intimida todavía el escenario?

Sí, lo que se siente eso nunca va a pasar. Y el día que deje de pasar, es porque ya no es lo mismo presentarse en un escenario. 

¿Para qué le ha servido circular por festivales de música del país?

Me ha servido para estar vigente. Y segundo, al relacionarte con personas que conocen mucho aprendes de ellos. Me he enriquecido en la parte vocal e instrumental. Estar en los festivales es una experiencia hermosa y deliciosa. 

¿Cómo conformó el grupo que la acompaña?

Empecé con mi esposo  Diego Ariza (guitarra). En 2008 vinimos a Ginebra con guitarra y voz donde logramos ser ganadores como ‘Solista vocal’. Después se integró el baterista Álex Vargas que es de Sevilla y empezamos los tres a ir a concursos. Nos radicamos en Armenia y ahí conocimos a David Heincke (bajo) y a Ómar Fonseca (flauta). Y empezamos a trabajar a hacer  ensayos en la casa y así surgió el ensamble. Aunque en Ginebra nos presentamos como solista, en realidad somos el Ensamble Calle Real.     

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¿Qué géneros exploran?

Estamos haciendo música andina, latinoamericana, algo de boleros, estamos trabajando el jazz, aunque es un género muy complicado, de mucho respeto y responsabilidad. Así que estamos a manera de estudio haciendo algunos montajes en jazz.

¿Qué tuvo en cuenta al seleccionar el repertorio de la gala final?

Intentamos tener una  selección  variada con   cosas que nos gusten y que yo me sienta identificada. Presentamos dos canciones que muestran dos caras de la moneda: el dramatismo en ‘Surcos de olvido’, de Guillermo Calderón, porque habla de una realidad muy cruel del país; y por otro lado la esperanza del amor por la patria como es la composición  ‘Una casa llamada país’, de la vallecaucana María Isabel Saavedra.  Esos contrastes nos permiten hacerle sentir al público muchas sensaciones. 

¿Cómo percibió la reacción del público?

Me sorprendió muchísimo. El público fue muy receptivo. Hoy tengo la fortuna de decir que el público  de Ginebra se puso de pie para aplaudirme y eso nunca me había pasado. Y así no hubiera logrado el reconocimiento, me sentiría igual de satisfecha porque hicimos un trabajo con esfuerzo y sacrificio y la gente lo supo recibir y se va a acordar de él por mucho tiempo. 

¿Hay proyectos de un nuevo disco?

Ya tenemos un disco que se llama ‘Mi esencia’ que se realizó cuando estábamos la batería, la guitarra y la voz. Ahora hemos madurado  en el sonido,  tenemos un nuevo formato y estamos pensando en grabar entre agosto y septiembre.

¿No sintió un gran peso al ser la única finalista del Valle?

No, sentí un orgullo grande. Fue una gran responsabilidad pero hicimos bien la tarea.

‘Años’, la mejor obra inédita vocal

Este año el jurado del Festival Mono Núñez consideró como la Mejor Obra Inédita Vocal el bambuco ‘Años’, una composición de Fernando Salazar  con letra de  Armando Lenis.

 En la gala final del Festival la obra fue presentada por Salazar, quien la interpretó, y contó con el acompañamiento de la maestra María Isabel Mejía. Este año, Salazar también se hizo presente con los niños y jóvenes de la Escuela de Música de la vereda Chicoral, del Valle. Fernando Salazar hace parte del Dueto Vivir Cantando, junto al maestro Lucho Vergara. 

En la edición 41 del Mono Núñez, la obra inédita instrumental ganadora  fue el pasillo ‘Chilita’ de  Germán Darío Pérez.

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