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"Estamos en un mundo jodido, donde percibimos varios siglos a la vez": Jon Lee Anderson

Viaje a la mente del famoso periodista nortemericano Jon Lee Anderson, quien habló con El País a su paso por Colombia, donde fue uno de los invitados especiales a los Premios de Periodismo Gabriel García Márquez.

5 de octubre de 2014 Por: Paola Andrea Gómez P. | Jefe de Información

Viaje a la mente del famoso periodista nortemericano Jon Lee Anderson, quien habló con El País a su paso por Colombia, donde fue uno de los invitados especiales a los Premios de Periodismo Gabriel García Márquez.

Tras la apariencia de un extranjero de ojos azules, cabello cano y con cierto aire de director de cine se esconde uno de los periodistas que mejor conoce lo que pasa en el mundo.Él es la inspiración de las nuevas generaciones del oficio, maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, reportero del New Yorker, escultor de perfiles de grandes líderes latinoamericanos y relator de los conflictos del medio oriente. En esta entrevista, Jon Lee Anderson le mide el pulso a las realidades del planeta y a la neurosis que vive el periodismo:¿Cómo ve en este momento la foto del Medio Oriente, uno de los periodistas que más ha palpado y escrito sobre sus diferentes conflictos?Es bastante tétrica y fatal. Parece que ha sido una provocación por parte del Estado Islámico que busca alarmar a Occidente con la guerra. Han agregado sus ‘combat’ a lo que ya era una guerra, violenta y sangrienta en Irak y Siria. Estamos ante la hecatombe que veíamos todos venir, desde que Siria empezó a convertirse en un hoyo negro. Toda la región está desencajada. Libia también, cuya caída del régimen de Gadafi fue provocada por la Otán hace tres años y se marcharon. Y hoy día hay por lo menos tres polos de poder en disputa abierta. Han destruido muchas ciudades, la capital está en manos de milicias, otras en manos yihadistas se han plegado al credo del estado islámico anti occidental. Y Libia se ha convertido en un hoyo negro donde llegan todos los migrantes de África que son traficados a través del país en barcos, para buscar su futuro en Europa, muchos mueren ahogados. Se ha abierto una especie de caja de pandora. También para desquiciar se han plegado a esta noción de matar.¿Cómo lo tocó como periodista el caso reciente de las muertes de los reporteros decapitados? Entiendo que James Foley, de quien escribió en New Yorker, era su amigo.Me tocó más que como periodista en lo humano, muy fuerte. Yo conocía a James, habíamos pasado tiempo juntos en Siria y en Libia.  Antes y después de un viaje mío en la parte donde estaban tomando el terreno los insurgentes. La última vez que conversé con James fue una especie de advertencia mía, le dije que yo percibía una especie de amenaza creciente por parte de los yihadistas. Da la casualidad que me había topado con un barco islámico paquistaní en la frontera. Un colega holandés y un colega británico, que no conocía en ese momento, eran amigos de James y habían sido secuestrados por yihadistas y liberados en el interino, luego de haber sido baleados, torturados y golpeados con unos testimonios aterradores y sus torturadores más crueles habían sido los británicos. Era la primera advertencia de que el terreno no estaba seguro. Después de saberlo me fui por otro lado y salí a salvo, en medio de misiles.¿Lamenta que James Foley no lo haya escuchado?James se había quedado en la frontera buscando como ubicar y ayudar a otros dos. Habían rebeldes moderados que lograron liberarlo y salió la noticia con su salvación y su vuelta a Turquía. Ya muy cerca de donde me lo había topado del lado turco.Busqué a James porque yo cuestionaba su deseo de volver adentro de Siria, entrando y saliendo con los rebeldes. Le insistí que no volviera y me desoyó. Y fue como a las dos semanas que lo cogieron. Han entrado y salido periodistas de ONG pagados por sus gobiernos. Pero en el caso de los británicos y americanos, no. Y quedan cuatro. El líder que está hablando ahora es el mismo que tanto torturó a James.Recientemente usted decía que esas guerrillas han dado paso a los terroristas y esos terroristas han dado paso a asesinos en serie…He visto videos en youtube que no puedes sacarte de la cabeza. Ellos no solamente están degollando para generar un impacto cruel. Utilizan los dispositivos (smartphones) para aumentar su terrorismo porque lo llevan por todo el mundo. Y lo triste es que hay mucha gente que los ve, aunque para la mayoría de nosotros, gente buena y de moral, somos espantados por tales imágenes y la noción de que alguien puede hacer eso a otra persona. Pero hay gente desquiciada en este mundo, enajenada que dice ‘lo voy a hacer yo también’. Ha habido decapitaciones ahora de desquiciados en Londres, en Estados Unidos y en Washington, pero también de un pobre alpinista en Argelia.¿Ese panorama crudo no lo ha hecho repensar su decisión de reportar desde el Medio Oriente?Bueno es que no es lo único que he hecho. Mucha gente me asocia a ello y es cierto. Pero desde la década pasada voy por todos los lados. El mundo musulmán está en picada, en extremo y está muy violento. Hay una crisis dentro del Islam y que una religión pueda llegar a tener tanta gente que la interpreta de una manera violentísima, significa que la cultura tiene un problema. No es solo el pecado de Occidente. Algo pasa ahí. No son ovejitas de Dios y la religión tiene parte del problema. El Islam enquista una prédica intolerante, vengativa y hostil hacia otros credos. Hoy en día es la única religión que plasma a través de intérpretes que dicen que es una religión de la paz. Aparentemente no lo es.Estamos en un mundo jodido donde percibimos varios siglos a la vez. Estamos en el siglo 21 y esta gente está en siglo 14. Y con armas y cámaras que pueden magnificar lo que hacen para incitar y adiestrar a los demás. Y no es que los yihadistas se quieran ir. Ellos quieren conquistar el mundo. Creen que todos nosotros somos seres matables, infieles. En youtube pueden ver muchos videos de ellos matando y riéndose mientras matan. Brincando con deleite. He visto que dan brincos mientras balean a personas. Nada más porque son de otra tendencia del Islam. Toman mujeres como esclavas de las otras sectas. Dicen que pueden ser utilizadas como prostitutas y vendidas y eso está ocurriendo desde Nigeria con el Boko Haram hasta Siria e Irak.Como reportero ha tenido tres momentos de extremo peligro ¿Cuál ha sido ese momento en el que de pronto sintió que no había regreso?Han sido varias las ocasiones. Lo peor para mí no son las balaceras, las que rozan cerca. Aunque ha habido detenciones o secuestros, un par de ellos siempre en países musulmanes, porque generalmente esas personas creen que tu eres otra cosa, que eres espía. El hecho de que eres occidental te hace sospechoso y matable. Me ha pasado en tres ocasiones, una en Afganistan, cuando la gente de Bin Laden venía en plan de mandarme una patrulla. Yo estaba en una puerta cerca de la pista aérea del gobierno que estaba bombardeado por rusos y dentro de todo eso llegaron árabes que luego supimos que eran voluntarios de Al Qaeda. Eran muy hostiles y aunque eran voluntarios tenían su propio campamento. Siempre, donde veían a un occidental lo querían matar. Y en esa ocasión llegaron, me habían visto buscando ‘el inglindi’ como decían allá. Mis anfitriones decían que no había peligro. Y ante el temor de que volvieran con más gente, porque eran locos, decidieron sacarme de la zona de la guerra y me pusieron en un jeep, rodeado de todos armados y con turbante y tuvimos que pasar frente a los árabes. Estaban muy bravos. No había fuego porque había un pacto de alianza y me sacaron.¿Ese fue el instante en que más temió por su vida?Fue un momento de susto. Fue una locura. Ese mismo día, por esa zona intentaba llegar más cerca del frente cuando un tanque disparó contra nuestro vehículo y pegó muy cerca del coche. Estábamos a punto de usar un puente y las balas de tanque que nos pegaron son gigantescas. En la orilla de la carretera levantó un montón de cemento y miles de piedras y era como todo en noción lenta. Estábamos perplejos del impacto y era como si viera cada pedazo en átomos. Como si todo se detuviera y pudiera ver a cada piedra. ¿Cuando pasa eso se encomienda a algo, reza o qué hace?No soy religioso. Lo que hago es buscar salidas. Una cosa es que temas porque te matan y otra cosa es cómo desahogarse. Generalmente están los que piden clemencia o ven su vida pasar por delante. Yo no he llegado a eso. En una de sus partidas, su esposa Erica le dijo: ‘espero que regreses completo, querido’ ¿Cómo fue eso?Me lo dijo con cierto tono de humor. Ella es tranquila. Cuando ella siente que hay un temor más grande me lo hace saber, de hecho en un par de ocasiones me ha hablado, de otra forma, no. Confía en mi juicio.En Inside the League, libro que escribió con su hermano Scott, hablaban de esos tentáculos extendidos por todo el continente americano de bandas. ¿Cree que siguen presentes? ¿Esas guerras siguen siendo cíclicas?Cíclicas, eso fue lo que dije en el libro. La guerra es una constante en la historia de la humanidad. Ojalá no lo fuera pero ha sido siempre un recurso para resolver impases políticos o el recurso de violentos para tomar más poder. No eliminamos la violencia, le damos espacio para que los violentos actúen y eso es sin duda el caso del mundo islámico. Nunca han establecido un estado de derecho, una legitimidad plena en la que todos los ciudadanos se sientan identificados por su gobierno.En esta región, el nuevo mundo, tenemos una ventaja muy grande. Ha habido mucha violencia pero no esa violencia sectaria, porque somos tan distintos del otro mundo. Somos la fusión de todos ellos, de todas las razas y las religiones. En América Latina los cristianos y los musulmanes viven sin problema, porque dejaron atrás el bagaje. Comenzamos a crear otros problemas: grandes ciudades, bastante trastornadas, con bastante pobreza, narcotráfico y conjuntamente el bandolerismo ha creado una especie de ser sicopático que hoy es una realidad en América Latina, que es quizás el equivalente a las bandas del estado islámico. ¿El caso de México es quizás uno de los que mejor retrata esa realidad?México es una sociedad muy violenta, porque el Estado no ha sido del todo legítimo. Si miras bien a la historia mexicana verás que políticos, policías, gobernantes, a través de las décadas desde el siglo pasado, han sido identificados como sangrientos. Es como si el poder fuera oscuro. La gente cree cosas horribles de sus gobernantes, sin embargo viven en supuestas democracias, pero los creen capaces de matar a otros.¿Cómo analiza la situación de Colombia, en ese panorama continental?En Colombia ha pasado algo similar a México, pero como que hemos avanzado en ese respeto, yo creo. Hay mucho que hacer pero digamos que el mismo hecho de que haya un proceso de paz es un paso muy grande. Han logrado establecer extrañamente microcosmos de democracia y de bienestar social como polos. Si no es todo el país o todos los ciudadanos, son polos significativos que han sido incluidos en una noción de bienestar nacional. Está ocurriendo poco a poco en diferentes aspectos en América Latina, pero donde la gente se siente angustiada vemos los conflictos. En Venezuela ha estado fraguándose un malestar social, no es una sociedad estable, cuando no hay una sociedad estable mucha gente entra en malestar. O bien con su prójimo o bien con el gobierno. Podemos ver la erupción del conflicto.En Colombia una de las grandes preocupaciones es que seamos capaces de perdonar y de construir sobre el olvido de cosas que parecen difíciles de olvidar.Yo no creo que se pueda olvidar. Hay cosas que no han de olvidarse, al contrario. El olvido es dañino, porque no existe hoy en día el olvido. A menos que te hagas una lobotomía y te lo saques. Lo que piensa la gente es que suprimen sus sentimientos y su moral. Cuando la gente se siente obligada a olvidar y a mantener en silencio, el perdón funciona a medias. Son sociedades donde la gente se porta como si no tuvieran memoria. Al perder la memoria creamos otro tipo de trastornos. ¿Cómo puede un padre dar clases a un hijo de que eso está bien si este mató a mucha gente y no lo han arrestado? ¿Decirle, no podemos hacer nada, chico? -¿Pero papá los que matan no deben estar en la cárcel? Sí, pero en este caso no. Yo creo que se crea una sociedad sociópata que no distingue la diferencia entre el bien y el mal y eso sería un gran peligro para Colombia. Y si no se hace la justicia ante todos se hace a escondida. Si hay gente que cree que aquellos tienen que ser castigados, pero por razones políticas se pliegan a una firma y luego los van a matar… Y eso ha pasado antes en Colombia, si no hay la institucionalidad militar y de inteligencia, los ganaderos toda esa gente conservadora que ha propiciado el paramilitarismo en el país no les convence que hay que aportar la paz con la guerrilla y no quiere es establecer la institucionalidad y tragarse algunos sapos, si no les convence eso no va a funcionar. Y Colombia seguirá en el mismo círculo de siempre. Ojalá para Colombia haya paz. El país que busca la paz está en el camino.Ahora hablemos de periodismo. Usted ha sido crítico de la forma como se está haciendo periodismo en la actualidad. ¿En qué estamos fallando?Los smartphones han democratizado el ambiente. Todos tienen la posibilidad de enviar información, es como un hecho fáctico, es una virtud y está bien. Pero a partir de ahí, cómo lo utilizas. Estamos todavía en un mundo nuevo. Por el hecho de tener smartphone no eres periodista. Antes no existía esa posibilidad. Puede que tuvieras competencia, a veces genial a veces nefasta. Cada vez que una persona toma una cámara y la pone en twitter o en facebook o youtube están desplazando los fotógrafos. De hecho esa profesión está en picada absoluta desde hace tres o cuatro años. Los fotógrafos, década pasada, tenían una vida y solvencia. Ya no la tienen. Un fotógrafo puede hablar con mucha más visceralidad que un escritor pero los mismos escritores también lo están padeciendo. Para ir sobreviviendo todos nos hemos ido plegando a la actualidad. Y ha creado una situación de neurosis y ansiedad compleja e incierta.¿Qué hacer con ese estado de neurosis que sufre la prensa?Hay qué preguntarse ¿Va a acabarse el periodismo? No. ¿El periodismo está en crisis? Sí. De esta situación de incertidumbre saldrán adelante algunos medios legítimos que ofrecen escuela, frente a otros que creen que simplemente con lo que hacen ahora son legítimos. Esos se acabarán. ¿Y qué decirle a las nuevas generaciones que están conociendo el oficio, desde los reportes que se hacen en twitter, youtube o facebook?En general, a los chicos que vienen, los veo como ‘free lance’ que intentan conseguir su posición en el mundo. Tienen una ventaja, pueden marcharse. Lo que ha cambiado es que ahora puedes tener un blog, ser conocido entre los jóvenes. Y veo un riesgo mayor en lo económico, porque al final los periodistas nunca han buscado la fortuna. Más bien es la noción de que tu aquí puedes abrir el iPhone y ver lo que está pasando en el mundo. Tú puedes ver lo que está pasando en Siria, pero ¿acaso hueles lo que está pasando ahí? Digo, hueles porque es necesario. Si un chico cree que lo sabe todo, basado en un solo sentido, está equivocado. Los seres humanos tenemos varios. Eso no lo estás experimentando de la misma forma que alguien que está ahí. Yo reivindico el periodismo que se embarra las botas. Y siempre digo también, el que se embarra las uñas.

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