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'El sueño americano', crítica a película Brooklyn

En busca de un futuro diferente, la joven irlandesa Eilis Lacey se embarca a Norteamérica. En este lugar empieza una nueva vida que se le presenta generosa en oportunidades y afectos.

20 de marzo de 2016 Por: Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

En busca de un futuro diferente, la joven irlandesa Eilis Lacey se embarca a Norteamérica. En este lugar empieza una nueva vida que se le presenta generosa en oportunidades y afectos.

Existen historias que, desde sus primeras secuencias, tenemos la sensación de haber visto sino por su trama, sí por sus personajes planos y reconocibles en la televisión. Y por el mismo caminito van las producciones que pueden decepcionarnos en sus primeros treinta minutos. 

‘Brooklyn’ es una de esas películas que camina sobre la peligrosa línea que separa la decepción y la resignación. Una producción que  si pretendía conmovernos con una historia de amor, no lo consigue. Y si lo que quería era mostrarnos la vida del migrante, las renuncias que debe hacer en busca de su anhelo de cambio, se queda solo en la superficie. 

Esto lejos de ser un cruel señalamiento es, sin duda, el acto más generoso que podemos tener ante el director de una película cuyo final podemos suponer desde su planteamiento.  

Esta es la historia de Eilis Lacey (Saoirse Ronan) una joven irlandesa que vive en compañía de su hermana y su madre en un pequeño pueblo en el que no pasa casi nada.   Aburrida de la rutina de su vida que consiste en trabajar en una tienda de abarrotes y asistir a insípidas reuniones parroquiales, Eilis decide darse una nueva oportunidad y se embarca rumbo a Norteamérica. Allí la espera la promesa de un trabajo y la ilusión de empezar a vivir todo aquello que nunca pensó que podría ser.  Claro, también sabe que al irse dejará atrás a su madre y a su única y entrañable hermana.

En Nueva York, al igual que los demás inmigrantes, la chica se ubica en Brooklyn e intenta adaptarse a una nueva vida en la que las nostalgias están a la vuelta de la esquina y se mitigan con cartas que cruzan el océano en los dos sentidos. 

Y mientras se hace a unas nuevas amigas, se acostumbra a la cambios, las dinámicas y la manera de vivir de los neoyorkinos, presenciamos el amor  y la fidelidad que se profesan ella y su hermana acompasados de una voz en off que narra lo que ya hemos visto, sin develarnos nada menos obvio. Al fin y al cabo ahora vive a miles de kilómetros de las miradas acusadoras de los habitantes de su pueblo en un lugar  donde todo es posible.

De esto va esta película que tiene por nombre ‘Brooklyn’ y cuya dirección corre por cuenta de John Crowley, quien estuvo al frente de proyectos de poco renombre como ‘Circuito cerrado’ y ‘¿Hay alguien allí?’ y algunas series de televisión más relevantes como ‘True detective’. 

En esta ocasión, con ‘Brooklyn’ pareciera dar un paso al frente en cuanto estar a cargo de una producción más ambiciosa, de todas maneras estamos hablando de una película de época  que pretende ser fiel a una realidad. Sin embargo, la producción, que se regodea en su propuesta de arte, hermosa en su vestuario, resulta bastante ingenua y poco propositiva desde su historia.   

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La historia de Eilis sigue su curso basada mucho más de acciones externas que en su interior. Aquella nostalgia que embarga cada acción del inmigrante y aquella tristeza que acompaña cada respiración del advenedizo se despacha con un par de situaciones comunes y de manera distante, poco asistida. Bastante desaprovechado el conflicto ante la apuesta de un director que coquetea con la tristeza y el desarraigo pero que no se anima a entrarle de frente a un tema que, sin duda, se le va como agua entre los dedos. 

Así pretende mostrar el debate interno del personaje con miradas tristes y una que otra lágrima, pero su propuesta no alcanza la dimensión real del sentimiento del que emigra dejándolo todo a atrás.  

Pero su vida toma un rumbo diferente  cuando la joven conoce a un muchacho hijo de inmigrantes italianos, de quien se enamora. Y como si no tuviéramos suficiente dosis de lugares comunes, a los estereotipos se le suma otro: el de la numerosa familia italiana que debe aprobar a la novia y donde no falta el imprudente  hermanito menor. Y mientras tanto, la voz en off de la protagonista que narra sus cartas va y viene, para reforzarnos lo que ya hemos visto en la pantalla.

Entonces resulta que, después de todo, estamos frente  un melodrama que se interesa solo por contarnos una historia de amor. Que no tiene la intensión de dejarnos adentrar en su protagonista sino que se mueve a merced de las circunstancias de la vida. 

Y la película que al principio parecía ser la compleja historia de una emigrante y que hasta prometía dejarnos ver el Nueva York de los cincuentas y el origen de Brooklyn, no termina siendo nada de esto.  Porque aquí los problemas no resultan ser tan serios, ni las dificultades son tan difíciles de superar y el romance que parece ser nada se convierte de la noche a la mañana en una tremenda historia de amor. Pero si de esto se trataba faltó, sin duda, untarse más de dramas, lágrimas y obstáculos.  Faltó fortalecer el triángulo amoroso y acrecentar el dilema de la protagonista. Y sobró hacer telenovela en cine. 

‘Brooklyn’ ofrece al espectador una película más parecida a una obra didáctica en la que prima el popular ‘América, tierra de las oportunidades’ convirtiéndola en una oda al sueño americano. Esta dulce y poco realista historia de amor podría llegar a conmover a los más románticos espectadores, exigiéndoles eso sí, paciencia y vista gorda. 

@kayarojas

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