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El arte y la justicia

Carlos Hernán Herrera es morfólogo del CTI. Se encarga, entre otras cosas, de elaborar retratos hablados, reconstrucciones escultóricas y cotejos de imágenes. Su trabajo fue clave para comprobar que Sigifredo López no era el hombre que, en un video, planea la toma a la Asamblea del Valle. ¿Puede el arte resolver un crimen?

20 de diciembre de 2015 Por: Por Santiago Cruz Hoyos | Periodista de GACETA

Carlos Hernán Herrera es morfólogo del CTI. Se encarga, entre otras cosas, de elaborar retratos hablados, reconstrucciones escultóricas y cotejos de imágenes. Su trabajo fue clave para comprobar que Sigifredo López no era el hombre que, en un video, planea la toma a la Asamblea del Valle. ¿Puede el arte resolver un crimen?

Carlos Hernán Herrera toma una hoja en blanco y un bolígrafo para explicar cómo, desde su ciencia, la morfología forense, descubrió que Sigifredo López no era el mismo hombre que, en un video, planea la toma de la Asamblea del Valle del Cauca y el posterior secuestro de doce diputados.

- Comencé con el estudio de la mano de Sigifredo. Hay una serie de proporciones que diferencian la mano de una persona con la de otra, así a simple vista no tengan mayores diferencias. Para lograr hacer el estudio debía encontrar planos coincidentes entre la mano que aparece en el video y la mano de Sigifredo. Además, tenían que ser imágenes de la misma época a la que ocurrieron los hechos. El video, aproximadamente, se grabó uno o dos meses antes a la toma de la Asamblea.

Aquel día,  11 de abril del año 2002,  los guerrilleros de las Farc entraron a la Asamblea Departamental portando uniformes del Ejército. Dijeron, a los gritos, que había amenaza de bomba. Los diputados subieron raudos a una buseta sin sospechar que era conducida por sus captores. 

El bus atravesó el centro de Cali hasta llegar a las montañas. En el recorrido, donde los subversivos dieron a conocer su verdadera identidad,  grabaron el video de su ‘botín’.  Con los diputados pretendían presionar al Gobierno para intercambiarlos por guerrilleros presos. También buscaban que se despejaran de militares dos municipios – Florida y Pradera – para negociar un supuesto fin del conflicto armado. 

En una de las imágenes Sigifredo López se está mordiendo la uña del pulgar de su mano derecha – el gesto de un  hombre nervioso -  y con su índice se toca el mentón. Como si formara una especie de U con los dedos.

El hombre del video con el que se planeó el secuestro, igualmente con su mano derecha, sostiene con el pulgar y su índice un señalador,  algo similar a la antena de radio de un carro. Con el señalador indica, en un plano, las zonas donde se llevaría a cabo el operativo.

- Al medir  la falange del guerrillero que aparece en el video sosteniendo el señalador, con la falange de Sigifredo López mordiéndose la uña  del pulgar en la buseta, supe con total certeza que eran manos de personas diferentes. La diferencia en las proporciones de una y otra era de casi el 26%, lo que es muy significativo.  Vamos a mi computador te muestro el estudio, dice Carlos.

En la pantalla se lee lo siguiente: “Se puede establecer con un índice de alta probabilidad que la persona en el video donde se señala el mapa en el preparativo de la operación del secuestro y se observa una mano con un señalador, y el señor Sigifredo López, no son la misma persona. Si bien existe pobreza en la información gráfica, esta es suficiente para afirmar que no existen parámetros morfológicos que orienten a una uniprocedencia personal  y los escasos parámetros observados son suficientes para determinar con certeza que se trata de personas distintas. Este análisis ha podido detectar otras diferencias con relación al contexto nasal, y que son relevantes y confirmativos al resultado anterior”.

Carlos comienza a dibujar la nariz de Sigifredo López vista de perfil, (otra imagen tomada en la buseta) y al frente dibuja la nariz del hombre del video. Mientras que la nariz del exdiputado tiene una curvatura, la del guerrillero cae en línea recta. La imagen de perfil de ambas narices le permite descubrir otro dato importante: el guerrillero tiene una mordida que se podría calificar como ‘normal’ – cuando muerde sus dientes superiores se encuentran perfectamente con los inferiores – y en cambio Sigifredo López padece de retrognatismo mandibular, es decir que cuando muerde los dientes superiores sobrepasan ligeramente a los inferiores. 

- Tiene una mandíbula retrasada.                                                              

El abogado del exdiputado, Elmer Montaña, asegura que además de haber demostrado que los testigos contra su defendido eran falsos, el estudio de morfología fue “contundente” para comprobar su inocencia.  

- En este caso creo que tuve una chispa de creatividad artística, dice Carlos mientras deja el bolígrafo sobre la mesa.  

 II

Carlos nació en Cali hace 49 años. Cuando tenía 8, ocupó el segundo lugar en un concurso de dibujo en el colegio. Así que la destreza para dibujar la ha tenido desde siempre. Tal vez eso lo motivó a  estudiar artes plásticas en la Casa de la Cultura de Buga, aunque después hizo énfasis en antropología forense en la Universidad Nacional “como complemento a mi trabajo científico artístico especializado”. 

En su tiempo libre pintaba algún cuadro. Uno de los primeros lo llamó ‘Gélida fidelidad’. Es la escena de un jinete atravesando un glacial  y un perro que, pese a que está seguro de que va a morir en semejante clima, sigue a su amo en su camino. 

Cuando tenía 23, Carlos se vinculó a la Dirección Nacional de Instrucción Criminal. Era finales de los años ochenta. En la Dirección buscaron personas que tuvieran alguna formación artística para convertirlas en expertas en retratos hablados y en morfología forense. 

En ese entonces hacían parte del Cuerpo Técnico de Policía Judicial, lo que ahora se conoce como CTI: Cuerpo Técnico de Investigación. Carlos hace parte de la división de Crimen Organizado. Entre otras cosas, está dedicado a la individualización de 1400 miembros de la organización criminal conocida como Los Rastrojos. 

- Fue ahí – inicios de los noventa -  cuando  surgió la idea de contar en la justicia con personas con vocación artística que ayudaran a la individualización tanto de víctimas de la violencia como de sospechosos de haber cometido algún delito. Se hicieron enlaces con el Gobierno Británico y trajeron unos expertos que se denominan artistas forenses. Con ellos comienza el primer ciclo de nuestra formación como morfólogos. Tres años después trajeron a Richard Neave, experto en reconstrucción cráneo facial. Él fue quien hizo la aproximación del que podría ser el rostro de Jesucristo (cara ancha, nariz grande). Con Neave se inicia en el país la técnica de la reconstrucción cráneo facial utilizando arcilla y otros elementos. Antes solo se hacían retratos hablados. Era  1992 o 1993. 

En una ocasión, y gracias al trabajo de Neave, un hombre fue condenado a pagar cadena perpetua después de haber sido culpable de asesinar al amante de su esposa. El caso sucedió en Inglaterra. Neave reconstruyó en arcilla el rostro de la víctima y la imagen se publicó en los periódicos, lo que permitió dar con el asesino. 

Hace unos días, Carlos firmó el cotejo que confirmó la identidad de un jovencito que había asesinado a una mujer en un centro comercial de Cali. El muchacho, de apenas 19 años, deberá pagar unos  30 años de cárcel. Cuando Carlos firma alguno de sus estudios como si fuera uno de sus cuadros, puede determinar la libertad o la condena al encierro de una persona.  El futuro, prácticamente. 

Carlos se asegura que el arma que lleva en el cinto – por su seguridad personal -  sigue en su lugar. 

III

- Solo en septiembre, entre tres morfólogos del CTI, hicimos 680 álbumes para reconocer a los miembros de la banda   La Empresa, de Buenaventura. Se trata de un procedimiento en el que se le presentan a un testigo fotos de muchas personas con características similares: color de piel, estatura, peso… Como el reconocimiento en fila que se ve en las películas. Acá se hace con fotos y está sustentado ampliamente en el Código de Procedimiento Penal. 

En un país en el que a diario se deben reconocer víctimas y victimarios, los morfólogos parecieran no tener tregua. Además de los álbumes, también deben realizar un proceso que denominan ‘estigmatización’: consiste en maquillar a un investigador cuyo trabajo, por ejemplo, sea infiltrarse en las galerías de la ciudad para descubrir quién está detrás del microtráfico de drogas. Así que Carlos lo podría convertir en un indigente, por citar un caso, o en un vendedor de helados,  a lo mejor en un afilador de cuchillos. 

Los morfólogos también se encargan de los “procesos de envejecimiento”: tratar de descifrar cómo se vería hoy una persona que desapareció hace, digamos, 20 años. 

Para lograrlo requieren  la fotografía más reciente del desaparecido. Incluso podría ser la foto de la cédula de ciudadanía. Esa imagen la transforman aplicándole a los músculos del rostro el envejecimiento natural y paulatino causado por los años, hasta llegar a la edad actual o a la requerida por las autoridades. 

Otra de las tareas  de la morfología forense son los cotejos faciales como el del caso Sigifredo López, que básicamente es determinar – mediante mediciones de los huesos, comparaciones de la forma de los labios, la nariz, los ojos y las proporciones naturales de los rasgos-  si la persona que está en una foto o en un video utilizado como prueba es la misma que está acusada de cometer un delito. En ocasiones, sin embargo, los videos son demasiado confusos como para establecer la identidad de alguien, así que el cotejo se descarta como prueba o simplemente  se considera  de “carácter orientativo”.  Los morfólogos también  caracterizan  criminales: ¿cómo se vería un delincuente si decidiera llevar una peluca? ¿O unas gafas y un sombrero? ¿Cómo se vería si se rasurara o decidiera mimetizarse tras un bigote postizo? ¿Qué tal que se disfrazara de mujer?  La reconstrucción escultórica de un rostro en yeso o arcilla, otra de las labores de un morfólogo es, sin embargo, una técnica en desuso. Los costos, para empezar, son altos. Una sola reconstrucción puede costar entre $6 y $10 millones, y puede tardar 15 días en terminarse. Un morfólogo con mucha destreza podría hacer tres esculturas  al mes.Muy poco en un país donde a diario aparecen cuerpos por individualizar. Así que los morfólogos hacen la misma reconstrucción, pero en papel, un proceso que puede tardar un día. Se basan  en  fotografías  aunque, si el rostro está completamente desfigurado, o si apenas se encuentra el cráneo de la víctima,  se fundamentan en los estudios y mediciones que previamente han realizado  médicos, odontólogos, antropólogos,  el personal que hizo  la inspección técnica del cuerpo. Ellos entregan los parámetros de  edad, sexo, raza y caracteres individualizantes: ¿cuál es el tamaño exacto de los ojos? ¿Y la forma? ¿Son oblicuos, redondos, alargados? ¿Cuál es la medida de su cuello? ¿Su nariz está desviada a la derecha o es operada? ¿Sus labios son gruesos o delgados?  Con esos parámetros, y muchos más por supuesto,   los morfólogos dibujan el rostro. Como un retrato hablado.  Los retratos hablados funcionan de igual manera para hallar delincuentes: un testigo de un delito describe en detalle la cara del supuesto malhechor. La imagen se da a conocer en los medios de comunicación – quizá alguien lo identifique y entregue una pista valiosa – una forma de ir cerrando  el cerco para atraparlo.  Hace unos días se publicó en el diario el retrato hablado de alias El Pavo, acusado de matar una persona y herir a otras nueve en un bar de Buga. Llevaba gorra, su nariz es ancha y achatada, sus labios gruesos, sus ojos pequeños. Como si los mantuviera entrecerrados.  Por información que permita su captura, la Policía ofrece $20 millones.  IV - Yo me considero un defensor de  vida, dice Carlos.  De alguna manera, cuando se establece la inocencia de una persona, o su culpabilidad, se está haciendo justicia. Y hacer justicia es defender la vida. Para ser morfólogo hay que ser  experto en derechos humanos.  Aunque Carlos se refiere a otro asunto. Él hizo parte de los investigadores que le siguieron la pista al asesino serial de niños Luis Alfredo Garavito. Durante el caso, en el que Carlos pidió reunir los datos de todos los pequeños que aparecían muertos en el país en situaciones similares para armar una base de datos que diera alguna pista del asesino, conoció que Luis Alfredo, siendo apenas un niño campesino, se inició matando gallinas. Fue lo primero que aprendió. Después fue víctima de maltrato intrafamiliar, violencia sexual, hasta que terminó convirtiéndose en el criminal que actualmente sigue preso en una cárcel.  - Desde esa investigación– además del cuidado que siempre he tenido de los niños, claro - me convertí en proteccionista de animales. En mi trabajo he aprendido que la violencia entre los humanos radica en la aceptación de las más mínimas expresiones de irrespeto. Quien violenta a un animal, entonces, se está formando como un potencial criminal.   Carlos hace parte de fundaciones que promueven el cuidado de los animales, no importa su especie. Incluso, en una ocasión, cuando uno de sus compañeros de oficina aplastó una hormiga que pasaba por su escritorio, lo recriminó. En su puesto de trabajo hasta la vida de una hormiga es importante, le dijo.  En su computador   conserva la foto de Almendra. Carlos, que no tiene hijos, llama a la perra “mi niña”. Hace unos meses murió.  Tenía 15 años. - Quienes tenemos la vocación artística, tal vez tengamos un poco más de sensibilidad hacia el dolor del otro. Mejor subamos al laboratorio. V El laboratorio del CTI está junto a un pasillo, a la vista. Sus paredes son en realidad vidrios. Algunos están toteados. Como si alguien les hubiera disparado con una pistola de balines. Carlos dice que se han agrietado de un momento a otro, “solos”, sin que nada ni nadie los tocara. En el laboratorio, cuentan en el CTI, asustan.  - Dicen que se escuchan cosas, asegura Julio César Carrillo, morfólogo, amigo de Carlos.  En el laboratorio, por si acaso, reposan los restos de cientos de  víctimas de grupos armados ilegales. La mayoría fueron hallados en fosas comunes en el Putumayo. Con la participación de tres morfólogos, entre ellos Carlos, se identificaron a 77 de ellos. La reconstrucción del rostro de cada víctima fue puesta sobre el ataúd el día del sepelio. El trabajo de Carlos es justamente ese: devolverle el nombre, la identidad a alguien, su pasado e historia, el rostro, permitir que su familia haga el duelo, intente sanar por dentro.  - ¿Te consideras un artista? ¿O la morfología es más bien un oficio?  - Un morfólogo debe ser dibujante, debe ser escultor, debe saber mirar más allá de lo que lo haría cualquier persona. Entonces podría decir que sí,  soy un artista. La morfología es la simbiosis perfecta entre arte, ciencia y justicia,  una forma sublime de aportar a la paz  de este país.

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