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Cuando un niño pierde el año, también lo pierden sus padres

Papás y mamás también pierden el año cuando un hijo es reprobado. Una evaluación profunda y serena, que identifique las causas de las malas calificaciones, es clave para mejorar las notas.

7 de julio de 2013 Por: Por Olga Lucía Criollo Reportera de El País

Papás y mamás también pierden el año cuando un hijo es reprobado. Una evaluación profunda y serena, que identifique las causas de las malas calificaciones, es clave para mejorar las notas.

La escena se repite al final de cada año lectivo: mientras algunos caminan erguidos, felices, con la satisfacción del deber cumplido, a otros la frustración y la tristeza apenas si les permiten caminar. Aprobado y reprobado son las palabras que marcan la diferencia entre unos y otros estudiantes, pero también entre unas y otras familias. Porque los expertos tienen claro que aunque al que evalúan es al hijo, papás y mamás también pierden o ganan el año escolar. Por eso, antes de que el castigo físico, el maltrato verbal o el llanto tomen el mando, los adultos son los llamados a liderar una profunda reflexión que evidencie las causas que llevaron a que el chico no terminara su curso con una ‘carita feliz’.“Lo primero que deben hacer los padres es evitar expresar disgusto con frases descalificadoras producto de la frustración que puedan sentir, ya que eso no les ayudará a los muchachos a enfrentar futuros retos”, plantea Ana María Gálvez, directora del Centro de Estimulación Temprana.Con ella coincide Édgar Quintero Parra, director de Excelente Consultores, quien agrega que, más que en el niño o el adolescente, la evaluación de lo sucedido debe centrarse en el medio en el que estos se desenvuelven. ¿Cuál fue el acompañamiento que la familia le hizo al muchacho durante todo el año? ¿El colegio sí respondió a sus expectativas como padres? son algunos de los interrogantes que propone el profesional en desarrollo humano.A su vez, Manuel Muñoz, director ejecutivo de la Asociación para la Salud Mental Infantil y del Adolescente, Sima, pone la discusión sobre otro punto importante: si papás y mamás han seguido el desempeño escolar de sus hijos, la pérdida del año no será ninguna sorpresa, pero, si no lo han hecho, su responsabilidad estriba en abandono, que es una forma de maltrato.“Es un indicador de que existen riesgos para ese niño, niña o adolescente no tener el acompañamiento para una crianza adecuada, en cuyo caso los educadores deben activar las alertas y, si es grave, denunciar ante el Icfb”, precisa el experto.De igual forma, el colegio y los docentes también deben pasar al tablero. “Los docentes no son perfectos y puede que algunos estén muy bien formados, pero si son autoritarios o tienden a calificar y a comparar a sus alumnos los pueden destruir”, advierte Quintero Parra.Puede suceder que los alumnos tengan “formas de aprendizaje contrarias al modelo pedagógico que se le brinda o al enfoque del docente, en cuyo caso la valoración de un especialista, acompañada de pruebas sicotécnicas en neurosicología, sicología, terapia ocupacional, fonoaudiología y pedagogía, puede ayudar a tomar correctivos, cambiar de colegio o de docente”.También puede suceder que el infante tenga un déficit cognitivo o que el bajo rendimiento escolar esté expresando un malestar sicológico, para lo cual es válida igualmente la asesoría de un experto.No es que los chicos no tengan ninguna ‘tarea’ pendiente. Algunos pierden la noción del tiempo cuando de chatear con los amigos se trata y otros literalmente son absorbidos por los videojuegos. Pero, otra vez, los especialistas reclaman que los adultos se pongan al frente de la formación de sus hijos y no deleguen toda la responsabilidad en los colegios.“Tener que repetir el año y cambiar de compañeros ya es suficientemente duro para ellos, entonces reducir la televisión, el facebook y los videojuegos debe asumirse como una manera de romper con los malos hábitos, más que como un castigo”, expresa la Directora del Centro de Estimulación Integral.De acuerdo con la experta, el que los muchachos no abandonen el sistema escolar tras la pérdida de un año debe ser asumido como una obligación por parte de los padres y las madres.“Es común que en medio de la rabia y la frustración los muchachos digan que no quieren seguir estudiando y poco ayuda que los papás les digan que si pierden el año los meterán en un colegio público o más barato; no se trata de amenazarlos, sino de motivarlos”, añade Ana María Gálvez.Pero esa motivación no puede ser distinta a la de enfrentar la vida con sus retos, sus tropiezos y sus logros, en el propósito de ser.“Para muchas familias el éxito académico está asociado al éxito social y económico, así que la educación de sus hijos deriva más en una aspiración social que en una apuesta por su formación, con la idea sencilla de que aprendan para la vida, para ser felices y para contribuir al desarrollo de los demás”, sostiene Manuel Muñoz.En esa medida, el desempeño escolar va mucho más allá de sacar las calificaciones que papá y mamá exigen o desean y de dejarse llevar por colegios que “ofrecen ‘sacar’ estudiantes con perfiles y destrezas que los harán más competentes y no mejores seres humanos”. Se trata de ayudarles a ganar un año de conocimiento y de formación para su propia vida.

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