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Cali se proyecta como meca del cine nacional

Hace 10 años, directores, productores, gente del gremio del cine en general, imaginaron qué debía hacer la ciudad para consolidar su industria cinematográfica. Hoy lo proyectamos al 2026.

24 de abril de 2016 Por: Redacción de GACETA

Hace 10 años, directores, productores, gente del gremio del cine en general, imaginaron qué debía hacer la ciudad para consolidar su industria cinematográfica. Hoy lo proyectamos al 2026.

Hace 10 años, directores, productores, gente del gremio del cine en general, imaginaron qué debía hacer la ciudad para consolidar su industria cinematográfica. Hoy lo proyectamos al 2026.     Hace 10 años, varios cineastas, productores, directores de museos, hicieron propuestas alrededor de una pregunta: ¿Qué hacer para consolidar en la próxima década la industria del cine de la ciudad? En ese entonces, decía la productora caleña Martiza Rincón, el cine de Cali y Colombia pasaban por su mejor momento. No solo se había incrementado como nunca antes la producción - en 2015 se estrenaron 36 películas colombianas, mientras que en 2004 apenas fueron nueve según datos del Ministerio de Cultura- sino también garantizando una calidad que era reconocida en el mundo entero.  Ya lo sabemos: ‘La Tierra y la Sombra’, del director caleño César Acevedo, obtuvo por primera vez en la historia del cine colombiano la Cámara de Oro a mejor ópera prima en el Festival de Cine de Cannes, además de tres reconocimientos dentro de la Semana de la Crítica del Festival; ‘El abrazo de la serpiente’, de Ciro Guerra, además, fue nominada al Óscar, otro logro histórico; y en 2016 filmes locales, o con participación de caleños, recibieron elogios y estatuillas en cuanto  festival se presentaron: ‘Todo comenzó por el fin’, de Luis Ospina,  ‘Siembra’, de Ángela Osorio y Santiago Lozano, ‘Oscuro Animal’, de Felipe Guerrero…  “Así que, desde mi punto de vista como productora y empresaria de este sector, pienso que ya pasamos un momento muy difícil que fue el de demostrar que  podemos contar grandes historias, hacer las cosas bien.  Ahora necesitamos enfocarnos en hacer que la gente vea lo que hacemos”, decía  Maritza y no le faltaba razón: Pese a los elogios que recibía hace una década el cine caleño y el colombiano en general, en 2015 estas películas apenas representaron el 5% de la taquilla recaudada, el 6% de la asistencia a los teatros. ¿Qué tenemos qué hacer bien por Cali para que entonces, en esta nueva década, se consolide definitivamente la industria cinematográfica?, se preguntaban los expertos para lograr lo que tenemos hoy: Cali es vista como la capital del cine colombiano.  Para intentar responder la pregunta, el director  Óscar Campo decía lo siguiente:   - Yo no hablo de industria cinematográfica. No tiene sentido el tema en Cali. Hablo del cine de arte y ensayo que se ha hecho en Cali desde la universidad.  Estas propuestas salidas de la universidad han logrado proyectar un grupo de realizadores, productores y técnicos, que las han sacado adelante buscando recursos en diferente fondos nacionales e internacionales, situación que debería continuar reforzando los vínculos academia- productoras,  en una interacción en la que es importante un mayor apoyo por parte de las directivas universitarias.  Esto no excluye la posibilidad de desarrollar  propuestas  desde grupos comunitarios  y profesionales. Pero insisto en que es muy importante el papel de las universidades invirtiendo recursos que permitan ampliar la investigación, ligándola a grupos de punta en el mundo de la producción del cine internacional tanto en la ficción como en el documental y en el cine artístico- experimental.   Es importante también ampliar la formación de públicos, a través del apoyo de empresas públicas y privadas a las salas de cine arte existentes y triplicando la existencia de estas salas de cine especializado en otras zonas de la ciudad que no las tienen actualmente; ligado a lo anterior, democratizar el acceso al escaso cine arte  que se exhibe en las salas comerciales, para un público que no puede verlo  debido a los altos costos de la boletería.  Es necesario crear revistas de crítica especializadas, en la que sea posible pensar lo que producimos y ampliar  el campo de conocimiento de nuestros realizadores.  Y garantizar que el Festival de Cine de Cali continúe con su política de ser una ventana importante en el ámbito internacional de cine independiente, garantizando los recursos que permitan traer a Cali el cine más importante que se produce en el mundo y que jamás vemos en las salas por la miopía  de los propietarios de las salas comerciales. Y algo muy importante: Cali debe consolidar fondos para la producción audiovisual a nivel regional a través de convocatorias públicas y el apoyo desde la empresa privada. La mayor parte del dinero de las convocatorias de cine a nivel nacional se está quedando en Bogotá, donde se concentra más del 80% de la producción audiovisual del país en una tendencia que es cada vez más acentuada y parece irreversible. Telepacífico, por otra parte,  es la empresa regional que más recursos tiene para la producción audiovisual y debería reconducirse a la propuesta inicial de incentivar la producción de calidad, alejada de los compromisos políticos con los gobernantes de turno y su secuela de mala televisión. A su vez, Hugo Suárez Fiat, director del Museo de la Cinematografía, Caliwood, proponía lo construcción de un gran estudio cinematográfico para la ciudad. - Uno de los medios con los que se podría consolidar la industria cinematográfica local en la próxima década sería el de crear un estudio cinematográfico que incorpore todos los adelantos tecnológicos, entendiéndose como ‘estudio’ el espacio que proporciona las facilidades para la realización de contenidos audiovisuales, filmes y largometrajes.   Cuando en 2008 se fundó Caliwood, el Museo de la Cinematografía, uno de sus primeros objetivos, paralelo al de aglutinar una colección representativa de equipos fotográficos y cinematográficos, era el de organizar un estudio cinematográfico en el que se construirían varios sets de filmación, para atender las necesidades de varias películas al mismo tiempo. Era tan necesario contar con un  estudio cinematográfico, que en el Museo, con solo 238 metros cuadrados, se grababan permanentemente videos de distinta naturaleza y programas televisivos. Además, no debemos olvidar que en 1923 Cali tuvo uno de los primeros estudios cinematográficos del país: el  ‘Colombia Film Company’, fundado por los empresarios caleños Hernando Domínguez Sánchez, Alejandro Garcés Patiño y Elías E. Quijano. Fue el mejor dotado de Colombia en los albores del cine silente.  Inició operaciones en 1925 y funcionó hasta 1927, periodo en el que produjo dos películas: los largometrajes ‘Suerte y Azar’, en 1925, y ‘Tuya es la culpa’, en 1926, además de un cortometraje: ‘El Valle del Cauca y su progreso’, filmado en 1927. Este último se puede ver en YouTube, por cierto. Así que la saga iniciada en 1923 por el ‘Colombia Film Company’ podría continuar 90 años después, con el nuevo estudio cinematográfico, consolidando de esta manera  la tradición fílmica de la ciudad. Maritza Rincón, de otro lado, insistía en un asunto: los niños deben aprender a leer el lenguaje cinematográfico. - La gran discusión a la hora de pensar en consolidar la industria cinematográfica caleña gira en torno a  dos puntos clave: formación de públicos, por un lado,  que tiene relación directa con el otro aspecto: la cantidad de gente que quiere ir a ver cine nacional.  Desde mi punto de vista, creo que la formación de públicos es un asunto generacional. Es decir que para lograrse se debe empezar desde las escuelas, enseñándole a los niños la lectura del lenguaje audiovisual. Los niños de hoy son los que en diez años serán los consumidores de los productos cinematográficos locales.  Pero eso tiene que darse ese proceso de formación de públicos, aprender a leer otro tipo de historias. Porque en Colombia, aunque hay quien se dedique a las fórmulas comerciales, la mayoría de quienes hacen cine tiene una intención de explorar nuevos lenguajes, nuevas narrativas para contar historias. Sin embargo ese arte de la cinematografía  no es apreciado por todo el público, o no le llega al público.  En ese sentido creo que el Festival de Cine  de la ciudad podría ampliarse como plataforma, para llegarle a los niños. Sería interesante que el Festival generara un trabajo en paralelo de formación de públicos que no dure la semana que dura el Festival, sino que se extienda a lo largo del año en escuelas, en colegios, con gente especializada que enseñen  a leer el lenguaje cinematográfico a los más jóvenes.  Un programa para generar un acercamiento con las nuevas generaciones, en el que también deben participar los centros culturales,   los cines clubes, todo el gremio cinematográfico. Esto garantizaría que de hoy a una década se forme una cantidad de gente que apoyará la producción del cine caleño. Al cine caleño lo que le falta solo eso: un consumidor. Además, agregaba el director Lisandro Duque, el cine de por sí tenía y lo sigue teniendo una gran responsabilidad: la de formar a los ciudadanos.  - Para dentro de diez años es imprevisible y absolutamente fantasioso el estado de la tecnología:  la tercera dimensión –y hasta la cuarta–, serán del dominio público, tal y como hoy son los selfies.   Y quizás me quede corto en los cálculos de cuanto pueda pasar de aquí a ese futuro que es ya casi.  Las facilidades técnicas, sin embargo, harán más obligante para la sociedad – y para el cine y su industria, por supuesto, - la formación de ciudadanos conscientes y con alto sentido de la ética, para que la actividad audiovisual contribuya a las soluciones de las grandes complejidades que nos esperan, en el orden climático, en el transporte, en lo alimentario, en lo demográfico, en lo urbanístico, en la  equidad social, etc.  Infortunadamente no recuerdo el nombre del filósofo francés que, para los años 50 del siglo XX –un momento muy modesto para la ciencia y la tecnología, si se lo compara con los avances contemporáneos–, decía que "el hombre ha llegado a ser Dios, antes de haber aprendido a ser hombre".  ¿Qué esperar entonces de ese ciudadano futuro si acaso se robotiza y se hace más gregario, como pareciera ser su vocación? 

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Guionista y director de cine caleño, premiado en el Festival de Cannes 2015 por su película ‘La tierra y la sombra’.

 

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Óscar Ruiz Navia El 12 de marzo de 2010 estrenó su ópera prima ‘El vuelco del cangrejo’, con la cual ganó el premio Fipresci del 60º Festival de Cine de Berlín.   

[[nid:529648;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/04/p4gacetaabril-14n1photo06.jpg;left;{}]]William Vega

Comunicador Social y Periodista de Univalle, es el director de ‘La Sirga’. Realizó una especialización en Guion para Cine y Televisión en Madrid.

 

 

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