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Grupo Niche. | Foto: Foto: Archivo de El País

Así se vivió el homenaje al Grupo Niche en el Día Nacional de la Salsa

El pasado 19 de marzo, Puerto Rico celebró el Día Nacional de la Salsa. El invitado especial fue el Grupo Niche, de Cali, que enriqueció la oferta musical con los ritmos y las sonoridades del Pacífico. Viaje a las raíces de la salsa y un vistazo al futuro.

2 de abril de 2017 Por: Luis Guillermo Restrepo Satizabal / Director de Opinión de El País 

Cuando se habla de Salsa, Puerto Rico es inevitable. Junto con Cuba, Nueva York y por último Cali, allí está una de las raíces más importantes de lo que es la voz del Caribe y de la América Latina que pasó de ser una cultura rural, con historias de jíbaros, guajiros y campesinos, a la expresión de la ciudad de los años 50 al 90 en Nueva York, y las grandes urbes donde llegaron los juglares de su tradición. En ese enorme movimiento cultural construido por historias campesinas que los inmigrantes llevaron a la vida urbana, Puerto Rico tiene particular importancia.

Las calles de San Juan, el barrio La Perla, Trastalleres y Santurce, o la evocación de Ponce de donde salieron grandes figuras, se mezclan con la nostalgia.

Es el sentimiento que produce la figura de bronce de Catalino ‘Tite’ Curet Alonso instalada en la plaza de Armas de la Capital y en la banca donde todos los días se sentaba, como homenaje al compositor más prolífico e importante del género salsero. O ir al cementerio de La Perla donde reposan, si así puede decirse, los restos de Ismael Rivera, del mismo Tite o de Daniel Santos.

Por eso, cada año se celebra el Día Nacional de la Salsa. Este año, la versión 34 del ‘Día Nacional de la Zalza’ (así, con ‘Z’), organizado por la emisora Z93, tuvo lugar el pasado 19 de marzo en el estadio municipal de béisbol Hiran Bitorn y con asistencia de 30.000 personas.

Allí llegaron delegaciones de Perú, El Salvador, Miami, Colombia, Panamá y República Dominicana. Grupos de personas que pagaron sus pasajes para estar presentes en una conmemoración que ya se considera el Día Mundial de la Salsa. Y estuvieron periodistas como Pepe González, de Cali, referentes de la música que mueve los corazones de la comunidad latina.

La fiesta

En esa fiesta se dieron cita varias de las bandas y los artistas más conocidos del género. El Gran Combo, a cuyo director, Rafael Ithier, le rindieron un homenaje. Don Perigñon y La Puertorriqueña, Luisito Carrión, Andy Montañez, José Alberto ‘El Canario’, Guillo Rivera, Carlos D’Castro, Camilo Azuquita, El Macabeo, Juan Pablo Díaz y la Orquesta del Día Nacional de la Zalsa, compuesta por renombrados artistas del género bajo la dirección de Louis García.

Fueron doce horas de goce. Esta vez la euforia creció por la destacada actuación de la novena de Puerto Rico en el clásico mundial de beisbol, el deporte nacional. Y fue condimentada con ron a discreción y soportadas por el cuchifrito, una deliciosa mezcla de comidas típicas que rompen cualquier dieta.

El ambiente fue alegre a pesar del diluvio que cayó al mediodía, en un concierto que empezó a las diez de la mañana y terminó a las once de la noche. La salsa aún levanta el espíritu y despierta el orgullo popular en Puerto Rico. Sin embargo, cada vez parece más notoria la rigidez de sus intérpretes y el reguetón la ha reemplazado como voz de los barrios y de la juventud, producto de esa búsqueda constante de las comunidades de nuevas formas de expresarse, como ocurre con la salsa choke en Cali.

“¡SABROSO!”Y allí estuvo el grupo Niche. 23 años antes, el maestro Jairo Varela había sido invitado y los recuerdos eran los mejores. Esta vez se trataba de rendirle un homenaje a quien es considerado una de las grandes figuras del mundo salsero. Pero, ante todo, de volver a escuchar un sonido distinto venido de la ciudad que incluso allá consideran hoy el epicentro de la salsa mundial.

Cuando se escucha la salsa ‘made in’ Puerto Rico se siente el sabor de los cánones tradicionales. En la Isla del Encanto se respeta el estilo y se reconocen de inmediato el sonido del Gran Combo, los pregones de la India, el tumbao de Andy Montañez o los arreglos de la Sonora Ponceña.

Y cuando suena Niche, el asunto es otro. Como lo vieron los asistentes al concierto, llega la sensualidad en la letra, en la música, en el color, en el swing, en los cantantes. Se siente la mano de su director y el espíritu de su creador.

Y se siente el cambio que significa la irrupción del Pacífico colombiano en la salsa de Nueva York, Cuba y Puerto Rico. Con otras cadencias, con más colorido en la música y una forma distinta de contar historias, los músicos colombianos logran capturar la atención de un público que durante muchos años sólo ha recibido la salsa que hacen sus artistas, muy valiosa sin duda.

Las composiciones de Varela sorprendieron y le dieron un aire nuevo y aún fresco a la salsa. Lo demostraron los asistentes al estadio, quienes se levantaron apenas sonaron ‘Niche como yo’, ‘El Coco (Se le metió el diablo a esa mujer)’ y ‘Tapando el Hueco’, o ‘La Negra No Quiere’. Salsa pura que une a Nueva York con el Atrato.

Después llegó ‘Gotas de Lluvia’, como si se hubieran puesto de acuerdo con el aguacero que cayó en San Juan antes de su presentación. Y terminaron con ‘Cali Pachanguero’, produciendo una explosión de alegría y la conexión de los boricuas con su melodía y nuestra ciudad.

Por eso, al finalizar la presentación, dentro del público quedó la satisfacción amplia. Y la amplia sonrisa de la orquesta tanto como el orgullo de Yanila, Juan Miguel y Cristina, los hijos de Jairo, al recibir la placa de reconocimiento. También se notó la satisfacción de los colombianos que presenciaron un espectáculo similar en muchos aspectos a los festivales de orquestas que se realizaban en el marco de la Feria de Cali.

En la rueda de prensa, José Aguirre explicó de dónde sale ese brillo, mezcla de salsa con los ríos del Chocó, de trova con poesía, que refleja otra forma de ver la misma vida de la Isla Bonita con el embrujo sensual de nuestro Pacífico.

Al preguntar su opinión a los asistentes al concierto sobre lo que escucharon de Niche, la respuesta fue unánime: ¡Sabroso!


Y terminaron con ‘Cali Pachanguero’, produciendo una explosión de alegría y mostrando la conexión inmediata de los boricuas con su melodía y con nuestra ciudad.

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