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Cuidado: siete señales de que usted se está volviendo un 'ciberceloso'

Los celos ya no son lo que solían ser. Hoy han mutado y se han maximizado por la casi ilimitada capacidad de espacios y oportunidades de ser infiel que abren las redes sociales. Fenómeno.

19 de marzo de 2017 Por: Redacción El País

El ‘stalker’

Tiene demasiado orgullo para confesar que siente celos de los contactos de su pareja, pero sufre en silencio. Invierte largas jornadas de rastrear los ‘likes’, los comentarios, las respuestas, las fotos y todo lo que su pareja y sus amigos del sexo opuesto publiquen y que pueda ser considerado “sospechoso”.

El stalker tiene conductas autodestructivas, como robar las claves de su amado o amada para poder revisar el contenido de sus chats, en busca de pistas que le confirmen sus sospechas de infidelidad. Lo peor es que, si llega a encontrar unas fotos o un correo comprometedor, no podrá confesarlo pues teme quedar como lo que es: alguien que viola correos ajenos, y tendrá que cargar con la frustración de lo que sabe, o intuye, o sospecha, hasta que se presente la ocasión de decirlo.

Es señal de una mala relación que los miembros de una pareja se revisen sus mensajes privados sin autorización, y peor aún si se hace desde los tiempos del noviazgo. Se les conoce por la vieja excusa: “Dejaste tu correo abierto por error y sin querer leí todo”.

El reaccionario

Es el que se entera de una infidelidad de su pareja y sale al minuto siguiente, sin mediar reflexión de por medio, a denunciarlo en Facebook por su conducta ‘non sancta’.

Guiado por la ira y el intenso dolor, este cyberceloso etiquetará a sus conocidos a diestra y siniestra, enviará correos amenazantes, stalkeará las cuentas del amante de su pareja y hasta se degradará a sí mismo por propia mano, con comentarios autoconmiserativos como “gracias a todos por el apoyo en estos momentos terribles, en que he sido engañado de la peor manera, esta infidelidad de la que fui testigo con mis propios ojos solo Dios podrá perdonarla”.

Lo que era un asunto entre dos (o entre tres) queda convertido en una verdulería pública que todos ven estupefactos y en la que todos opinan como si se tratara de un episodio del Show de Laura en América: “Que pase el desgraciado”.

Cuando no existían las redes sociales, este tipo de cybercelosos se vengaban de su pareja desacreditándolo en su oficina, con los vecinos, con los socios del club, pero ahora que existen las redes con un solo clic se enteran 3.000 contactos.

El bloqueador

No saben resolver sus conflictos de manera asertiva y directa, sino que acuden al tradicional “Bloqueo”. Bloquean al ex, bloquean a las amigas de su novio, bloquean a los pretendientes de su ex, bloquean a los amigos que tenían en común cuando la relación terminó, etc. En parte es sano que, si algo nos hace daño, podamos darle bloqueo para no leer información que no nos conviene o nos hace sufrir. Lo malo es cuando el bloqueo se convierte en una forma de agresión pasiva. El colmo del bloqueador compulsivo es cuando le exige a su pareja bloquear a todos aquellos que no le caen bien o que despiertan sus celos, bien sean justificados o no justificados.

El profesional

Es aquella persona que va mucho más allá con sus celos, hasta el punto de instalar programas espías ocultos en el computador o celular de su pareja, de tal manera que le llegue un registro pormenorizado de todo cuanto el otro chatea. No se anda con suposiciones o tintas medias: espera a su pareja en la casa, con un cerro de correos impresos en los que ella tiene chats pasados de tono con su instructor del gimnasio, por ejemplo. El profesional no juega, quiere datos contantes y sonantes que justifiquen sus cybercelos.

El cazador de ‘likes’

“Por qué le diste Like a esa vieja buscona”. “Por qué le pusiste corazoncito al post de ese tipo”. “Por qué compartiste el tuit de tu ex, ¿es que volvieron a hablarse?”. “Por qué esa mujer te puso ese comentario tan cariñoso y tú se lo respondiste”. “Y ese compañero de trabajo por qué le puso carita sonriente a tu foto en bikini”. Los cazadores de ‘likes’ no tienen celos de grandes dimensiones, pero sí son “microcelosos”, es decir, son celosos de pequeños gestos que para los demás pasan de manera imperceptible.

Lo peor es que, para ellos, no hay argumento que valga. Y la razón es que el origen de sus celos es tan absurdo (un ‘like’, un retuiteo) que no hay manera de argumentar con altura estos temas. Algunos psicólogos sostienen que, si la pareja definitivamente no logra superar el estrés que le ocasiona su interacción con otros en redes sociales, pueden llegar a acuerdos por el bien de la relación. Uno de ellos es pactar salirse de Facebook, sacar de su lista de amigos a sus ex parejas, bloquear a ciertas personas incómodas para la relación, pero lo ideal es que la confianza haga innecesario dudar.

El acosador

Es el que, al sentirse celoso de alguien, usa sus redes sociales para amedrentar de forma pasivo-agresiva a otros. Su comportamiento incluye reacciones irracionales como darle 300 likes al objeto de sus celos, para que se entere de que lo tiene en la mira.

El exterminador

Es ese exnovio o exnovia que no ha superado la ruptura amorosa y se la pasa causando los celos de la nueva pareja de su amorcito. Es tan mal exnovio que, sin importar que terminaron hace 6 meses, sigue colgando en Facebook sus fotos juntos con post tan incómodos como “Recordando estos tiempos inolvidables en tu bañera” o “Estaba limpiando mi archivo y encontré este viaje romántico a Buenos Aires… tiempos aquellos”.

Lo que pretende el exterminador es hacer delirar de celos a la nueva pareja de su obsesión, y ocasionar una ruptura. También puede pretender crear situaciones límite de conflicto, para tener una excusa para volver a hablar con su antigua pareja. Este personaje es aterrador, pues si lo bloquean en Facebook aparece en Twitter, si lo bloquean en Twitter aparece en Instagram... y así hasta el fin.

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