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¡Cuidado!, que el celular no sabotee su vida en pareja

El celular puede llegar a convertirse en el peor saboteador de la vida en pareja, pues tiene cabida hasta en la cama. El mal manejo de redes sociales, la causa.

17 de enero de 2016 Por: Meryt montiel lugo | Editora equipo de domingo

El celular puede llegar a convertirse en el peor saboteador de la vida en pareja, pues tiene cabida hasta en la cama. El mal manejo de redes sociales, la causa.

Se puede observar fácilmente en una reunión social. O en algún restaurante de la ciudad: muchas de las parejas en vez de estar conversando,  mirándose a los ojos, tomándose de las manos  o prodigándose arrumacos, cada uno de sus miembros se encuentra,  por su lado, viendo el Facebook,  chateando, posteando  fotos,  respondiendo un Whatsapp. En fin,  tal parece que todos los demás son más interesantes que el ser que tienen a su lado. Razón  podrían tener entonces  casi la mitad de los usuarios latinoamericanos (48,4 %) de la página Match.com (especializada en la búsqueda on line del amor)  al asegurar en una reciente encuesta que las redes sociales pueden arruinar una relación de pareja. Y lo creen así más los  hombres  (65 %) que las mujeres (35%). Silvana Orozco, una universitaria caleña de 21 años también lo percibe  de esta manera. Cuenta que después de dos años y tres meses terminó con su novio “y las redes sociales influyeron bastante, porque cada vez que peleábamos era porque él se la pasaba pegado a estas redes o por lo que yo veía en ellas”.    La joven relata que “lo veía en línea y no me hablaba. Le pedía explicación y se exaltaba: me decía, no me jodás que estoy trabajando; me daba ‘papaya’ y yo le revisaba el celular y le encontraba conversaciones comprometedoras con viejas; en el Facebook solo ponía fotos de él y ya no conmigo, como para que vieran que no tenía novia. Una vez que peleamos salió con una ‘vieja’ a la que llevó a un súper restaurante de Granada al que nunca me había llevado a mí porque siempre decía que no tenía plata, que estaba ahorrando.   Puso la foto de ellos en el sitio. No tenía plata para mí, pero para la otra sí.  Cuando volvimos, le pregunté al respecto, pero me respondió que ese día la salida fue con varios amigos, le dije que no le creía, que era un mentiroso. Además, seguía hablándose con la exnovia, yo me daba cuenta y él siempre lo negó.  Ya había muchos celos, desconfianzas, peleas, problemas y por todo eso la relación se acabó”. De acuerdo con la periodista y escritora argentina Valeria Schapira, autora de  libros sobre pareja y crecimiento personal,  las redes sociales  por sí solas no son las que ocasionan las peleas y rupturas sentimentales, somos nosotros los usuarios los que generamos estas  situaciones.  Así que no hay que satanizar la tecnología, agregó en entrevista con este diario la también columnista del portal Match.com. “Las redes solo manifiestan algún tipo de ruido en la pareja.  ¿Por qué es más interesante revisar Instagram que dialogar con la pareja sobre cómo les fue en el día? Hay que analizar cuál es el origen del desencuentro: no es por culpa del teléfono, es por la falta de sincerarse y preguntar si está todo bien o hay un ruido en la comunicación.   Preguntarse si hay un abuso de la tecnología: al pasar más tiempo mirando el Facebook de los demás se idealiza la vida de los otros y se menosprecia la propia. Vemos esa supuesta felicidad ajena y la transpolamos a nuestra pareja. Entonces, ¿qué pasa? Estamos viendo el pasto más verde en el jardín del vecino”. Que no tienen sexo, continúa Schapira, no es por culpa de la tecnología sino porque no se tiene deseos. ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué no estamos deseando al otro? ¿La falta de comunicación verbal se trasladó al campo erótico? Lo más probable es que se traslade la culpa al celular, a la tablet, pero el origen no está ahí, sino en el vínculo, en la interacción de pareja. Una apreciación similar tiene la sicóloga, sexóloga y docente de la Universidad Javeriana Mónica Lozada Páez, quien manifiesta que hay poca conciencia y profundización de las personas sobre el papel que está jugando la tecnología en sus vidas. No se dan cuenta que por estar conectadas a un teléfono, a un computador, le están usufructuando tiempo a su relación de pareja, que se están alejando.  Que se necesita una relación interpersonal, cara a cara, mirada a mirada; que no nos estamos comunicando bien con el otro. “La persona prefiere mandarle  una carita triste al otro a tener que decirle estoy triste por ti, por esta u otra razón. Decírselo en su cara, discutirlo con el otro. Cada vez somos personas menos aptas para relaciones interpersonales directas, ‘face to face’. Y la gente encuentra en las redes un medio para evadirse, mandar  caritas y no comunicarse bien. Yo necesito hablar con el otro, mirarlo a la cara, decirle lo que siento. En la comunicación interpersonal directa te miro, te huelo, te escucho, te siento y eso es lo que comunica, no solo es lo que se escribe o el hecho de  poner caritas en la web”. Los problemas que surgen Los conflictos de las parejas originados por el mal uso que se les da a las redes sociales es un fenómeno que se ha ido incrementando, opina la sicóloga y docente de la Universidad Javeriana Linda Teresa Orcasita. “La mayoría de situaciones que tienen que ver con los conflictos de pareja inician  a través de las redes sociales, ya sea por malos entendidos, problemas de comunicación, por la consulta de conversaciones privadas, por la revisión  permanente de quien se agrega a los contactos, por meterse en el perfil de la pareja, por el tipo de fotografía que se colocan. Ese tipo de situaciones ha llevado a que haya muchos procesos de ruptura, al igual que el hecho que la persona nunca se aparte de su celular, no se separe de las redes sociales, que quiera publicar todo lo que le pasa. Sobre todo en el caso de los hombres que no les gusta que todo lo que se haga se publique”, comenta Orcasita. Sentimientos que hacen mucho daño a la relación como los celos y la desconfianza detonan por el constante uso de redes sociales. Especialmente de Facebook. Un estudio de la universidad canadiense de Guelph reveló que Facebook está incrementando los celos y las tensiones entre sus seguidores, “por el continuo flujo de información sobre lo que hacemos, de quién somos amigos y en qué fotos aparecemos”. Así, dice, Amy Muise, una de las responsables del estudio, un comentario banal en el perfil de nuestra pareja realizado por un contacto del sexo  contrario puede levantar sospechas y llevarnos a vigilar de cerca su página de Facebook …para acabar descubriendo más información sospechosa y sentirnos más celosos. “Los sentimientos de inseguridad sobre nuestra pareja pueden provocar comportamientos inquisitivos y en Facebook es muy fácil acceder a esta información”, expresa Muise. Para Valeria Schapira cuando una relación está sólida, bien construida no debe existir temor por lo que el otro hace en las redes sociales.Asimismo, Orcasita reafirma  que las redes no son malas por sí mismas, pero cuando se les da un mal uso, un uso de control sobre el otro es cuando tienen un efecto negativo en la pareja. “Porque uno de los fundamentos de la pareja es el tema de la confianza, el respeto y la comunicación, son tres pilares importantes, pero cuando alguno de esos elementos se afecta la relación se viene abajo”. 

Encuesta 

La encuesta fue realizada por la página  Match.com, especializada en búsqueda de pareja, entre sus usuarios de América Latina. Fueron encuestadas 632 personas. Aquí, algunas de las preguntas: Además de Match, ¿usted busca pareja también en redes sociales?Si  72,47 % | No  27,53% En caso de que su respuesta sea sí, ¿cuál es la red social que más utiliza?Facebook: 52,1 %Instagram: 2,4 %Tinder: 7,8 %Twitter: 3,2 % Taringa: 0,6 %Otro: 34 % Consejos Analice qué tanto tiempo pasa conectado en redes sociales,  cuántas discusiones con su pareja le ha traído este comportamiento, los problemas que le han ocasionado. Ojo: una pareja que se siente desatendida por el otro puede mirar hacia otro lado.Tenga siempre presente que la comunicación cara a cara es importante,  expresar las emociones, los pensamientos, dedicar tiempo para conocer a ese ser que tengo al lado. A veces las personas se comunican más con el que está a la distancia  que con quien tienen al frente. O pasan más tiempo conociendo en las redes lo que hacen otros que  conociendo a la propia pareja.Ármese de coraje y dialogue de manera sincera  acerca de la falta de interés por comunicarse.Cuando comience una relación lleguen a acuerdos  sobre cómo será la dinámica del uso de redes sociales.Hay que reconocer que muchas personas se han conocido  por la red  y por eso el temor de muchos hoy de que su pareja conozca a otra persona a través de este medio. El diálogo será fundamental para la construcción de confianza.  Algunos le permitirán a sus seres queridos licencias, como meterse en páginas donde se buscan parejas, pero les dirán también, ‘no acepto que contactes a alguien de ahí’. Ese tipo de negociaciones hay que dejarlas claras desde un principio.   Hable, discuta con respeto con su pareja  sobre lo que le incomoda que esta haga en redes sociales.  Si le pone furioso (a) el hecho  que  reciba fotos de semidesnudos, si le da ‘like’ a las imágenes de su ex o a memes sarcásticos sobre la relación de pareja o si subió unas fotos que a usted no le parecen apropiadas... Es mejor dialogar a tiempo.  Establecer algunas normas,  como ya se hace en algunos hogares: mientras estemos almorzando nadie tiene el celular a su lado o mientras estemos pasando un rato en familia todos apaguen el celular  o pónganlo en silencio para no desconcentrarnos con la llegada de  mensajes.   Deben ser acuerdos concertados, no impuestos.Declaren el dormitorio “zona libre de tecnología”  o intente apagar el teléfono durante las comidas o hacer una escapada de fin de semana a un lugar sin wi- fi. Son maneras de generar espacios de encuentro o reencuentro. Si nada les funciona, quizá haya que recurrir a ayuda profesional.  Hay que promover procesos educativos centrados en el desarrollo personal,  a nivel de valores, en aprender a tener más conciencia sobre el manejo que se hace de las redes sociales. El desarrollo de las ayudas  tecnológicas es muy rápido y avanzado y  muchas veces los seres humanos no maduramos lo suficiente para manejar lo que la tecnología nos ofrece.Casos de la vida real  “¡Le salí a deber!”“No acostumbraba a mostrar mi celular ni mis contraseñas a mi novio y él tampoco lo hacía conmigo. Pero, una vez, por recochar, él me dio la clave de su Facebook y yo le di la mía. Y como la curiosidad mata al gato me metí en su Face y le vi una conversación rara, en la que le decía a una mujer que quería salir con ella y ella le preguntó que si aún yo era su novia y él ignoró la pregunta, le salió con otra cosa. Pero yo tomé eso como si me hubiera negado.  Le reclamé y él se sintió ofendido por haberme metido a su Facebook. ¡Yo le salí a deber! y peleamos. Eso me generó desconfianza, hubo un tiempo en que nos dejamos de hablar, no me nacía seguir con él. Luego él aceptó que se había equivocado, se disculpó, nos arreglamos, pero ya no era lo mismo. Uno deja de creer en la pareja. Estuvimos seis meses más y nos dejamos porque soy de las que opino que si voy a estar unida sentimentalmente a una persona esta no tiene  por qué estar buscando a otra”. “Descubrí a otra persona”Samuel es un profesional de las artes gráficas, bastante aplomado. Tuvo siete años de noviazgos con una joven caleña con la que terminó el año pasado,  por lo que de ella descubrió en sus redes sociales. Descubrí, dice, que era  súper coqueta, mentirosa, que en Facebook se mostraba como una mujer que no tenía novio; empleaba frases subidas de tono,  morbosas y eso a mí no me gustaba. Yo le reclamaba, pero ella seguía en lo mismo. Y poco a poco empecé a despertar, a darme cuenta de que ella era otra persona diferente a la que conocí hace años. Ella nunca colocaba una foto en la que apareciéramos juntos, lo que me parecía extraño. Y lo que me llegó a despertar totalmente de ese letargo en el que yo estaba fue la conversación que vi de ella con un tipo del Putumayo, que seguro conoció por red. Le decía que le parecía buen mozo, que quería tenerlo frente  a frente, que lo admiraba. Eso rebosó la copa y le terminé.

 

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