Recibir el agradecimiento de algunos de los miembros de las 80.000 familias colombianas a las que les ha tendido la mano durante la cuarentena le resulta reconfortante, claro.
Pero ver la altivez con la que una niña desafía la fragilidad de sus piernas enfermas para avanzar doce pasos por un camino empedrado y la satisfacción con la que luego mira fijamente a la cámara para hablarle con gratitud, es otra cosa.
Por eso a ella, la mamá del Presidente, se le encoje el corazón al recordar las entrecortadas palabras de la pequeña María José Bernal: “Hago este video, para agradecerle a la señora Juliana Márquez por su colaboración al Grupo Discapacidad Chía. Que Dios la bendiga”.
Eso sí, con un dejo de sano orgullo, precisa que aquello de tender puentes en favor de los más necesitados era su tarea mucho antes de que Iván Duque Márquez empezara a hablar de candidaturas políticas.
Solo que ahora, por cuenta de la pandemia, las llamadas para pedir ayudas y las reuniones para disponer sus entregas, incluso en pueblos que apenas si aparecen en el mapa nacional, se han multiplicado a lo largo del día, todos los días.
Más hay un momento, una hora para ser exactos, en la que el mundo se detiene para Juliana. A las seis de la tarde se sienta frente al televisor para ver al hijo que no ha abrazado desde que el Covid ensombreció al país, para respaldar al Jefe de Estado en el que confía y para acoger las disposiciones que allí se anuncian a los ciudadanos.
Las fundaciones El Nogal y Siemens han sido sus más grandes aliadas en su propósito de ayudar a combatir los estragos de la pandemia. ¿Ya había trabajado con ellas?
Sí, en un banco de instrumentos para niños: se dotó una escuela que se llamaba La orquesta de papel, porque todos sus instrumentos eran de papel. Desde Duitama los invitamos a Bogotá y les entregamos a cada uno su instrumento. Quedamos contentas con el trabajo y seguimos juntas.
O sea que su inclinación por la labor social no inició con la cuarentena o con la llegada de su hijo a la Presidencia de la República...
Yo he trabajado en estas cosas desde antes de que mi hijo estuviera en candidaturas y cosas de esas. Me ha interesado el trabajo social. Soy tolimense y hay una vereda que me fascina, La Chamba, que es donde hacen el barro, he venido colaborando con los artesanos y esperamos que pase rápido esta pandemia para inyectar energía y que lleguen a más sitios del mundo sus vajillas negras.
¿Pero llegó la pandemia y usted enfiló sus baterías hacia esa tarea?
Nos reunimos y dijimos: tenemos que contribuir con la sociedad colombiana en este momento, todos debemos poner un granito. Me llamaron a decirme que faltaban muchos respiradores en las clínicas, y como también colaboro en el hospital de la Universidad Nacional, dije: ‘voy a ver si me consigo uno’. Estaba muy entusiasmada, pero con miedo, y logré que el maestro Fernando Botero nos diera el primer respirador. Eso me puso muy feliz, me di cuenta que sí se podía. Estamos con la Fundación El Nogal, con Prensa y Comunicaciones y con la colaboración de Policía, Ejército y Armada, porque hemos tenido un apoyo maravilloso para la logística. Empecé a llamar a los gremios, como la SAG, y me apoyaron; después vino Fenavi y algunos socios del club también. Nos llegaban muchos kilos de pollo y huevos en cantidades y se empezaron a repartir por todas partes, hasta que consolidamos los mercados.
¿A cuántas familias han logrado beneficiar hasta ahora?
A más de 80.000 familias, a las que hemos llevado más de 13.000 libras de arroz que me han entregado Roa, Arroz Sonora, Molinos Pacardé y Depósito La Perla; más de 40.000 libras de pollo, que nos donaron Bucanero y Macpollo; me dieron también bonos para mercados de entre $40.000 y $100.000; la Fundación Santo Domingo me dio seis mil tarjetas, y Olímpica me dio muchos mercados que repartimos en Tierra Bomba (Cartagena); la Fundación Siemens; Fundación Previsión; Corabastos me estaba dando; la Fundación Rotary; Davivienda; la Fundación Éxito, Impacto Global; hemos llevado productos de aseo y pañales que me ha dado Tecnoquímicas. Al personal médico le llevamos donas de Dunkin Donuts; Ramo y Bimbo, que ha hecho parte de los mercados; Parmalat, Comapan; mejor dicho, hemos encontrado mucha solidaridad.
¿Y de qué lugares son esas familias, cómo las seleccionan?
De diferentes zonas: Bogotá, la Guajira, Pereira, Cali, Quibdó, Ibagué, Bucaramanga, Armenia, Medellín, Cundinamarca, pero hemos llegado también a sitios muy remotos en el Chocó, y las entregas son lindas porque son hechas por la Armada. Hay fundaciones que ya tienen su gente censada, y como hemos venido trabajando desde antes, sabemos ya de necesidades, por ejemplo, en el Chocó levantamos el censo con las autoridades y las personas firman cuando reciben las entregas y tomamos fotos para que los donantes vean que se hizo en orden y que fue muy efectiva su ayuda.
¿Y a qué en otros sitios tienen previsto llevar mercados?
Ahora tenemos unas entregas en San Pablo de Borbur, Boyacá, cerca a la zona minera, que es gente muy pobre. También hemos llegado a Buga y Buenaventura, y en el Tolima a La Chamba, Ibagué, Chicuelo, Girasol, Frezno, ¡es que nos hemos movido!
¿Y desde alguno de esos lugares le ha llegado algún agradecimiento que la haya tocado especialmente?
Sí, me pongo a llorar cuando los veo, pero eso me da mucha fortaleza para pedir más. Recuerdo un video de una entrega a discapacitados en Chía: la niña viene caminando con esa dificultad, pero con un empoderamiento increíble y la forma cómo da las gracias, realmente me conmovió porque es que hay gente muy necesitada de muchas cosas, es un agradecimiento triste, pero tan sentido, muy motivante.
¿Es un trabajo de tiempo completo, cómo distribuye sus días?
Me levanto y empiezo hablar por teléfono; después me hago un café y sigo con el teléfono: llamó a una parte, a la otra, coordino que me dan tanto; después se planea la logística y ya son como horas de almuerzo, entonces tengo que bañarme, pero a veces no lo he hecho, he seguido directo porque no he tenido tiempo, y cualquier cosa se come uno y continúa, y antes de las 6 de la tarde hacemos un balance de lo que hecho y de lo que dejamos para el día siguiente. La alegría es increíble cuando uno habla con una persona y le dice: ‘sí, le vamos a donar seis mil mercados’. Otras veces que 150, entonces uno va sumando y sumando y es muy motivante.
¿Poder abrir todas esas puertas en este momento ha sido la mejor parte de ser ‘la mamá del Presidente’?
A mí realmente me apasiona este trabajo y lo hecho toda la vida, teniendo puertas abiertas o simplemente abriéndolas y tendiendo puentes. Yo no pido a nombre de la mamá del Presidente. Incluso me han preguntado: ‘¿y qué dice su hijo?’, y yo digo: ‘no tengo ni idea’.
A propósito, ¿cuándo fue la última vez que habló con él?
El lunes me hicieron una videollamada con los niños para saludarme, los vi un minuto porque se cortó, era el cumpleaños de mi nuera y le dijimos feliz cumpleaños. Eso fue todo.
¿Y cómo lo ha visto tomando las riendas del país en la pandemia?
Creo que lo ha hecho con mucha fortaleza, con corazón y con mano dura. Es una mezcla: la parte humana de él es muy importante en el manejo de esto, porque es una persona de principios y también somos creyentes. Creo que lo ha hecho bien, que ha logrado que la gente trate de cumplir las normas. Hay algunos que nunca las cumplen, pero en este momento lo que necesitamos es la unidad, la conciencia de que solo nosotros nos podemos ayudar, y creo que sí ha logrado despertar eso.
¿Le daría algún consejo?
No, trato de no darle consejos. Todo el mundo me dice algo y yo digo: no, no, doy consejos. Yo no opino, cumplo la orden y confío en él.
¿Y la mamá del Presidente ve a su hijo en la televisión todos los días?
No me lo pierdo por nada del mundo, dejo mi espacio para verlo. Me interesa muchísimo, me encantan las intervenciones de los otros presidentes que han hablado allí, de los expertos de la Organización Mundial de la Salud; los videos que pasan son muy bonitos y didácticos. Me gusta todo este ejercicio por unir al país para que todos estemos informados.
En un momento se pensó que el Presidente podía estar contagiado, ¿cómo vivió esa situación?
Como la viviría cualquier mamá: asustada, además porque la cabeza no puede estar contagiada porque se desploma un poco todo. Es mi hijo y uno no quiere que esté enfermo, pero él es muy fuerte, tiene muy buena salud. A mí me tocó esto llegando de los Estados Unidos, así que también tuve que hacerme la prueba y desde entonces quedé aquí encerrada y no lo veo. Yo nunca pensé realmente que estuviera contagiado y afortunadamente no lo ha estado, gracias a Dios.
En el programa de televisión al Presidente se le nota una preocupación especial por las personas mayores, ¿a qué cree que se debe?
El siempre ha tenido esa debilidad. Mi mamá falleció hace dos años, pero Iván era el protector de ella. Los hijos de las hijas crecen en la casa materna, entonces mis papás eran como otros papás para ellos y mi abuela murió de 104 años, entonces él siempre vio con amor a las personas mayores y con ánimo de cuidarlas. Creo que es una linda experiencia la de mis hijos con los mayores, porque aprendieron historias del Tolima y de Cartagena, de donde proviene m i familia, entonces son muy querendones.
Esta semana él anunció que los mayores deberán seguir en casa hasta agosto, pero algunos de ellos se están rebelando. ¿Qué opina?
No sé adónde quieren salir porque las cosas ahora están cerradas y si uno es productivo, puede trabajar desde la casa. Creo que es gente que escribe, que opina, pero yo he tomado esto como una pausa en la cual se pueden hacer muchas cosas. No tengo 70, pero aquí me voy a quedar guardada. Los que se están rebelando son personas que su trabajo es más de escritorio, entonces me parece que es un poco ridículo en este momento tan grave que atraviesa el mundo ponerse con ese tema, en vez de organizarse para donar mercados a los que los necesitan o enseñar a través de clases virtuales todo eso que saben. No creo que es momento para rebelión de canas, como lo están llamando, si no para ser solidario con los que tienen menos, es una oportunidad que se nos presenta para ayudar al otro.
Aunque la favorabilidad del Presidente ha subido mucho por su manejo de la pandemia, hay críticas. ¿Cómo las toma, qué les responde a los opositores de su hijo?
Es que es ‘palo porque bogas, y palo porque no bogas’. Siempre hay crítica, toda acción buena tiene un efecto contrario, entonces yo ya no les paró tantas bolas. He ido haciendo abstracción de esas críticas y, cuando leo cosas en mis redes sociales, les digo: ‘pero no peleen, usted tranquilo, haga algo’. Es que uno no puede criticar todo: si dan un subsidio, que era mejor que lo diera todo. Nunca nada es suficiente para nadie. En este momento tenemos que estar buscando satisfacción con lo que podamos y ayudar. La crítica siempre va a estar ahí, es inherente al cargo. Mientras no haya ataques personales, trato de pasar por encima, pero los personales, me duelen en el alma.
Una infidencia, al inicio de esta crisis, que nadie se imaginaba, ¿lo llegó a ver abatido, preocupado?
Pesadumbre nos da a todos, porque lo que le está pasando al mundo parece una película de terror, pero ahí está la fortaleza: cómo lo maneja inmediatamente. Claro, cualquiera se descompone: somos humanos, pero lo superó y creo que lo ha hecho muy bien. Yo no estaba aquí cuando empezó esto, y allá, no digo dónde, era terrible, no quiero volver nunca. Pero es que era una cosa nueva, nadie sabía cómo atacarla, cómo iban a ser los síntomas ni cuánta gente iba a morir ni si el sistema de salud estaba adecuado. Eran muchas cosas las que había que decidir, como la cuarentena, que está tratando de salvar vidas, pero hay gente que no quiere seguirla. Deberían firmar un papel y si salen a la calle y se contagian, no hacer uso de las UCI que se tienen para la gente que se estaba cuidando. ¿Quiere morirse? Allá usted, yo cumplo con las órdenes, me parecen justas y lo hago con gusto.
¿Qué mensaje les envía a todos los colombianos, gobernados por su hijo en estos momentos de crisis?
Un mensaje de unidad, de compromiso y de solidaridad. Unidad, porque solamente unidos, sin tocarnos, desde la distancia, saldremos adelante; el compromiso es con nosotros mismos, de cuidarnos y ser responsables, y de solidaridad, para que utilicen el tiempo que tienen en sus casas para hacer obras por los que no tienen las comodidades de otros.