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TLC: luz al final del túnel

La noticia de que se destrabó la aprobación del TLC con el presidente Obama ha sido presentada como la luz al final del túnel de esa tortuosa negociación que ya lleva casi ocho años. Y es cierto. Es la luz de la enorme locomotora que se nos vino encima y nos va a atropellar.

12 de abril de 2011 Por: Mauricio Cabrera Galvis

La noticia de que se destrabó la aprobación del TLC con el presidente Obama ha sido presentada como la luz al final del túnel de esa tortuosa negociación que ya lleva casi ocho años. Y es cierto. Es la luz de la enorme locomotora que se nos vino encima y nos va a atropellar.

La noticia de que se destrabó la aprobación del TLC con el presidente Obama ha sido presentada como la luz al final del túnel de esa tortuosa negociación que ya lleva casi ocho años. Y es cierto. Es la luz de la enorme locomotora que se nos vino encima y nos va a atropellar.El debate sobre los efectos del TLC fue intenso en el país. Muchos argumentamos con hechos y datos que, aunque el tratado tenía algunos beneficios, los costos eran mayores. Además demostramos con base en las mismas cifras oficiales que los beneficios eran sólo potenciales y futuros mientras que los costos eran reales e inmediatos.Por ejemplo, en materia fiscal porque se van disminuir los ingresos por aranceles en unos US$500 millones anuales, o en la balanza de pagos porque las importaciones van a crecer muchos más que las exportaciones y el déficit comercial puede aumentar en unos US$1.800 millones.Pero ese debate se perdió. Los pocos ganadores con el TLC tuvieron más fuerza política que los muchos perdedores que dejará el tratado, y la aplanadora uribista lo aprobó en el Congreso; sin embargo, hemos tenido un período de gracia de cinco años por las demoras del congreso norteamericano.Hoy las perspectivas son peores que cuando entramos en el túnel. Aún los defensores del TLC reconocían que el país no estaba preparado para aprovechar sus eventuales beneficios y atemperar sus costos y por eso se propuso una agenda interna para mejorar la competitividad, sobre todo en materia de infraestructura. Además se le asignaron $500.000 millones anuales al Ministerio de Agricultura para que con el AIS ayudara a los campesinos a prepararse para enfrentar el TLC.Fracaso total. Durante Uribe II no se construyó una sola carretera importante y se mantuvo el inmenso atraso en infraestructura. Con la plata de AIS ya se sabe que pasó y pronto van a ir a la cárcel los que malgastaron ese dinero (Ojalá todos, y no sólo los mandos medios). Los demás temas de la agenda de competitividad tampoco tuvieron avances significativos durante el gobierno anterior.Como resultado, hoy Colombia no tiene una oferta exportable mayor a la que tenía hace cinco años (distinta a la minería e hidrocarburos que no necesitan el TLC). Si a este oscuro panorama le añadimos la funesta revaluación del peso, la conclusión evidente es que los exportadores colombianos están hoy en peores condiciones para aprovechar el TLC que cuando fue aprobado.La situación es similar o peor por el lado de los productores nacionales que van a enfrentar la mayor competencia de bienes y servicios norteamericanos que entrarán sin pagar aranceles. En cinco años muchos han hecho esfuerzos importantes para mejorar la productividad (léase despedir trabajadores y bajar los costos laborales), pero aún así sus costos medidos en dólares han subido por la revaluación.En estas circunstancias no se ven fundamentos para el optimismo oficial sobre la creación de 250.000 empleos con el TLC. O tal vez sí, pero no en Colombia sino en EE.UU, porque como dijo Obama este tratado “ayuda al crecimiento económico estadounidense y apoya a los trabajadores norteamericanos”.Coletilla: Es excelente que el gobierno colombiano tome medidas para proteger a los sindicalistas, mejorar la calidad de los contratos de trabajo y defender los derechos humanos. Pero es una ofensa a la dignidad nacional que estas sean impuestas por Estados Unidos. Aunque el objetivo sea bueno, la forma es inaceptable. No sólo tiene visos de un imperialismo trasnochado, sino que es una muestra de doble moral viniendo de un país donde los gobernadores republicanos de Wisconsin y otros estados están tratando de exterminar a los sindicatos.

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