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¿Soberbio o víctima?

2 de agosto de 2010 Por:

La súbita caída de Tony Hayward de BP muestra cómo el derrame de crudo en el Golfo de México alteró la suerte desde humildes pescadores hasta los encumbrados ejecutivos corporativos. Irónicamente, Hayward prometió en 2007 enfocarse “como un rayo láser” en la “seguridad” y la “fiabilidad”, dos de los motivos por los que tendrá que abandonar su cargo.Si Hayward puso a BP logró cambios en la estructura de la empresa sumida en problemas de gestión, su percepción pública cambió tras la explosión el 20 de abril de la plataforma petrolera ‘Deepwater Horizon’, que dos días después se hundió en el mar.Desde entonces Hayward se convirtió en el enemigo público número uno de EE. UU. por su cuestionada gestión –y su soberbia– en el llamado mayor desastre ecológico en ese país, por lo que no tuvo más remedio que aceptar su salida de BP. De 53 años (21-5-1957) en Londres, Hayward ingresó a la petrolera en 1982 después de estudiar Geología en la Universidad de Edimburgo, EE. UU., luego se desempeñó en Francia, China y Suramérica. En 1990 fue nombrado asistente personal del entonces consejero delegado John Browne. A partir de allí su paso de geólogo a ejecutivo fue meteórico: fue tesorero de grupo y director de exploración y producción, un papel crucial en petroleras grandes.Su liderazgo se tradujo en buena rentabilidad, a lo que ayudó el ascenso de los precios del petróleo y recortó costos y 7.500 puestos de trabajo, lo que apuntaló a la compañía para sortear la recesión global y redundó en un ahorro de US$4.000 millones con lo que BP pasó a ser una de las petroleras más potentes del planeta. Incluso desempeñó un papel en la expansión de BP a Estados Unidos, con una serie de adquisiciones y fusiones. Una carrera en ascenso hasta el pasado 20 de abril, otro “martes negro” en el que explotó la plataforma petrolífera Deepwater Horizon en el Golfo de México y la reputación de Hayward caía en picada, a lo que ayudaba mucho su actitud, irresponsable para unos, e incluso soberbia y desvergonzada para otros.Hayward, de 53 años, comparó la extensión del Golfo de México con la de “un gran océano”, por lo que vaticinó que el impacto del vertido en ese ecosistema sería “muy modesto”.Además de minimizar varias veces el impacto del desastre, este padre de dos hijos, llegó a afirmar que deseaba resolver la crisis cuanto antes para “recuperar su vida normal”, declaraciones muy mal recibidas por todo el mundo, en especial por el presidente de EE. UU., Barack Obama. Obama comenzó a pedir hasta la saciedad el cese de Hayward al frente de la compañía y presionó para que creara un fondo ilimitado de compensación a las víctimas del desastre, un fondo que BP “no controlaría en ningún caso”.La animadversión de Washington hacia el consejero se vio agravada desde el 17 de junio, cuando el directivo compareció ante el Congreso de los EE. UU., donde fue el blanco de duras críticas. Muy habilidoso fue capaz de esquivar las preguntas más comprometedoras con respuestas del tipo “hay una investigación en marcha”.Devastado o no, pocos días después Hayward fue visto participando en la regata anual de la Isla de Wight, Inglaterra, en la que compitió con su yate, actitud que llegó a ser tildada como “el culmen de la arrogancia” por un senador republicano. También salieron a relucir por sus contradictores su tendencia a la imprudencia, mientras destacaban que su sucesor respondía con un tono calmado y tranquilizador, sin la impaciencia y las declaraciones sarcásticas de Hayward. Por todo ello el consejero delegado saliente no tuvo más opción que renunciar el 1 de octubre, luego de decir que se ha sentido “vilipendiado” y “demonizado” tras el accidente de la plataforma ‘Deepwater Horizon’.Hayward recibirá una paga única equivalente a su salario anual, estimado en 1,1 millones de euros en 2009, y una pensión valorada en unos 12,3 millones de euros, lo que le permitirá cobrar unos 665.760 millones de euros al año a partir de los 60 años. Así aseguró que no sentía grandes pesares sobre cómo había gestionado su liderazgo al frente del grupo, y que la decisión de dejar su cargo había sido “de mutuo acuerdo” y obedecía a motivos puramente prácticos. “Hoy es un día muy triste para mí a nivel personal. No se trata de si es justo o injusto. Me convertí en la cara pública (del desastre) y se me demonizó y vilipendió por ello. BP no puede continuar avanzando en los EE. UU. conmigo como líder. La vida no es justa”, señaló Hayward. “A fin de cuentas iba a ser destituido para tranquilizar a los inversionistas”, dijo David Battersby, gerente de inversiones en Redmayne Bentley Stockbrokers. Pero el hecho de que se le otorgue un cargo no ejecutivo en la junta directiva de la petrolera rusa TNK-BP, sociedad que BP tiene con los oligarcas rusos –con un salario de US$1,6 millones, en lugar del preaviso de un año a que tenía derecho–, sugiere que la compañía aún tiene fe en él, a diferencia de lo que ocurre en EE. UU. Los analistas consideran esa empresa rusa una de las joyas de la corona de BP, porque representa una cuarta parte de la producción de la compañía, pero es problemática. “Reconocen que este es un sujeto muy inteligente y que tiene buenos contactos”, dijo Stephen Pope, estratega global en jefe de inversiones para Cantor Fitzgerald. Phil Weiss, analista petrolero de Argus Research en Nueva York, dijo que BP conserva una muy buena opinión de Hayward, “pero tienen que alejarlo de esta situación”. Aun en los primeros días después de la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, en la que se perdieron 11 vidas, Hayward parecía capaz de sobrevivir. Pero se fue convirtiendo en el centro de los sentimientos contra BP y sus ‘metidas de pata’ no le ayudaron. Exasperó a más de uno al afirmar que quería su “vida de regreso” e irse a una regata de yates en lugar de estar al pendiente del derrame, y con sus declaraciones ante los senadores en junio, en las que dejó la impresión de responder con evasivas. El presidente Barack Obama dijo entonces que Hayward debía ser despedido, aunque BP calmó después las aguas políticas al crear un fondo de compensación de 20.000 millones de dólares para los afectados por el derrame. Pero David Cumming, director de inversiones de ‘Standard Life Investments’, dijo que Hayward es el chivo expiatorio del “apaciguamiento político” de BP para ayudar a reconstruir su reputación en Estados Unidos. “Creo que Hayward ha sido tratado con dureza y creo que su partida es prematura”, afirmó. “Aún no sabemos todos los hechos del derrame”.Otros analistas consideran que al designar a Robert Dudley como director general, BP quiere dar el mensaje de que le preocupan sus activos en Estados Unidos.Hayward afirmó que el vertido es una tragedia terrible sobre la que siempre sentirá “una profunda responsabilidad” y consideró “correcto” que la empresa trate de superar lo ocurrido a partir de ahora con “una nueva fase y un nuevo liderazgo”.El presidente de BP, Carl-Henric Svanberg, destacó la labor de Hayward en sus tres años como consejero delegado y manifestó el pesar del consejo de accionistas de la petrolera por perder a un consejero delegado que logró mejorar el rendimiento de la compañía en los últimos tres años.“El consejo de administración de BP está profundamente entristecido por la pérdida de un director general cuyos éxitos a lo largo de tres años al mando de la empresa fueron amplios y merecidamente admirados”, dijo el presidente de BP Carl-Henric Svanberg.Luego vino el desastre del Golf de México, donde quedó en evidencia que Hayward mejoró la posición de BP, pero no la seguridad, al punto que lo hizo patinar durante tres meses y al final caer.

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