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Se fue llorando y en blanco

Maradona había previsto que el del 2010 fuera un Mundial como el de 1986. Y en el papel de Maradona había puesto a Lionel Messi, el hombre determinante, el que debía aupar a Argentina a su tercera Copa, el que debía desatascar el juego albiceleste cuando las cosas se pusieran complicadas.

3 de julio de 2010 Por: EFE / Enlajugada

Maradona había previsto que el del 2010 fuera un Mundial como el de 1986. Y en el papel de Maradona había puesto a Lionel Messi, el hombre determinante, el que debía aupar a Argentina a su tercera Copa, el que debía desatascar el juego albiceleste cuando las cosas se pusieran complicadas.

Maradona había previsto que el del 2010 fuera un Mundial como el de 1986. Y en el papel de Maradona había puesto a Lionel Messi, el hombre determinante, el que debía aupar a Argentina a su tercera Copa, el que debía desatascar el juego albiceleste cuando las cosas se pusieran complicadas.Pero el de Rosario no apareció el día más importante, cuando su equipo escalaba la montaña más difícil, cuando más falta hacía su presencia. Messi dejó huérfana a Argentina y Alemania le humilló.Sus lágrimas en el césped al término del partido, siendo consolado por el propio Maradona, mostraban la decepción que sentía en su corazón, en el Mundial en el que debía eclosionar como jugador planetario, en el que debía colmar la deuda de títulos que tiene con la selección.El barcelonista deja el Mundial sin haber marcado. Lo intentó todo en los cuatro primeros partidos, regaló tantos a sus compañeros, fue el hombre encargado de abrir las defensas adversas, el más brillante. Pero no marcó.En el quinto fue menos determinante. Estuvo perdido entre líneas, gozó de menos espacios, más inteligentemente vigilado por un dispositivo táctico que acabó por secarle.Ante Alemania apenas apareció. Algún que otro fogonazo, esporádico, descosido, pero sin peligro, sin el calor de otros días en los que, cuando se ataba la pelota al pie, rugían los estadios, se avivaban las vuvuzelas, se sentía el olor a gol.Un gol que no llegó de sus botas pero sí de las de sus compañeros. Porque sin marcar ningún tanto, de sus botas llevó a Argentina a ser el máximo goleador de la primera fase, que se acabó con un pleno de victorias.No marcó pero iluminó el ataque argentino. Hasta que tuvo enfrente a Alemania, su orden, su fuerza física, su táctica irreprochable y Argentina se fundió, porque Messi se perdió, desapareció.Messi estaba llamado a interpretar el papel del Maradona del 86, pero acabó haciendo el de Maradona del 82. Una estrella consolidada que no puede llevar a su equipo a una victoria Mundial. Y todo el país acabó con la misma decepción.

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