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Posdata de una historia: ¿le cumplirá el Gobierno sus promesas a Nairo Quintana?

Hace tres años, cuando ganó el Tour de l’Avenir, Nairo Quintana fue recibido en los círculos del poder. Le prometieron una casa, un centro de alto rendimiento y ...¡hasta gallinas! El periodista de El País que escribió la celebrada 'Carta a Nairo', hoy publica la posdata.

22 de julio de 2013 Por: Jorge Enrique Rojas, reportero de El País.

Hace tres años, cuando ganó el Tour de l’Avenir, Nairo Quintana fue recibido en los círculos del poder. Le prometieron una casa, un centro de alto rendimiento y ...¡hasta gallinas! El periodista de El País que escribió la celebrada 'Carta a Nairo', hoy publica la posdata.

El 19 de septiembre del 2010 El País, en sus ediciones impresa y web, publicó un texto del periodista caleño Jorge Enrique Rojas, titulado 'Carta a Nairo'. Rojas había viajado hasta Bogotá y Boyacá con un único objetivo: entrevistar al joven boyacense que acababa de ganar el Tour de l’Avenir. Pero no pudo lograrlo. Nairo sólo le concedió unos cuantos minutos de diálogo, pues en aquella ocasión fue literalmente arrasado por una agenda de compromisos sociales, muchos de ellos entre las altas esferas del poder, que celebraban su triunfo. Rojas, entonces, se dedicó a seguirlo desde la distancia, a observarlo y a dialogar con todos aquellos que guardaban un trozo de la historia de este campesino que hoy viste de orgullo a Colombia. Fue así como, quizá por primera vez, se contó la historia completa de las raíces humildes y auténticas de este héroe del deporte colombiano, así como su larga carrera de lucha y sacrificio en el ciclismo. Este trabajo fue merecedor de un Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en el 2011. En la 'Carta a Nairo', el periodista relata el momento en que el presidente de la República, Juan Manuel Santos, recibe al campeón y, en su discurso, le hace dos promesas: una casa para su familia y la construcción de un centro de alto rendimiento para las jóvenes promesas del ciclismo en Boyacá. Tres años después, las imágenes de la televisión dan cuenta de que la familia de Nairo Quintana sigue en el mismo lugar y en similares condiciones. Y que muchas de las promesas que le hicieron al campeón -- algunas de ellas tan pintorescas como la de un político que ofreció un lote de gallinas como regalo -- siguen en el tintero. A partir de esa realidad, Rojas retoma hoy el tema en una segunda entrega de su 'Carta a Nairo', titulada Posdata. Este es su texto:"Yo espero que usted sí pueda leer esto, Presidente. Hace tres años, cuando Nairo Quintana ganó el Tour de l’Avenir, estuve en su casa. No me refiero a la de él, que luego de conocerla pude darme cuenta no alcanza a llamarse casa. Hablo de la suya, Presidente, la Casa de Nariño. Estuve allí porque usted lo invitó para hacerle un homenaje. Yo estaba atrás, entre la montonera de periodistas, cubierto por luces y cámaras de noticieros que seguían el discurso que entonces usted daba, palabras llenas de orgullo patrio, cómo olvidarlo. Hoy, sin embargo, debo serle franco: yo no estaba pendiente de usted. Desde mi rincón solo veía a Nairo.Y ahora recuerdo su cara: el nerviosismo que se le acumulaba en gotas de sudor que le brillaban en la frente, sus ojos abiertos como platos de sopa. El chico estaba feliz. Era esa felicidad que desfigura el rostro, incontenible como estornudo, felicidad tan rara para algunos colombianos. En medio del discurso usted prometió una casa para sus padres y un centro de alto rendimiento para los deportistas de su tierra. Luego le puso una medalla en el pecho y le dio un abrazo. Yo había ido hasta Bogotá para hablar con él. Quería que me explicara de dónde había sacado esa obstinación, esa persistencia a prueba de golpes para sobreponerse a su propio destino. Pero después de la Casa de Nariño, Presidente, vinieron más promesas. Unos y otros lo llevaron de aquí para allá, exhibiendo su triunfo como gesta propia. Aquel día, entonces, solo pudimos conversar unos minutos. Y aunque lo intenté, nunca pude verlo otra vez. Poco después, luego de viajar hasta Arcabuco para conocer el lugar donde había nacido, escribí un texto para contar quién era ese muchachito que no pude conocer pero que admiraba tanto. Lo titulé Carta a Nairo. La carta, sin embargo, él nunca la leyó.¿Sabe por qué lo sé? Un día después de publicado, una de sus hermanas me llamó. Me pidió el favor de que le enviara el periódico porque allá donde vivían era imposible conseguirlo. Yo lo empaqué en un sobre de manila y se lo mandé por correo certificado, pero la empresa de mensajería me lo devolvió a la semana siguiente. Y cuando se lo volví a mandar, pasó otra vez. Me explicaron que no habían podido encontrar la casa. Que con esas indicaciones: pasando la curva de La Cantera, sobre la loma de El Moral, a quinientos metros de la guardería Pato Lucas, era imposible. Aquello, Presidente, me pareció una metáfora de este país que desconoce cómo vive su gente: en esa Colombia, en esa Colombia sin direcciones, allá donde ni siquiera llegan cartas, allá vivía nuestro campeón. Y allá sigue viviendo. Estos días lo he visto por televisión: las paredes de adobe, el suelo de tierra, el techo roto. Esa es la razón por la que hoy le escribo, Presidente. Perdone si esto le parece una impertinencia, pero yo aún creo en el poder de las historias. Y la de Nairo, es la historia de este país. Es la historia de una lucha olvidada, de cientos de promesas incumplidas. Créame, no exagero: hace tres años, por ejemplo, un político le prometió a la mamá de Nairo 300 gallinas para celebrar la valentía de su muchacho. Hoy, en el solar de los Quintana, hay lo mismo que entonces: trozos de bicicletas, retazos de neumáticos, perros de razas callejeras. Yo no soy nadie para pedir que cumpla su promesa, Presidente. Usted debe tener urgencias mayores. Pero yo creo que ahora, cuando en La Habana se discuten treguas, rendiciones, reparticiones de tierra, darle una casa a ese muchacho sí que sería un mensaje. Sería decir que en este país, de verdad, la paz es más importante que la guerra. Yo no sé si esto sirva de algo. Por ahora solo confío en que usted lea. Tal vez, un día, Nairo, en su casa, también pueda hacerlo. Esta, es la postdata de mi carta.Atentamente,Jorge Enrique Rojas".

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