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Natalia Betancourt, la deportista caleña que divide su pasión por el boxeo y la filosofía

A sus 23 años la caleña Natalia Betancourt ya se perfila como una gran figura del boxeo del Valle.

8 de noviembre de 2016 Por: Leonard Gutiérrez Bueno - Reportero de El País

A sus 23 años la caleña Natalia Betancourt ya se perfila como una gran figura del boxeo del Valle.

Cuando pequeña era la víctima preferida de los niños más cansones de turno. Natalia Betancourt conoció seguramente primero que muchos, la tan famosa palabra: bullying.

Cerca al Parque del Avión, en el norte de Cali, acudía Natalia al colegio Santo Tomás, donde desde siempre sobresalió como una de las alumnas más destacadas. Que le dijeran ‘Ñoña’ no era algo que realmente le molestara tanto como su figura desgarbada e inofensiva que alentaba a todo el que quería hacerla sentir menos.

La chica de hoy está físicamente muy distante a la que en el pasado todos veían como las más indicada para tomarle del pelo, pero su inteligencia es hoy aún más sobresaliente que los puños que pega.

“Un día iba pasando por una calle y vi a unas niñas que estaban haciendo una forma de kung-fu con espadas, me acerqué sin que nadie me lo dijera, aunque en un principio como algo muy recreativo”, explica Natalia, quien cuando niña se le escondía don Miguel Ángel, su padre, para que no la llevara a correr a un parque. 

Ese día, en aquella calle, sin saberlo ya el destino le mostraba que su futuro tenía que ver con el combate.

El deporte no era la prioridad de esta caleña, a la que sus lentes delatan fácilmente como una estudiosa, es lo que cualquiera podría decir, una “come libro”, y ella no lo niega, por el contrario, se siente orgullosa de ser una de las estudiantes más destacadas de la Universidad del Valle.

Desde que asistió a  las aulas de clase de su colegio en el norte de la ciudad, se sintió atraída por los idiomas, aunque su puntaje en el Icfes no la acompañaron del todo cuando presentó las pruebas. Así fue cuando recordó la filosofía y un viejo profesor que más de una vez la hizo dormir con los sermones de existencialismo a pleno mediodía.

“No me gustaba nada más, y al no ser los idiomas, decidí estudiar la filosofía porque me parece que es una carrera que ayuda a entender mucho del comportamiento de las personas. Hoy creo que la filosofía, por muchas cosas que viví, me  ayudó a ver la vida de una forma diferente”, explicó la boxeadora, que está en el décimo semestre de esta carrera en la universidad.

Gran parte del tiempo de esta deportista y estudiante consagrada, también se pasa en la oficina del Programa Editorial de la universidad a donde llega diariamente. Ahí se le puede encontrar actualizando archivos y corrigiendo estilos.

De la niña indefensa, a la temible boxeadora

Sus calificaciones hacían felices a sus profesores y orgullosos a don Miguel y doña Mariela. Pero para Natalia hacía falta algo, y eso era desempeñarse en el deporte igual o mejor a como lo hacía cuando estaba en el pupitre.

 Su historia en el kung-fu fue más de lo que ella misma imaginó. "Siempre fui la más débil, la que no podía hacer un ejercicio. Fue el reto que me puse, porque no pegaba duro, no saltaba, no me paraba de manos. El kung-fu fue el que me ayudó a mejorar muchas cosas. Gracias al trabajo que hice logré ser campeona nacional en tres oportunidades y apenas tenía entre 17 y 19 años”, expresa ahora la deportista, quien no lograr pasar desapercibida en la universidad. Su cuerpo torneado no logra esconderse detrás de sus lentes.

Lo hecho en este estilo de combate animó a que Natalia comenzara a conocer formas diferentes de pelear. Así fue como cuando por medio de un amigo llegó al  jiu-jitsu. Durante año y medio se dedicó a este deporte y mientras lo entrenaba también conoció el muay thai.

 “Me enamoré de este deporte, bueno eso pensaba, pero en una competencia me encontré con una luchadora que  se llama Paola Calderón, quien era fuerte en el boxeo. Me ganó y desde ese momento pensé que tenía que hacer fuerte esta parte en mi preparación”, asegura en medio de risas una Natalia que sin quererlo llegó a convertirse en una promesa de esta disciplina para el Valle.

“Natalia es una mujer de gran condición técnica, dedicada, disciplinada y dentro de poco creo que debe adueñarse de la división de los 60 kilos en Colombia y comenzará a entregar resultados importantes. El trabajo que viene haciendo le dará un lugar en nuestro boxeo”, dijo el profesor Jorge Aguirre, quien nuevamente comienza a pulir una nueva figura para la región.

A las 5:30 de la mañana Natalia ya está en pie, cumple con su rutina de salir a correr y posteriormente va al gimnasio. Una vez termina, se va a la universidad a trabajar y estudiar, cuando lleva a cabo  estas dos funciones se va a un restaurante en el que trabaja. Cuando llega la tarde se dirige al coliseo de combates María Isabel Urrutia donde trabaja por lo menos dos horas diarias para conseguir el sueño más grande que tiene.

“Lo que más quiero es conseguir una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos, pero además tengo aspiraciones para llegar al profesionalismo”, explica Natalia, quien no solo tiene que pelear ante sus rivales, sino vencer la miopía y el astigmatismo, que la acompañan hace muchos años, pero que no son excusa para ella.

Natalia esta misma semana tendrá una eliminatoria en la que buscará quedarse con uno de los cupos al Campeonato Nacional de Boxeo que se realizará a finales de este mes en Santander y donde espera quedarse con el primer lugar.

No es una boxeadora común, todo lo contrario, Natalia Betancourt está demostrando que se puede ser exitoso dentro y fuera del ring.

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