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Messi (también) vive en Cali

Un chico sueña con ser Messi y se prueba con el Villarreal. Es de Cali, se llama Johan Franco. En España, ahora, le dicen Néymar.

20 de mayo de 2014 Por: Jorge Enrique Rojas - Editor Unidad de Crónicas - El País

Un chico sueña con ser Messi y se prueba con el Villarreal. Es de Cali, se llama Johan Franco. En España, ahora, le dicen Néymar.

El fútbol es un laboratorio de la nostalgia donde cada semana la ilusión de los hinchas juega a la clonación: “ese, ese, el que corre por la izquierda, es idéntico”... Cada día de partido, en un estadio o en un potrero, el aficionado aguarda la aparición de un jugador que haga recordar a otro que ya no está; reza por el nacimiento de un genio que repita las hazañas de otro genio. Entonces empieza a buscar similitudes, parecidos y pretextos para decirle al vecino eso que se le atraganta apenas lo ve pasar raudo, dejando un reguero de defensas tirados en su imaginación: “ese, ese, el que corre por la izquierda, es idéntico”…Desde que el hombre inventó la pelota, la poesía de la repetición rebota con ella. La poesía de la pelota, por supuesto, admite sueños repetidos y el sueño del hincha es también el sueño del jugador. En el Real Madrid, el hijo mayor de Zinedine Zidane sueña con ser como su papá; en la camiseta con que juega llevando el diez del equipo B, sin embargo, pidió que estamparan su nombre y no el apellido de la familia. Enzo, se lee entonces en su dorsal. El chico fue bautizado en honor a la veneración juvenil que ‘Zizou’ tuvo por Enzo Francescoli, el ídolo uruguayo que algún día quiso emular.Mucho antes de que lo declararan rey, en Brasil, Pelé soñó con ser Dodinho, el delantero del modesto Bauru que ganando el campeonato regional de Sao Paulo en 1946, moldearía la ilusión de uno de los mejores futbolistas del mundo. Dodinho era el papá de Pelé. En Argentina, tiempo después de eso pero mucho antes de que su mano izquierda se convirtiera en La Mano de Dios, Maradona soñó con jugar como Bochini. Desde hace una década, en Barcelona juran que ese adolescente antipático que se apellida Messi cumple cada domingo con el sueño de todos sus hinchas y se parece más y más a Maradona. “Ese, ese, el que corre por la izquierda, es idéntico”…Hace un tiempo, en las canchas del Oriente de Cali, una de esas frases poéticas que recorren los pastizales del mundo empezó a repetirse cada que Johan Sebastián Franco Hernández, hoy de 13 años, tocaba el balón: “¡mirálo vé, igualito a Messi!”. Messi, como siguieron diciéndole, se convirtió en uno de esos sucesos que se van haciendo conocidos en las canchas populares al andar de boca en boca como un piropo al fútbol callejero. Messi creció en Los Naranjos, barrio del Distrito de Aguablanca donde entre otras cosas olvidaron hacer canchas decentes. Messi tiene dos hermanos, Cristian, de 16 años, que juega de central, y Gabriela, que tiene 7. Keiby Janeth Hernández, la mamá de Messi, es una buena mujer que administra una venta de cosméticos y se esmera por velar por sus tres hijos. Año y medio atrás, mientras veía un partido del más pequeño de sus futbolistas, la buscaron para ofrecerle seis millones y medio de pesos por algo que parecía ser un porcentaje o quién sabe si la totalidad de los derechos deportivos del chico; el trato consistía en que cuando Messi, que entrenaba en la cancha del barrio Puertas del Sol, dejara el club Unión Distrital para ir a jugar con un equipo de La Base, le irían pagando en cuotas de quinientos mil pesos mensuales. Al niño también le darían algo para su transporte. La mamá dijo que no.Keiby tiene 36 años, la voz siempre amable, no es alta. “Yo sentí que de pronto solo estaban pensando en dinero y a un hijo no hay cómo ponerle precio. A pesar de las dificultades, de estar separada, con la ayuda del papá y muchos sacrificios, estábamos bien. A mí me pareció que iba a ser mejor así”. La mamá del niño que comparan con un astro gigante ese día quizás tuvo un pálpito del tamaño de una pulga. Messi ahora contesta el teléfono en Villarreal, provincia de Castellón de la Plana donde queda la ciudadela deportiva del Villarreal CF. Desde hace tres semanas el chico se prueba ahí, con el equipo infantil. Es de noche en España y Johan Sebastián habla poco después de un entreno.Y allá, ¿también te dicen Messi?No. Cuando entré al camerino me dijeron vaya chaval, ha llegado Néymar.***La historia de Messi pudo haber sido contada hace un par de meses, pero alguien vinculado a su proceso de formación deportiva lo consideró imprudente. Para ese momento la especulación que rebotaba por ahí es que este Messi, como el otro Messi, jugaría en el Barcelona español. En aquella ocasión, para hablar de eso, Johan Sebastián, su mamá y yo, nos citamos en una casa del barrio Los Naranjos que funciona como sede del club donde entrenaba el muchacho. La reunión estaba pactada entre las tres y cuatro de la tarde de un día caluroso. Messi llegó vistiendo jeans y tenis para jugar al microfútbol. Durante el poco tiempo que nos vimos, una funda de zapatos estuvo siempre bajo uno de sus brazos o entre sus manos. A la hora de hablar de su historia, el futbolista, al parecer, quiso estar acompañado de sus guayos. La conversación en todo caso nunca empezó, solo terminó.Hace poco el periodista chileno Juan Pablo Meneses investigó durante dos años todo el trasfondo de la compra y venta de un descubrimiento. Sus conclusiones están en ‘Niños futbolistas’, un libro donde aparecen voces de mucha gente que se refiere a todo lo que no alcanza a verse en televisión cuando el nombre de ese descubrimiento ya es una marca registrada. Como Messi. La Pulga, junto a su padre y hermanos, tiene una empresa familiar cuyo activo más valioso es la imagen ganadora del diez blaugrana: Leo Messi Management. Cada año esa firma factura millones de dólares gracias a la forma en que el entorno íntimo del jugador más expuesto del planeta toma las decisiones que creen pertinentes.Hoy el fútbol es un negocio redondo que puede dañarse muy temprano por culpa de la modernidad. Así como los videos colgados en Youtube sirven para que un club de primera división le ofrezca un contrato a un niño de 18 meses, como cuenta Meneses que ocurrió en Holanda con el bebé Baerke van der Meij, la tecnología al alcance de todos puede poner a rodar información valiosa en momentos imprecisos. Esa fue en parte la explicación sugerida por el hombre al que no le pareció buen idea que esa tarde calurosa Johan Sebastián hablara con un periodista. En ‘Niños futbolistas’, Guillermo Coppola, el manager que antes del Mundial del 86 renunció a 200 jugadores para representar a Maradona, dice que el de ahora es otro mundo: “Otro fútbol. Hoy a los 14 años todos los chicos tienen representantes. Es una cosa increíble. En mi época era diferente. Yo agarraba de reserva y de primera. No había esta cacería de ahora. Pero el mercado del mundo y la globalización lo han permitido. O sea, si no agarrás vos al chico, lo viene a buscar otro”.Cuando Johan Sebastián aterrizó en España eran las cinco de la mañana. Fue el primer viaje en avión y su mamá, que estuvo en el asiento de al lado, cuenta que fue un niño feliz: se la pasó viendo películas y respondiendo preguntas de ‘Quién quiere ser millonario’, el juego que entre película y película puso cada que pudo; desde Barcelona a Madrid, acomodado en la ventana, grabó todo el recorrido con una videocámara. Esa tarde, en vez de descansar, el chico quiso asistir a su primer entrenamiento.¿Y qué es lo que más te ha gustado de España?Las canchas de la ciudadela deportiva del Villarreal.***Messi llegó a España gracias al pálpito de otro caleño: Julio César Rentería, un ingeniero industrial de 39 años que desde el 2001 vive en Villarreal, donde trabaja en una empresa de pisos cerámicos muy cercana al club de fútbol que lleva el mismo nombre de la ciudad. Pese a ello, en fotos, Rentería parece más un futbolista que un ingeniero: cuando era un muchacho el hombre pasó por las divisiones menores de la Escuela Carlos Sarmiento Lora y el Deportivo Cali.Desde hace un tiempo el futbolista frustrado se planteó hacer el curso de agente Fifa y gracias a la cercanía de su empresa con el Villarreal, servir de puente entre el talento desconocido de su ciudad de origen y el club: “A principios de 2013 un entrenador del equipo donde juega Johan me habla de él y me envía un video que mandó a hacer su mamá. Le hago seguimiento durante varios meses y en diciembre, cuando viajé a verlo, me bastó una práctica para comprobar su calidad. Una vez de vuelta presento el video y me dan vía libre para traerlo a prueba”.Como el otro Messi en sus inicios, este también parece muy pequeño para su edad y todas las patadas que está destinado a recibir cualquiera que juegue con el número diez en la espalda: Enzo, Zidane, Pelé, Maradona o Johan Sebastián Franco Hernández. Este Messi es flaco, de ojos cafés, tímido, de pocas palabras. Sus respuestas casi siempre están acompañadas de un “sí señor” o un “no señor” y el pelo lacio se le escurre sin remedio sobre la frente. De la misma manera como pasa con el futbolista con que lo comparan en su barrio, sin un balón en los pies se ve tan inofensivo como una pulga.Keiby, la mamá de Johan, se separó del padre del chico hace cinco años y medio. Mientras trabajaba, sin nadie más que le ayudara a cuidarlos después del colegio, el fútbol fue la mejor manera que ella encontró de mantener a sus hijos alejados de las tentaciones del barrio y mostrarles un camino distinto al ofrecido por la calle. A principios de este año, cuando llegó la carta de invitación del Villarreal, Johan se quedó mudo. Luego vinieron las lágrimas, muchas lágrimas. Y en medio del llanto palabras de alegría gangosa que Keiby recuerda desde España: “Gracias mamá, esto se lo debo a usted. Voy a luchar con toda porque este es un premio a su esfuerzo”. “No hijo, hazlo por ti. Para que seas feliz”, le respondió ella.Desde una de las canchas de Puertas del Sol, un campo de fútbol con más grumos de tierra que pasto, John Ciro Girón, entrenador de una escuela de formación de pequeños futbolistas, habla de algunas de las proezas hechas por Johan ahí mismo. Entonces, mientras recrea enganches y gambetas, él y otros dos comentan de cosas muy grandes que desde el comienzo le vieron hacer a ese niño tan pequeño: la forma en que enfrentó rivales que lo doblaban en tamaño; goles posibles en la fantasía del Play Station pero no en la realidad de ese peladero. Uno de ellos, un tiro libre lejano 36 metros del arco. Otro, una carrera en la que se le vio pasar raudo dejando un reguero de defensas tirados que en medio de su impotencia quizás pensaron lo mismo que los espectadores que miraban desde el otro lado de la raya: “Ese, ese, el que corre por la izquierda, es idéntico”…El primer partido oficial de Johan con la camiseta del Villarreal fue un amistoso que se jugó el 3 de mayo. Fue convocado para reforzar un equipo inferior al rival, que viajó desde Madrid para ganarles 6-1. El descuento llegó gracias a un penalti que le hicieron al chico cuando recibió un centro. Ruper Moya Tarrega, director deportivo del Vilavella CF, que tuvo la oportunidad de verlo jugar antes de eso, dice que Johan es “el típico chaval que se está buscando ahora porque su juego es de la calle, no tan cuadriculado como lo que se ve en España”. Su continuidad en el Villarreal, sin embargo, depende de muchas cosas. “Este tipo de decisiones básicamente dependen de las capacidades potenciales que ven en el jugador, pensando en la posibilidad de que algún día pueda hacer parte del primer equipo. Como fue el caso de Leo Messi”, escribe en un e-mail Julio César Rentería, quien hizo el puente entre los dos mundos y pagó el viaje para que esta pulga diera su primer salto a Europa.En Messi, perfil hecho libro que escribió Leonardo Faccio, el periodista argentino cuenta que cuando no está jugando, una de las cosas que más le gusta hacer al astro del Barcelona es dormir tirado en un sofá de su casa con vista al mar. Por estos días, en España, el Messi que pierde finales y corre menos que el arquero, es una extensión de esa figura adormilada y por eso no es extraño que a los descubrimientos que llegan desde este lado del universo ya no los comparen con él, sino con la joya que el barcelonismo ruega que despierte para vestirse de sucesor: Néymar. En su casa del barrio Los Naranjos, el otro Messi, cuando no está jugando, descansa en un cuarto con una mesa que sostiene cinco medallas y un trofeo. Allí también ve televisión, casi siempre partidos. Según la mamá, cuando entra a la ducha a veces lo hace llevando el balón en los pies. Las mamás tienen un sexto sentido que la mayoría de veces les permite ver el fútbol que se juega lejos de la hierba: en uno de sus primeros entrenos en Villarreal, su hijo se la pasó buena parte del tiempo acomodándose el uniforme; mientras descansaba de una carrera o esperaba el desenlace de una jugada, se metía y se sacaba la camiseta. Keiby dice que eso ocurre cada que algo no le sale. Esa tarde, al terminar la práctica, Johan le confesó que no le pasaban el balón. Para alguien que se baña con la pelota, la vida sin ella debe oler muy mal. Con el paso de los días, sin embargo, todo ha ido cambiando: Johan conoció a Parrales, un chico ecuatoriano que al convertirse en su amigo en la cancha lo ha ido ayudando a recordar su olfato goleador. Y así el perfume que sobre el pasto húmedo de una cancha van dejando los sueños cuando empiezan a volverse realidad. Mientras lo cuenta su voz casi se escucha envuelta en una sonrisa. Tal vez sea así: la poesía de la repetición también se escribe a partir de las diferencias y este Messi, al contrario del otro, todavía sabe ver la felicidad.La Frase"El camerino es grande. Tiene una banca que lo recorre completo, de pared a pared. Están las duchas, los baños. La primera vez que entré estaba muy nervioso: uno se tiene que bañar y ellos se van quitando todo... Difícil al principio, sí, pero ya me acoplé”.Johan Sebastián Franco Hernández

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