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Juan Guillermo, un 'Cuadrado' bien redondo

Un jugador que estaba casi condenado a ser suplente en la Selección Colombia, se ha convertido en pieza clave en el esquema de José Pékerman.

24 de marzo de 2013 Por: Francisco Henao Bolívar Enviado- especial de El País a Barranquilla

Un jugador que estaba casi condenado a ser suplente en la Selección Colombia, se ha convertido en pieza clave en el esquema de José Pékerman.

El destino del irreverente Juan Guillermo Cuadrado se empecinó en evitar que llegara a las prodigiosas canteras del Deportivo Cali cuando apenas rondaba los 14 años de edad y ya mostraba pedacitos del talento que hoy exhibe con la Selección Colombia de mayores.Aquel muchachito escuálido, de piernas delgadas y de pelo desordenado que deslumbró en varios torneos de aficionados, entre ellos el Asefal de Barranquilla, convenció notablemente al exigente y riguroso caza-talentos del onceno azucarero, Agustín Garizábalo, que de inmediato dio el visto bueno para que se concretara su arribo a las divisiones menores del equipo vallecaucano.Pero dos pequeños detalles se atravesaron en el camino: el primero, que Cuadrado era muy delgado y daba la impresión de ser débil; por lo tanto, la conclusión era de que debía tomar vitaminas y seguir mejor su proceso de crecimiento en su equipo, el Atlético Urabá; y el segundo, que cuando ya había un acuerdo entre Garizábalo y Nelson Gallego, este último en ese entonces técnico de las canteras del Cali, para que en poco tiempo el muchachito comenzara a trabajar con los azucareros, Gallego fue despedido del Cali y hasta ahí llegó el impulso por la promisoria figura.“Yo le decía a Nelson que ese ‘pelaíto’ parecía un brasileño con el balón en los pies, pero por esas cosas del destino no llegó al Cali”, recordó en alguna ocasión Garizábalo.Cuadrado regresó a su convulsionada región de Urabá y en las polvorientas calles de su natal Necoclí, a orillas del Océano Atlántico, siguió haciendo de las suyas en los diferentes torneos locales y departamentales.Sin embargo, aunque se alejó del Cali, su nombre siguió rondando en la cabeza de Nelson Gallego. El formador de figuras no dudó en llevárselo para su casa en Medellín con la anuencia de doña Marcela Bello, la madre, ya que desde los 4 años Juan Guillermo se quedó huérfano de padre.En la capital antioqueña Gallego comenzó a hacer un arduo trabajo de pulimento, enseñándole algunos secretos del fútbol, dándole consejos claves y, lo más importante, alimentándolo bien para que su cuerpo también se fuera consolidando y desarrollando.El futuro de este lateral o volante paisa, que en sus inicios prefería hacer goles como un delantero nato, no era muy claro en el fútbol, pese a que caminaba de la mano de un hombre muy conocido en Antioquia y el resto del país como Nelson Gallego. Deambuló por varios equipos aficionados sin mucho éxito, lo llevaron incluso a un periodo de prueba de dos meses a Argentina en donde no pudo demostrar nada; pasó fugazmente por Nacional y hasta probó algo de suerte, sin mucho éxito por cierto, en el Atlético Bucaramanga.Cuando se pensaba que todo estaba perdido o que las oportunidades nunca más aparecerían, su carrera tomó un giro importante cuando su mentor en el fútbol lo llevó al Independiente Medellín.Allí llegó en 1998 un poco más hecho como futbolista y como persona, aunque físicamente el cambio no fue mucho porque seguía siendo el mismo de antes: pelo desgarbado, piernas corvas muy delgadas y una contextura que no era la ideal para un proyecto de futbolista.Sin embargo, con el balón hacía diabluras, hipnotizaba. Cada que cogía la redonda se inspiraba, sometía a sus marcadores, se volvía incontrolable para los jugadores contrarios. Esa magia vestido de cortos fue lo que convenció a los directivos y técnicos de las inferiores del Medellín para dejarlo en el equipo. Por eso le comenzaron un tratamiento en todos los sentidos, en lo futbolístico con énfasis en lo técnico, en lo físico con mucho gimnasio y en lo alimenticio con tantas vitaminas que después le ayudarían a solidificar su cuerpo.Al poco tiempo de estar con los rojos Juan José Peláez le dio la oportunidad en el primer equipo, pero esa vez como lateral. Su presencia no infundía miedo. Era un muchachito delgado al que incluso la camiseta roja se le veía grande. Pero el día del debut, en un partido ante el Quindío, mostró una personalidad hasta ese momento desconocida. Pidió el balón, encaró a sus rivales y decididamente pasó en varias ocasiones al ataque, confundiendo con sus fintas y amagues a los defensas contrarios.Desde ese momento se le abrieron las puertas de la titularidad en el Medellín, pese a que muchos hinchas aún tenían dudas sobre sus verdaderas condiciones. Jugó muchos partidos, destacándose en la final del 2008 que perdió ante el América, pero mostrando como lateral un fútbol avasallante e imparable que en muchos momentos preocupó a los rojos de Cali.Esa final, aunque perdida por su equipo, le dio el pasaporte para darse a conocer con más argumentos en el país y en el exterior.Porque después vino su fichaje por el Udinese, una ‘pasantía’ por el Lecce para afianzar el tema de la adaptación y un préstamo millonario a la Fiorentina. Luego, su primera convocatoria a una Selección Colombia en el 2010 de la mano de Hernán Darío Gómez como técnico, citación que tuvo muchas críticas de un sector de la prensa porque se decía que ‘Bolillo’ lo convocaba para mostrarlo, ya que en el Udinese muy poco jugaba.Sin embargo, Cuadrado, con su fútbol y en las pocas oportunidades que recibió, se encargó de ir callando las críticas. Hoy, casi tres años después, es el jugador estrella para José Pékerman y el indiscutido para la afición. Su fútbol irreverente, lleno de magia, de mucha malicia, de dinámica, picardía, gambetas y de desequilibrio cada que mueve con rapidez sus piernas por encima del balón acompañado del candente movimiento de cintura, lo tienen ya como un imprescindible en el combinado nacional.Es el hombre que tiene la llave para abrir cualquier cerrojo defensivo por muy fuerte que esté. Con un movimiento o con un cambio de ritmo puede hacer tambalear al zaguero más seguro o fuerte que encuentre en el camino. Lo viene demostrando en Italia y lo ratifica cada que se pone la camiseta amarilla de la Selección.En lo personal Cuadrado no es tan extrovertido como su fútbol. Es un muchacho de pocas palabras, que a sus 24 años responde lo justo.Tímido, demasiado callado, amante del vallenato y serio cuando no está en confianza. Pero eso no importa porque mientras hable en la cancha y exprese sin temores su fútbol, el propio Pékerman y la afición nacional seguirán disfrutando del Cuadrado más redondo que tiene la Selección Colombia.

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