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Thelma Montaño, exjugadora de América de Cali y la selección venezolana. | Foto: Diseño: El País

FUTBOL COLOMBIANO

Thelma Montaño, la guerrera del fútbol que busca ayuda para salvar su vida

La exjugadora de América padece una grave enfermedad. Busca solidaridad para viajar a España y seguir su tratamiento.

9 de octubre de 2019 Por: Juan Carlos Pamo Sánchez -Reportero de El País

Los sueños de la jugadora colombo-venezolana Thelma Sofía Montaño Viveros cambiaron de un momento a otro. Su vida pasó de estar en las canchas de fútbol a las visitas en las clínicas y hospitales.

La defensora de 22 años juega ahora el que será el partido más importante: salvar su vida tras ser diagnosticada hace algunos años con lupus eritematoso sistémico, una agresiva enfermedad en la que el sistema inmunitario del paciente ataca a diferentes órganos y tejidos, afectando a la piel, las articulaciones, los riñones, los pulmones o el sistema nervioso, provocando daños e inflamación.

Una dramática situación a la que se enfrenta desde el año 2014, cuando se topó con una dura realidad que le cambió el sueño de ser una gran profesional. “Inicialmente me dijeron que estaba sufriendo de una artritis, pero con otras valoraciones los médicos en Venezuela confirmaron que era lupus. No sabía qué era la enfermedad”, comenta Thelma.

A sus 17 años, la prometedora defensa recibió una de las peores noticias. “Los galenos me dijeron que no podía seguir jugando al fútbol”. Así de claras fueron las palabras de los especialistas que le recomendaron a la niña soñadora dejar la actividad futbolística porque su cuerpo, con el paso del tiempo, no iba a soportar todo es el esfuerzo físico que depara ser jugadora profesional.

Tal vez la negación a una verdad que ella misma sabía que con el correr de los días sería insufrible, fue un escape temporal a esa dura realidad. Para ese entonces la enfermedad comenzaba a hacer de las suyas en el organismo de Thelma.

“Duré dos meses en un hospital de Venezuela, ya tenía problemas en un riñón, los pulmones, el corazón y las coyunturas de mi cuerpo. Estuve muy mal, muy hinchada porque había retenido mucho líquido y como no estaba tomando medicamentos, la enfermedad había avanzado bastante”, confiesa la joven futbolista mientras se le entrecorta la voz al narrar el drama que vive junto a su familia.

El año 2014 fue de ir y regresar a hospitales constantemente, toda una odisea en la que se había convertido su vida. Thelma aún no lograba entender cómo a su corta edad y con una carrera promisoria, en un abrir y cerrar de ojos le había tocado cambiar los guayos y balones por agujas y medicamentos.

Para 2015 y con una mejor estabilidad en su estado de salud que le brindaba el tratamiento médico en suelo venezolano, la futbolista patriota no renunciaba a su sueño de jugar a nivel profesional. Ya había tenido la fortuna de vestir la camiseta de la selección de su país a nivel juvenil y por culpa de la enfermedad se perdió representar a la ‘Vinotinto’ en el Mundial Sub 17, una de sus mayores frustraciones.

“Yo comencé a prepararme para jugar la liga profesional en mi país; sin embargo, en 2017 apareció la posibilidad de jugar en Colombia cuando se lanzó la liga de acá. Me comuniqué con la gente de América, vine a probar y me quedé en el equipo que disputó la primera edición del torneo. No informé en su momento de mi enfermedad, me daba miedo que me fueran a rechazar porque lo único que quería era jugar”, agregó.

Estando con el equipo femenino de las escarlatas, la jugadora, nacida en San Fernando de Apure, confesó la situación médica y de forma grata recibió el respaldo de sus compañeras. En ese plantel estuvo al lado de Catalina Usme, Camila Quintero, Nicole Regnier, Naila Imbachí y compartió vestuario con sus compatriotas Franyely Rodríguez, Nayluisa Cáceres, Alexyar Cañas, Nathalie Pasquel e Idalys Pérez, quienes conformaban la armada venezolana del equipo. “Tengo que agradecer que a pesar de mis problemas médicos, el América me cumplió con todo lo de mi contrato”.

Tras desvincularse del elenco americano, Thelma se regresó a su tierra natal, Táchira, para intentar seguir su carrera deportiva en la naciente liga venezolana. Pero ella misma sabía que pesaba más la carga de su dura enfermedad, una cruz que lleva a cuesta desde entonces y que truncó el deseo por seguir intentando ser una gran futbolista.

Y lamentablemente para ella así sucedió. “Tocó decidir no jugar más”, comenta Thelma, mientras hace una pausa en su relato debido a las lágrimas y el nudo que se le forma en la garganta, producto de la impotencia y la tristeza que le genera la complejidad de este proceso.

“Si fuera por mí, estaría jugando, pero mi cuerpo no me da para más. Pensé en mis padres, quienes han sufrido bastante con esta situación y no quiero sumarle una preocupación adicional al pensar que a mí me pueda pasar algo jugando, por ellos dije no más”, apuntó la jugadora.

La depresión es otro factor que se suma a este tipo de pacientes, quienes ven con frustración las limitantes para desarrollar una vida normal. En el caso de Thelma sigue realizando de forma moderada algunas rutinas físicas para motivarse y no desfallecer.

“No quería salir a ninguna parte, no me hallaba en ningún sitio, ya me había hecho a la idea que no iba a volver a jugar. Me la pasaba acostada, mi familia no se enteró de ello porque siempre trato de que me vean animada y fuerte pero el dolor y el padecimiento va por dentro”, acotó.

A su madre, Doris Viveros, y su padre, Éder, nacidos en Buenaventura, les tocó sufrir la compleja situación social que vive Venezuela desde hace dos décadas. Vivieron muchos años en el vecino país, pero se vieron obligados a regresar a Colombia por la falta de oportunidades. El primero en emigrar fue don Éder, quien se vino a la capital vallecaucana a buscar nuevos caminos, mientras que Thelma y su madre continuaron en Táchira.

Pero la misma necesidad diaria, sumada a la preocupación que cada vez más era notoria por la enfermedad de la joven futbolista, hizo que doña Soria tomara rumbo a territorio colombiano. La ausencia de sus seres más cercanos provocó que Thelma recayera en sus dolencias. Tuvo que ser internada nuevamente, pero otra infortunada situación se iba a encontrar en su tratamiento, la falta de medicamentos en los hospitales venezolanos conspiraba en contra de su salud. “No encontraba ni las pastillas para el dolor, a veces tocaba ir hasta Cúcuta para comprar medicamentos, pero la falta de dinero lo hacía más dificultoso”.

Hace un año, para esta época, la jugadora tomó la decisión de venirse a Colombia para estar cerca de sus padres y seguir con su tratamiento en nuestro país. Ya en Cali comenzó a agravarse su situación médica. Los resultados de los exámenes reflejaban que las cosas no andaban bien. “Empecé a bajar de peso, a hincharme otra vez, volvieron los dolores y ya había deficiencias en un pulmón y un riñón. Se repitieron los mismos síntomas que tuve en el año 2014”, explicó la jugadora.

Actualmente, Thelma está terminando la fase de quimioterapias para intentar contrarrestar la agresividad de la enfermedad. Estando internada hace algunos meses en el Hospital Universitario del Valle se enteró de que su problema renal había empeorado. Su enfermedad renal está en etapa 4, es decir que, si no recibe un tratamiento médico acorde, debe prepararse para iniciar diálisis y algo peor, cada vez más está cerca la urgencia de un trasplante de riñón.

Debido a que no se ha presentado una mejoría en sus niveles de creatinina, sustancia que mide la función renal, Thelma ha encontrado una nueva esperanza de luchar por su vida.

Gracias a una invitación realizada por Médicos del Mundo, una organización no gubernamental de carácter internacional que proporciona atención médica de largo plazo para poblaciones vulnerables en España y otros veinte países, ella ha sido seleccionada como candidata para seguir su tratamiento en suelo español.

“Una familiar en España acercó mi caso médico a esta organización y ellos están dispuestos a ayudarme para no tener que llegar a la etapa de diálisis. La condición es que debo presentarme en Madrid para iniciar las valoraciones”, expresó la joven, quien explicó que por su condición de ciudadana venezolana y debido al gran problema social que se vive en su país natal, ella cumple con el perfil del tipo de pacientes que se benefician de los programas que maneja la ONG.

Para aferrarse a mejorar su calidad de vida, Thelma y su familia están haciendo un llamado a la solidaridad del mundo del fútbol y de las personas de buen corazón para recoger fondos que le permitan viajar junto a un familiar a la capital española y explorar nuevas posibilidades de tratamientos.

“En estos momentos necesitamos lo de los pasajes para poder llegar a Madrid. La organización me va a dar lo demás, solo necesito poder aterrizar en España”, acotó.

Aunque su vida ha dado un giro inesperado, la mentalidad de la jugadora venezolana es vencer con todas sus fuerzas los males que la aquejan y seguir vinculada a lo que más le apasiona que es el fútbol, pero desde otra posición.

“Ser jugadora activa ya no es una opción para mí. Quisiera ser entrenadora o preparadora física, deseo capacitarme y poder transmitir mis conocimientos”, indicó.

El fútbol ha sido el motor en la vida de Thelma, lo seguirá siendo mientras tenga fuerzas para luchar. Sabe y es consciente que el riesgo de morir está latente, pero ella no se rendirá tan fácil, luchará como si estuviera en la cancha para defender con su alma una acción en contra de su equipo o para intentar conseguir un gol en el último minuto que signifique un título o una vuelta olímpica.

“Para nadie es un secreto que cuando te diagnostican con una enfermedad crónica como la que yo padezco, lo primero que uno piensa es que se va a morir. Es algo que está en mi mente desde hace un tiempo, he tratado de evadir esos pensamientos con el deporte. El fútbol siempre ha estado en mí y me da las fuerzas para seguir adelante y no pensar en la muerte”, concluyó.

Datos
Los interesados en ayudar a Thelma Montaño se pueden comunicar al móvil 3223802461 o contactarla en su cuenta de Instagram como @thelmasofiamv.


Ella vive en la capital del Valle, donde comparte una habitación junto a sus padres y su hermano menor.

Su padre se encuentra sin empleo, mientras que su progenitora lleva poco tiempo laborando como aseadora en una clínica de nuestra ciudad.

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