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Fin de la pesadilla

Colombia vivió un infierno en el Sudamericano de Perú por los malos resultados y por los continuos roces internos. Depurar la nómina, tarea del técnico Eduardo Lara de cara al Mundial.

13 de febrero de 2011 Por: Redacción de El País

Colombia vivió un infierno en el Sudamericano de Perú por los malos resultados y por los continuos roces internos. Depurar la nómina, tarea del técnico Eduardo Lara de cara al Mundial.

Lo que parecía ser una selección unida, empujando para el mismo lado y aceptando las directrices del técnico Eduardo Lara, terminó siendo un equipo dividido, poco obediente a las indicaciones del seleccionador nacional y protagonizando una desastrosa campaña en el Sudamericano Sub 20.Ya lo había denunciado el viernes el capitán del equipo nacional, Juan David Cabezas, cuando dijo que hubo problemas extradeportivos que llevaron al fracaso al equipo en Perú.“Nos da pena con la gente, pero es que se presentaron problemas fuera de la cancha que influyeron negativamente; hubo tres jugadores que no tuvieron actitud”, dijo Cabezas, sin dar más pistas.A los 15 minutos de haber dado su versión para Caracol televisión, el capitán tuvo que afrontar los airados reclamos de sus propios compañeros en una de las habitaciones del Hotel El Lago, de Arequipa.El País conoció que antes de que el técnico Eduardo Lara increpara a Cabezas, los otros jugadores le preguntaron que por qué no se incluía como responsable del fracaso si en el primer partido del Sudamericano un error suyo terminó en gol de Ecuador.Pero ese roce del viernes fue el último de una cadena de desencuentros entre los mismos futbolistas.El País indagó con allegados a la Selección y se encontró con varias situaciones que indican claramente que las cosas no marchaban bien.Otro de los incidentes se presentó el jueves en la piscina del hotel, cuando dos jugadores —Sebastián Viáfara y uno de los centrales— tuvieron que ser separados al intentar irse a las manos después de una acalorada discusión.TENSIÓN...Los malos resultados exacerbaron los ánimos al interior del equipo, deteriorando una relación que parecía sólida entre todos los jugadores.Las fuentes consultadas por El País en Arequipa dijeron que “por cuenta de la mala campaña, los jugadores se echaban la culpa entre sí, había muchos reproches entre ellos; cuando estaban en el hotel era claro que cada quien iba por su lado”.A la hora de buscar culpables de la debacle, los dedos acusadores apuntaron hacia Fabián Castillo y Edwin Cardona, a quienes señalaron de “querer jugarse partidos aparte” para lograr ser transferidos al exterior.Esa versión fue ratificada por el comentarista Javier Hernández Bonnet, quien la semana pasada, al final de uno de los partidos, dijo que accidentalmente vio el correo de un jugador (Fabián Castillo) “y había un mensaje del empresario en el que le decía que hiciera lo suyo que ya lo tenía prácticamente vendido al exterior”.En cuanto a Cardona, en los debates internos muchos de sus compañeros le cuestionaban su exagerado individualismo dentro de la cancha.También lo señalaban de contarle al técnico Eduardo Lara todo lo que los demás jugadores hacían o comentaban sobre el pésimo momento del equipo.Lo mismo sucedió con Juan David Cabezas, quien habría perdido la confianza del resto del equipo por su cercanía con el seleccionador nacional.ORDEN NO ATENDIDAUno de los temas que más mortificó al cuerpo técnico fue la filtración de llamadas a los jugadores. En los hoteles donde estuvo Colombia, en Tacna y Arequipa, la orden fue clara: prohibido pasarles llamadas a los futbolistas. Sin embargo, esa directriz no fue atendida con rigurosidad, ya que el cuerpo técnico, al consultar los diarios internacionales por internet, se encontró con varias entrevistas dadas por los juveniles, incluso algunas de ellas a medios portugueses. Pero si por ese lado hubo molestias, por el de los jugadores no cayó bien que por orden del cuerpo técnico se les haya quitado los portátiles personales, que les servía para mantener contacto con sus familiares.Esos incidentes y otros de los cuales los allegados a la Selección prefirieron no hablar, influyeron negativamente en un equipo que hizo un papelón en el Sudamericano.

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