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Crece la 'epidemia' del fútbol femenino

La ‘epidemia’ del fútbol femenino en Colombia ha registrado los índices más elevados de contagio luego de que la Selección nacional Sub 20 refrendara en el pasado Mundial de Alemania los positivos efectos del arte de patear balones. Y la Escuela Sarmiento Lora se mantiene como el principal lugar para la cura de la contagiosa ‘enfermedad’.

6 de agosto de 2010 Por: Héctor Fabio Gruesso / Redacción El País

La ‘epidemia’ del fútbol femenino en Colombia ha registrado los índices más elevados de contagio luego de que la Selección nacional Sub 20 refrendara en el pasado Mundial de Alemania los positivos efectos del arte de patear balones. Y la Escuela Sarmiento Lora se mantiene como el principal lugar para la cura de la contagiosa ‘enfermedad’.

La ‘epidemia’ del fútbol femenino en Colombia ha registrado los índices más elevados de contagio luego de que la Selección nacional Sub 20 refrendara en el pasado Mundial de Alemania los positivos efectos del arte de patear balones. Y la Escuela Sarmiento Lora se mantiene como el principal lugar para la cura de la contagiosa ‘enfermedad’. “Luego de la participación de Colombia en el Mundial han llegado más de 20 niñas a probarse y a todas les damos la oportunidad”, comenta John Ortiz, técnico de la Sarmiento Lora en las categorías femeninas.“Siga presionando y no deje espacios”, vociferó el ‘profe’ Ortiz, para comenzar a subir la temperatura del lugar.Las indicaciones del técnico sugerían que las niñas de la categoría juvenil le generaran complejidades a los rivales —equipo juvenil masculino con gran virtuosismo en el manejo del balón—. Al final, las niñas terminaron vapuleadas, pero seguramente no volverán a recibir un golpe semejante.“Los juegos con hombres de la Escuela permiten que ellas vayan asimilando las fricciones”, añade Ortiz.Y seguramente dichos choques contra el género contrario son los que han rebasado de consistencia a las jugadoras de la Sarmiento. “El jugar con los hombres me hizo ganar rapidez”, admite Carmen Rodallega, mientras que su compañera Darnelly Quintero tuvo una anecdótica experiencia para su apertura en la actividad: “Al frente de mi casa, en el barrio 7 de Agosto, había una escuela de fútbol y yo en el jardín repetía todo lo que ellos hacían, hasta que un día el técnico del equipo me dijo que entrenara con ellos”.Ambas, jugadoras del grupo élite, fueron las primeras en integrar las filas del campo formativo. “Yo crecí con la Escuela”, sostiene Quintero, al tiempo que agrega Rodallega: “Llevo 10 años en la Sarmiento. Este fue el primer club de fútbol femenino que se creó en la ciudad y fui la primera que me inscribí luego de ver un aviso que salió en el periódico El País”, dice la delantera de 27 años, fiel seguidora de Thierry Henry.Eran los tiempos en los que el América aún conservaba su grandeza y el Deportivo Cali soportaba el duelo de haber caído en la final de la Libertadores frente al Palmeiras.No obstante, el fútbol, siempre relacionado con la transpiración y los golpes, se empezó a abrir camino en la ‘Sucursal del cielo’. “La doctora María Clara Naranjo luego de ver una competencia femenina en Estados Unidos y pienso que en solidaridad con el género, decidió crear el programa en la Sarmiento (...) El único objetivo de nosotros es que las niñas se formen personal y profesionalmente”, afirma el gerente de la Sarmiento, Alberto Suárez.Con sólo estar provista de los necesarios órganos para la práctica de fútbol, una niña, adolescente o mujer puede realizar la actividad en la Sarmiento: “Nosotros no excluimos del equipo a nadie, así no tenga las suficientes condiciones técnicas. Además, cuando las niñas entran a la Escuela se les asegura contra enfermedades, golpes o fracturas, y les brindamos los recursos logísticos que exige la práctica del fútbol”, agrega Suárez. El sol continúa calentando como hoguera en el fructífero complejo, pero ninguna jugadora denota el más mínimo desgaste físico. Entre los muchos prospectos femeninos sobresale Stefanya Mosquera: “Entreno los lunes, martes, jueves, sábados y domingos con la Sarmiento, y los miércoles y viernes con la Selección Valle de fútbol sala”.Y es que es el rendimiento en el colegio lo único que podría impedir vestirse de verde y blanco en la Sarmiento: “Mantenemos muy pendientes del nivel académico de las niñas y cuando tienen dificultades entramos a intervenir a través de nuestros profesores o de elementos externos que contratamos como apoyo”, sostuvo Suárez. El bochorno que golpea la sede deportiva situada en el corregimiento de Juanchito crece como las ilusiones de las jugadores de la Sarmiento Lora. “Mi meta es llegar a jugar en Estados Unidos”, finaliza Darnelly Quintero, reflejando también el deseo de sus compañeras.

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