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Manuel Duce Marques, jefe de la subdelegación de la Cruz Roja Internacional del Comité en Valle, Cauca, Tolima, Quindío y Nariño. | Foto: Foto: Oswaldo Páez / El País

"Situación humanitaria en el sur de Colombia se agravó en 2019": Cruz Roja Internacional

Manuel Duce, jefe en el Suroccidente del país del Comité Internacional de la Cruz Roja, Cicr, habla del balance del conflicto el año pasado. En el Valle se registrarpn problemas por desplazamientos masivos.

8 de marzo de 2020 Por: Redacción de El País

El Comité Internacional de la Cruz Roja (Cicr) presentó la semana pasada su informe sobre la situación humanitaria del 2019, que no solo se ha agravado en todo el territorio nacional a raíz del conflicto armado, sino también en el suroccidente colombiano.

El confinamiento de comunidades enteras, las agresiones a la Misión Médica o el incremento de víctimas por minas antipersona son algunos de los fenómenos que más alarmaron al organismo, que ya cuenta con 51 años de su llegada a Colombia.

El País entrevistó a Manuel Duce Marques, jefe de la subdelegación del Comité en Valle, Cauca, Tolima, Quindío y Nariño. Es este último el más afectado por el desplazamiento masivo en el país, con un total de 7700 personas víctimas en 2019.

¿Cuál es el balance de las afectaciones del conflicto armado en el suroccidente colombiano a partir del informe de la Cicr?

El 2019 expone una preocupación en el deterioro humanitario en varias regiones del país en el marco del conflicto armado. A nivel nacional se documentaron un total de 987 violaciones al Derecho Internacional Humanitario, DIH, de las cuales el 77 % fueron amenazas, homicidios, uso de la violencia sexual como un arma de guerra y el reclutamiento forzado de menores. Esto también afecta a los departamentos que cubre nuestra subdelegación, en especial en el sur del Valle, todo Cauca y gran parte de Nariño.

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¿Por qué en esas tres regiones? ¿Qué es lo que está ocurriendo específicamente en ellas?

Mientras en el sur del Valle solo tuvimos problemas por desplazamiento masivo, en el Cauca presentamos esa misma situación, pero agravada por personas que fueron afectadas por artefactos explosivos, como minas antipersonal. Pero lo que más nos preocupa es Nariño, en donde tienen lugar esos tres fenómenos al mismo tiempo, de acuerdo a los datos que recogimos en terreno.

De acuerdo con el balance hecho por ustedes, ¿qué tan diferente es este nuevo conflicto al de épocas pasadas?

Desde la firma del Acuerdo de Paz con las Farc en 2016 hasta la fecha vemos un incremento continuo de fenómenos que no tenían una dimensión tan grave como antes. Por ejemplo, en 2017 hubo 57 víctimas de artefactos explosivos y minas antipersonal, lo que incrementó en un 288 % al año siguiente, con 221 casos, y en 2019 hubo un aumento del 59 %, con 352 episodios de ese tipo, de los cuales 42 provocaron la pérdida de vidas humanas.

¿Qué otros fenómenos presentaron un incremento similar en el año pasado?

Algo que nos preocupó bastante en el 2019 fueron las agresiones contra la Misión Médica, bien sea a su personal o infraestructura. Pese a que hubo una reducción que se mantuvo entre el 2016 hasta el 2018 (al pasar de 212 hechos a 101), el año pasado hubo un aumento que llegó a 218 hechos, de los cuales 36 tuvieron lugar en el Valle del Cauca, el segundo departamento más afectado en ese sentido.

¿Cómo esas agresiones terminan por enmarcarse dentro del conflicto armado?

Si a esas agresiones le sumamos la precariedad que tienen estas estructuras en zonas alejadas de la ruralidad, en donde el conflicto tiene más presencia, acaban por tener un impacto muy grande en el trabajo que realiza su personal, que es salvar vidas. Es decir, el hecho de que el 74 % de las agresiones se constituyeran en amenazas o lesiones al personal genera un golpe muy fuerte en la población, dado que en ciertas ocasiones la Misión Médica huye de la zona, en donde pudo prevenir muchas enfermedades y seguro que muchas muertes también.

El hecho de que la Misión Médica, que es imparcial, tenga que huir de una zona complicada, ¿puede hacerle intuir a uno que hay regiones que están vedadas tanto para el Estado como para ustedes?

Digamos que hay una combinación que se puede dar en ciertos sectores afectados por el conflicto y que al mismo tiempo se sienta la ausencia o la mínima presencia del Estado para ofrecer una asistencia integral a las comunidades, que es uno de nuestros llamados en el informe de este año. En nuestro caso, siempre buscamos el diálogo humanitario, bilateral y confidencial con los actores armados que hacen presencia en las zonas en donde trabajamos. En ese diálogo les recordamos a esos actores que tienen la obligación de respetar el Derecho Internacional Humanitario y dejar a la población civil por fuera del combate.

¿Pero de verdad se muestran receptivas esas organizaciones?

Ese es nuestro trabajo, mantener ese diálogo humanitario, que no es nada fácil, dado que las dinámicas de violencia son muy diferentes de una región a otra. Esto nos suele dificultar el acceso a cierta zona, dado que muchas veces los grupos están tan fragmentados que no sabemos con quién hablar. Y, por supuesto, también nos llega a dificultar un acercamiento con las víctimas del conflicto armado en un contexto tan complejo como el de Colombia.

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