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Ni Antanas Mockus, la figura más respetada dentro de la Alianza Verde, ha podido reducir las diferencias entre miembros de la colectividad. | Foto: Foto: Colprensa

COLOMBIA

¿Se marchitan las opciones de la Alianza Verde?

Según analistas, el mensaje de división que el partido le está enviando a los electores le traería graves consecuencias.

1 de agosto de 2021 Por: Redacción de El País y Colprensa

Las disímiles ramas que hace tres años lo proyectaban como un árbol de gran frondosidad en el horizonte político colombiano, hoy amenazan con deshojar al Partido Verde.

Así lo consideran varios analistas para quienes la colectividad que nació inspirada en el proyecto político de la exsenadora Ingrid Betancourt actualmente parece atrapada precisamente entre lo que para muchos era su mayor riqueza de cara al futuro: la capacidad de agrupar distintas tendencias ideológicas del centro y la izquierda.

Sin embargo, a siete meses de los comicios parlamentarios y a nueve de las presidenciales, situaciones como la que tuvo lugar durante la elección de las directivas del Senado el pasado 20 de julio, evidencian que el panorama de los verdes no está claro para el 2022.

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Como se sabe, la oposición había acordado postular al petrista Gustavo Bolívar como segundo vicepresidente de la corporación, sin embargo, lo que algunos llaman “una jugadita” de los partidos oficialistas logró desbaratar esa coalición y un miembro de los verdes, Iván Name, terminó elegido.

Entonces las diferencias entre el ala más centro de la colectividad y otra más cercana a la Colombia Humana saltaron a las redes sociales en tono de campaña campal, ahondando la brecha que ya existía y que ni siquiera Antanas Mockus, a quienes todos veneran y respetan, ha logrado amainar.

¿A qué deben los actuales desencuentros entre miembros de la Alianza Verde? ¿Qué consecuencias pueden tener para el propio partido de cara a las elecciones del próximo año?

No es un secreto que los orígenes de la colectividad están ligados a una importante presencia de exintegrantes de la Alianza Democrática M-19, tales como Antonio Navarro Wolf y Gustavo Petro, en la que predominaba una clara tendencia de izquierda, pero que con el tiempo los miembros del llamado centro fueron tomando fuerza, de la mano del propio Mockus.

No obstante, para algunos analistas las dos facciones habían logrado convivir armónicamente, al punto que en las pasadas elecciones regionales lograron a hacerse a dos de las más importantes alcaldías del país: la de Bogotá, con Claudia López, entonces gran líder del partido, y la de Cali, con Jorge Iván Ospina.

Pero para ese momento ya había un fraccionamiento que persiste: Petro tuvo su propio candidato al primer cargo de la capital del país, Holman Morris, pese a que López se apartó de su anterior fórmula presidencial (Sergio Fajardo) para apoyar al aspirante por la Colombia Humana en la segunda vuelta por la Casa de Nariño.

Y dicen los observadores políticos que los egos heridos y las posiciones radicales que estuvieron opacados por el auge de la pandemia del Covid-19 en el país florecieron en enero pasado, cuando la directiva nacional de la Alianza Verde se reunió para tomar las primeras decisiones con miras a hacerse a la Presidencia de la República.

Allí se concluyó que el partido se comprometía a participar de lleno en la Coalición de la Esperanza, el proyecto político que lideran Fajardo (ahora desde Compromiso Ciudadano), Jorge Robledo (disidente del Polo y creador de Dignidad), y Juan Fernando Cristo, Juan Manuel Galán y Humberto de la Calle, rebeldes del liberalismo.

Y allí surgió la primera consecuencia de la pelea interna de los Verdes, ya que la Coalición se vio obliga a seguir adelante en la definición de sus principios, cuyo anuncio se vio opacado por las críticas derivadas ante la ausencia de una mujer en ese ‘podio’, lugar que había estado reservado para la senadora Angélica Lozano, que hoy por hoy lidera el ala centro dentro de la Alianza.

Lo cierto es que la Esperanza ha dicho que esperará hasta noviembre, cuando se supone que el partido que hoy preside Navarro Wolf debe definir sus cartas para el 2022.

Por ahora lo que se sabe es que los aspirantes a la precandidatura presidencial por esa colectividad son los senadores Sandra Ortiz, Iván Marulanda, Jorge Londoño y Antonio Sanguino y los exgobernadores Carlos Amaya y Camilo Romero.

Pero justo este último, además del representante a la Cámara Inti Asprilla, que dicen tener la vocería de una amplia parte de las bases del partido, lideró el rechazo a la decisión tomada por las mayorías verdes en el sentido de cerrar la posibilidad de hacer una alianza con Petro.

Ello motivó a que se programara una nueva reunión en julio, esta vez liderada por el propio Mockus, para tratar de tomar una determinación definitiva consensuada sobre el mecanismo de selección del precandidato para la consulta interpartidista de marzo. Pero, tras dos intentos en los últimos viernes, parece que el objetivo sigue sin cumplirse.

El exalcalde de Bogotá insiste en que la colectividad se mantenga en la coalición de centro, mientras que la representante a la Cámara Katherine Miranda, a quien muchos ven como su sucesora en el Senado, se ha convertido en los últimos meses en una de las principales contradictoras de la Alcaldesa de Bogotá y de Angélica Lozano.

A su vez, el senador Sanguino considera necesario que los verdes se sumen al Pacto Histórico que lideran Petro, Roy Barreras y Alexánder López, y al parecer Navarro Wolf también sería de esa idea, aunque ha mostrado una postura más neutral.

Una señal equivocada

Para María Alejandra Arboleda, docente y consultora en Comunicación Política, que los miembros de la Alianza Verde no logren ponerse de acuerdo en torno a una estrategia común para las elecciones de Congreso y Presidencia tendría consecuencias “graves”, sobre todo porque esta vez las coaliciones se harán para la primera vuelta y no para la segunda.

Pero también porque ahora la colectividad “carga con las percepciones negativas de los gobernantes que están en el poder, particularmente la Alcaldesa de Bogotá y el Alcalde de Cali, quienes tienen una desfavorabilidad bastante alta, que también se traslada al Partido Verde”, agrega.

Según ella, a estas alturas las fuerzas políticas necesitan ponerse de acuerdo en lo fundamental, hacer alianzas y empezar a tener estrategias político electorales y de comunicación que permitan posicionar mensajes y persuadir al electorado, además de presentar soluciones y propuestas para los temas que están afectando a los colombianos.

“Pero cuando los partidos se enfrascan en estas discusiones, están perdiendo la oportunidad de hacer giras y convencer al electorado y, por el contrario, están mandando un mensaje perverso, de que no hay unión ni un proyecto colectivo y que el futuro del partido no está muy claro”, anota.

Y agrega Arboleda: “Es algo así como que si los actores políticos no logran ponerse de acuerdo entre ellos mismos, ¿cómo van a ser capaces de administrar, dirigir, gobernar el país?”.

De su lado, el sociólogo y docente de la Universidad del Rosario Carlos Charry anota que lo que está pasando con los verdes “es un reflejo de una tendencia histórica de la izquierda en Colombia, altamente fragmentada e ideologizada y poco pragmática a la hora de tener un proyecto político común, así mantengan sus diferencias internas, que son ideológicamente interesantes”.

En su opinión, en lugar de “capitalizar la impopularidad del actual Gobierno, la izquierda está fragmentada, y en vez de presentarle al ciudadano de a pie, indeciso, un proyecto político de mediano o largo alcance, lo que le muestra es la división, el sectarismo y la extrema ideologización”.

En ese mismo sentido, el analista Carlos Arias dice que “claramente los Verdes van a tener un cisma que va a comenzar con Inti Asprilla y va a ser en doble vía, me refiero a que Ángela Robledo va a jalonar a otro sector dentro del petrismo. Lo que deben entender, tanto petristas como miembros del Verde, es que ninguno puede ganar por sí mismo. Si dan la pelea por separado, no logran nada”.

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