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Aprender a bailar salsa es una de las razones por las que los extranjeros escogen a Cali como destino. En la Plazoleta Jairo Varela, frente al CAM, todos los viernes se están dando clases gratuitas. Allí mismo no es difícil encontrarse con visitantes escuchando y bailando este ritmo bajo las trompetas de Niche. | Foto: Foto: José Luis Guzmán | El País

GASTRONOMÍA

Por estas razones Cali es hoy la joya del turismo Suramericano

La ciudad empieza a robarse las miradas del mundo, luego de hacerse con el título de destino cultural de la región. Más allá del remoquete, ¿qué hay para comer, hacer y bailar en la Sucursal del Cielo?

21 de julio de 2019 Por: Felipe Salazar Gil - Reportero de El País

"Cali is Cali, the rest is hill”, dice Niels Nieman a través del micrófono de diadema que rodea su brillante calva, mientras señala la pared. Está, junto a otros dieciocho turistas, en la esquina de la Carrera 17 con Calle 4, detrás de la Loma de La Cruz. A su espalda, el pequeño grafiti reza en fondo negro y letras blancas una máxima del grupo Niche: Cali es Cali, lo demás es loma.

Nieman lo repite como un mantra. Como si él, un holandés que llegó a la ciudad como mochilero en el 2011, lo diera por hecho tras haber cambiado las calles de Amsterdam por la capital del Valle. “Cali is the best, the rest is garbage” -Cali es lo mejor, lo demás es basura-, les traduce a los turistas, convenciéndoles que más que un estribillo de ‘Cali Pachanguero’, esa es una verdad a voces.

Desde hace cuatro años, de martes a sábado, Nieman recorre las calles de la ciudad con grupos de extranjeros que quieren probar lo mejor de ella. Sí, probarla. Porque en este tour la ciudad se conoce comiéndosela. Un chontaduro, una empanada, un ceviche, una rellena, un envuelto de choclo, un tamal, una pitaya, un jugo de borojó.

“Una de las mejores formas de conocer una ciudad ajena es comiendo. Los extranjeros suelen pedir solo lo que conocen, no se animan a probar cosas y por eso cuando comen un envuelto o un lulo quedan maravillados, porque solo las consiguen aquí”, comenta el holandés, quien durante sus recorridos desde San Antonio hasta la galería Alameda les da a probar a los turistas más de quince comidas típicas.

Adam Millar y Nicole Louis, una joven pareja londinense que el pasado jueves se unió al tour de comida callejera, dicen que los sabores de Cali los atraparon. “El jugo de borojó me encantó porque es como un yogur que al principio sabe vinagre, pero luego se va volviendo dulce; el guarapo sabe a una sidra deliciosa y la empanada de chontaduro es seca pero la miel hace que el sabor se diluya fácil en la boca. Todos son sabores nuevos, únicos, nada comparado con lo que hay en Gran Bretaña”, dice Millar emocionado, mientras bebe un sancocho de pescado en la galería Alameda.

Precisamente esa riqueza gastronómica, explica la secretaria de Turismo de Cali, Martha Lucía Villegas, fue determinante para que la ciudad se desmarcara de otras capitales de la región y se quedara con el ‘World Travel Award’ como destino cultural de Suramérica en 2019. En el camino, Cali dejó regadas a ciudades como Bogotá, Cartagena y Medellín, por nombrar las nominadas colombianas; y a metrópolis como Buenos Aires (Argentina), Río de Janeiro y Sao Paulo (Brasil), Santiago (Chile), Montevideo (Uruguay) y Lima (Perú).

“Este es uno de los premios más peleados, todas las ciudades quieren diferenciarse por su cultura. Los turistas están buscando experiencias diferentes y Cali tiene cosas distintas para ofrecer, especialmente en la comida porque tenemos una gastronomía especial, que en los platos da cuenta de la mezcla de la herencia española, negra e indígena; aquí los productos se vuelven experiencias”, señala Villegas.

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Festivales, atractivo en ascenso

La comida es solo un pretexto más para decidirse a borondear por Cali. Aquí, la cultura está en las calles y se ve durante los doce meses del año en los doce festivales de temporada oficial, como la Feria de Cali, el Festival Mundial de Salsa, Ajazzgo, la Feria Internacional del Libro.

Pero en Cali suceden muchas cosas más. De hecho, si se suman otros tantos eventos que no están en los registros de las autoridades, como el Festival Ciudad Hip - Hop, la Feria Internacional de Títeres, el Festival Internacional de Literatura ‘Oiga, Mire, Lea’, el Festival de Rock Alternativo ‘Calibre’, entre otros, las expresiones artísticas y culturales suman más de veintisiete acontecimientos en el año.

“Esto hace que Cali no sea valorada como una ciudad monotemática, sino que tiene un conjunto de identidades culturales que tienen un diálogo y son bien recibidas por el público. Mucha de esa oferta es gratuita, se encuentra en sitios públicos y está distribuida a lo largo del año, lo que hace que cada vez más tengamos más visitantes ávidos de conocer la ciudad a través de los eventos”, señala la secretaria de Cultura, Luz Adriana Betancourt.

Esta vasta oferta, que a veces se desestima por esa pérdida de capacidad de maravillarse que tienen los caleños, no es un asunto menor puertas afuera.

Según comenta Beatriz Millán, de Ruta Sur, uno de los más de quince hostales situados en el barrio San Antonio, las habitaciones ya están copadas para la semana del 14 al 19 de agosto, días en los que el Festival Petronio Álvarez hace retumbar la marimba en toda la ciudad y el sentir Pacífico desborda los andenes.

Según datos del Sistema de información Turística Regional, en el primer semestre del 2019, el Valle del Cauca recibió un total de 100.487 visitantes extranjeros no residentes, un 9% más que durante el mismo periodo del año 2018. De estos visitantes, el 90% tuvo como destino principal Cali.

Estos visitantes extranjeros llegaron de países como Estados Unidos, Ecuador, Panamá, Perú, España y México. De ellos, el 75 % vino para realizar actividades turísticas, el 6 % llegó por negocios y 3 % arribó para participar en eventos.

Vea aquí el especial: La ruta secreta de la salsa en Cali

Una marca llamada Salsa

Asher, un joven oriundo de Tel Aviv, Israel, dice que no sabía siquiera que Cali existía cuando llegó a Colombia hace dos semanas. Apenas se enteró, por Tripadvisor, que esta es la Capital Mundial de la Salsa, no dudó en tomar un avión desde Santa Marta y pasar tres días tomando lecciones intensivas para aprender a mover los pies con cadencia, nunca más como un turista.

“Por lo visto, Cali es el sitio al que hay que venir a aprender a bailar Salsa”, dice, confiado, en medio de la pista de La Topa Tolondra, ese rumbeadero que por golpes del destino terminó convirtiéndose en el templo donde los extranjeros bailan -o intentan hacerlo- todos los días en las noches.

Porque aquí se puede bailar a diario. Desde los ‘Lunes de zapatero’ en el barrio Obrero, donde el bailarín de vieja guardia Marco Antonio Muñoz improvisa sus pasos y parece flotar en las pistas de la NellyTeka y El Chorrito Antillano; hasta los domingos de Timba y Salsa dura en Cimarrón, en el callejón del Hotel Intercontinental.

Andrea Buenaventura, directora de la Fundación Delirio, explica que el que este ritmo antillano se insertara en los estratos populares de la ciudad generó un estado de identidad que empapó el estilo mismo de bailar en los barrios, luego en las pistas de los grilles y, hoy en día, se adueña de los escenarios del mundo.

“La Salsa se convirtió en un activo turístico patrimonial de la ciudad que, junto con los espectáculos de gran formato, potencia nuestra cultura popular y la viene dando a conocer al mundo desde hace más de veinticinco años. Ese es un capital que puede consolidarse aún más para que la ciudad sea mucho más competitiva a nivel internacional”, cuenta Buenaventura, quien en la Carpa Delirio recibe cerca de 25.000 personas al año que van en busca de la experiencia salsera caleña.

De allí que en la ciudad se encuentren más de sesenta escuelas en las que se puede aprender a bailar Salsa y dos mil bailarines profesionales. Esos mismos a los que Danny Kim, un surcoreano que se quedó en la ciudad durante cuatro días, intentó cogerles el paso sin coordinar con mucho éxito y pisando un par de veces a su pareja.

Pero eso no parece importar. Es jueves en la noche y, en La Topa Tolondra, la voz de Luis Alfonso Peña, mejor conocido como ‘Moncho’ Santana, hace vibrar el sitio con el himno que combina la nostalgia y el orgullo caleño:

“A millas siento tu aroma
Cualquiera justo razona
Que Cali es Cali, señoras, señores
Lo demás es loma”.

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