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Vegetarianos, en defensa de los animales

‘Comer animales’, el polémico libro que revela el impacto sobre la salud de comer carne de animales. Los carnívoros se defienden.

6 de julio de 2011 Por: Redacción de El País

‘Comer animales’, el polémico libro que revela el impacto sobre la salud de comer carne de animales. Los carnívoros se defienden.

Cuentan que Franz Kafka al mirar las peceras iluminadas del acuario de Berlín, expresó: “Ahora al menos puedo mirarlos en paz, ya no los como”. Fue entonces que se volvió vegetariano estricto.¿Qué llevó a Kafka a renunciar a los ‘placeres de la carne’?, se pregunta Jonathan Safran Foer en su libro ‘Comer animales’. Lo responde con una frase: “la vergüenza de haber olvidado a los animales al comerlos”.Y es que al olvidarlos a ellos, dice Safran, también nos olvidamos de nuestra verdadera naturaleza animal, la cual queremos reprimir y ocultar (aunque a veces aflora al calor del endemoniado trancón citadino). El autor dice que todos deberíamos hacernos varías preguntas: ¿Qué es la carne? ¿De dónde sale? ¿Cómo se produce? ¿Cómo se trata a los animales y hasta qué punto eso importa? ¿Cuáles son los efectos económicos, sociales y ambientales de comer animales?Safran esgrime primero las razones por las cuales el ser humano no se come a sus mascotas favoritas, los perros. La única razón por la que los carnívoros selectos excluyen a los perros del menú -dice- es que son “animales de compañía”.Pero al respecto cuestiona Safran: ¿Acaso los perros no son animales de compañía en los países donde se los comen? ¿Qué pasa con la gente que no tiene perros en casa? ¿Tendríamos derecho a criticarlos si cenaran perro?Otros dicen que es legítimo comer pollo o pescado, pero no animales que tengan capacidades mentales significativas como los perros. Bien por el perro, pero dicho criterio incluiría también a pulpos (son muy inteligentes), vacas y muchas especies del mundo animal. Y excluiría a los humanos con minusvalías muy graves.Según Safran, bien cocinada la carne de perro no presenta más riesgos para nuestra salud que cualquier otra. La verdadera razón por la que no se deberían comer perros ni alguna criatura viva, es por no hacerlos sufrir innecesariamente, dice. Safran plantea: si vamos a comerlos, deberíamos matarlos de una forma rápida e indolora y propone la ‘Ley de Métodos Humanitarios para el Sacrificio’, que aún no se ha escrito. Hablemos del pollo, que tan exquisitos banquetes nos ha brindado. Anteriormente, las aves tenían una esperanza de vida de 15 a 20 años, pero el típico pollo de hoy muere aproximadamente a las seis semanas. La mitad de los pollitos nacidos en Estados Unidos (más de 250 millones al año) son destruidos. Sí, destruidos. La mayor parte de los pollitos mueren mediante un proceso de succión que los conduce a través de una serie de tubos hasta depositarlos en una placa electrificada. Algunos de ellos van a parar a enormes contenedores de plástico. Los débiles quedan aplastados al fondo, donde se ahogan lentamente. Los fuertes se ahogan lentamente en la parte superior. Otros pasan, plenamente conscientes, a maceradores y astilladores de madera para pollos, dice Safran. ¿Y cuál sería entonces la razón de Kafka para no comer peces? Que Kafka fue un visionario, predijo su fin. De cada diez atunes, tiburones u otros grandes peces depredadores que había en nuestros océanos 100 años atrás, hoy sólo queda uno. La mayoría de los científicos predice la debacle total de todas las especies de peces en menos de cincuenta años, mientras se realizan intensos esfuerzos por atrapar, matar y comer más animales marinos. Dice Safran que el hombre le ha declarado, literalmente, la guerra a las criaturas marinas. Incluso, la tecnología de guerra se ha aplicado a la pesca: radares y sonares, antes usados para localizar submarinos enemigos, así como sistemas de navegación electrónicos desarrollados por la Armada, utiliza el hombre contra los peces. Y qué decir del ganado, acorralado y sometido en las granjas industriales. Cada año -afirma el autor- hay en éstas 450.000 millones de animales. Safran las define como “sistemas de ganadería industrializada e intensiva en los cuales los animales -a menudo alojados por decenas o cientos de miles- son criados genéticamente, se encuentran restringidos en su movilidad y son alimentados a base de dietas antinaturales que incluyen fármacos como los antimicrobianos”.Según Safran, la granja industrial ignora costos como la degradación ambiental, las enfermedades humanas y el sufrimiento animal.

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