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Colombia, un pionero en ley de 'bullying' o acoso laboral

El hogar funciona como un centro de entrenamiento para ser víctima o victimario en el colegio o en el trabajo. La guerra de los roces entre parejas, el tipo de ‘bullying’ más común y fuerte, sucede delante de los hijos, que luego repiten el modelo fuera de casa.

30 de junio de 2013 Por: Alda Mera | Reportera de El País

El hogar funciona como un centro de entrenamiento para ser víctima o victimario en el colegio o en el trabajo. La guerra de los roces entre parejas, el tipo de ‘bullying’ más común y fuerte, sucede delante de los hijos, que luego repiten el modelo fuera de casa.

Beatriz Eugenia Guzmán, sicóloga clínica de la Universidad del Valle, sostiene que el bullying laboral es una problemática que ha existido por años pero que apenas la hizo visible la Ley 1010 de 2006.Colombia es de los pocos países en América Latina que tiene una legislación para denunciar el maltrato o ‘bullying’ o mobbing laboral. Sin embargo, pocas personas se atreven a hacerlo porque hay que llevar un acervo probatorio con fotos, grabaciones, mails, documentos y testimonios. “No basta decir me siento mal, sino crear todo un expediente que al final se puede volver contra el empleado sino logra demostrar lo que argumenta”, dice Beatriz, consultora de AB Consulting.El 65 % de las querellas instauradas ante el Ministerio del Trabajo, son desestimadas por “falta de pruebas”. Y el empleado se arriesga a seguir trabajando en medio de las retaliaciones del agresor, incluso, a ser despedido.Le pasó a Mauricio, un profesional en administración de empresas con especializaciones y maestrías, que sufrió acoso, maltrato y burlas de su superior. “La actitud de mi jefe era la de sabotear mis esfuerzos de una manera sutil. Decía frases como ‘creo que usted no puede con esto’, ‘hablé con el proveedor y me dijo que usted lo atendió mal’ y siempre me hacía burlas delante de mis compañeros que remataba con un “es solo una broma, no te lo tomes en serio”, recuerda.Al comienzo, él quiso hacerse el loco, pero en tres años tuvo tres incapacidades por estrés, pasó por terapia siquiátrica, hizo yoga y hasta cambió de religión, creyendo que el problema era él (la víctima casi siempre se inculpa porque su autoestima se va minando). Cuando no pudo más, llevó el caso al comité de convivencia –filtro creado por la ley para resolver estas situaciones– que falló en su contra y le propuso renunciar con una buena indemnización y seis meses de sueldo. Él sintió que se liberó y parece un final feliz, pero no es justo: se quedó sin trabajo y con su sensación de incompetencia, mientras su jefe sigue campante en el cargo.Para la sicóloga Gloria Porras, especialista en gestión humana y gerencia de la salud ocupacional, la gran mayoría de los casos de acoso o ‘bullying’ laboral están relacionados con el manejo de liderazgo: los líderes no siempre tienen formación para la orientación de personal y se tergiversa ese rol: muchos jefes creen que el mejor es el que más acosa.Pero no siempre son los jefes los que acosan a sus colaboradores. Lo hay cuando estos también sabotean los procesos de trabajo, los resultados y los informes del jefe con el fin de desquitarse de él.Le pasa a F. Martínez, jefe de producción de una planta de insumos para alimentos. El grupo de trabajadores que está a su cargo comenzó a disminuir la calidad del trabajo. Al final de cada día, la materia prima para los proveedores no es la óptima, mucha de ella se desperdicia o se pierde, hay que reprocesar el producto y los costos salen altísimos.La idea es que F. Martínez no cumpla con los estándares de calidad que su trabajo exige, que lo sancionen por los errores recurrentes y hasta lo despidan por sus malos resultados o renuncie. Esta situación configura una clara causal de entorpecimiento laboral. Sin embargo, no denuncia este complot en su contra porque no tiene certeza de quiénes promueven la acción ni tiene las pruebas.Eso le exige extremar la supervisión de la producción, con una actitud casi policiva, lo que le causa sobrecarga y estrés.Beatriz Eugenia Guzmán confirma que hay empleados expertos en montar casos para hacer ‘bullying’ a un jefe. “Son unos artistas, lloran, se quejan de que no duermen, van donde el siquiatra, andan medicados, dicen ‘cuando usted me habla no puedo pensar, me tiemblan las piernas’ y termina un jefe perjudicado porque la ley tampoco protege al líder”, sostiene.También lo vivió Adriana, una profesional que fue contratada como gestora humana en una empresa de plásticos donde nunca existió esa figura antes. Justamente, su principal labor era organizar un área de recursos humanos.Allí encontró a Milena, una especie de asistente de nómina durante 15 años, que se sintió amenazada con Adriana. Entonces empezó a obstaculizar la gestión de la nueva jefe: ocultaba información, no entregaba los formatos de descuento y así se alteraba la nómina de los empleados, validaba pedidos de dotación y los duplicaba, lo que elevaba los costos y demoraba la liquidación de la nómina. Al final, la joven profesional renunció. “Este es un terreno en el que apenas se está entrando en la madurez, en nuestro medio empresarial no hay una experticia para manejar el tema; la actitud es cómo resolvemos este caso y no cuestionar qué tenemos como empresa que hace que se presente esta situación”, dice Beatriz.“Tampoco se trata de hacer un taller y terminar todos abrazados, porque eso dura lo que dura la quincena en la cuenta. Al otro día ya están otra vez los ceños fruncidos y las expresiones de disgusto”, concluye la experta.

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