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Un exjesuíta, el médico que ha practicado más de 200 eutanasias en Colombia

El tulueño Gustavo Adolfo Quintana cuenta cómo es su labor de asistir la muerte de colombianos con enfermedades terminales.

9 de noviembre de 2014 Por: Alda Mera | Reportera de El País

El tulueño Gustavo Adolfo Quintana cuenta cómo es su labor de asistir la muerte de colombianos con enfermedades terminales.

Gustavo Alfonso Quintana Romero, médico tulueño que estudió en el Colegio Berchmans y hasta alcanzó a ser novicio jesuita, egresado de la Universidad Nacional de Bogotá, ha asistido más de 200 muertes por petición de los propios pacientes.¿Cuando empezó a ayudar a otros a morir dignamente?Cuando era estudiante de medicina tuve una pacientica de 90 años. Un día sufrió un paro cardio respiratorio y como estábamos con el profesor, me vi obligado a ponerle una inyección de adrenalina directamente en el corazón y hacerle maniobras de resucitación. La anciana sobrevivió, pero falleció dos días después. Eso me puso a reflexionar que los médicos muchas veces nos empeñamos en mantener viva la gente, sin pensar en qué calidad de vida tiene. A esa edad, su cuerpo quería terminar su existencia y de alguna manera yo me opuse a ello.¿En qué consiste su labor?Acompaño a mis pacientes a morir porque entiendo que es tan bello vivir con calidad de vida, que cuando no se tiene esa calidad de vida, cuando es indigno continuar viviendo, lo justo es concluir con esa vida. La vida no es una obligación, es un derecho que todos tenemos. Cuando un ser humano es el que dispone del derecho de su vida, tiene todo el derecho de interrumpirla.¿Y es fácil su labor?No es muy fácil. Se requiere algo de espíritu para que, como médico que me eduqué para salvar las vidas y aliviar el dolor, en algún momento entienda que voy es a aliviar el dolor de un paciente que llegó al final de su vida.¿Y cómo fue la primera vez?Después tuve pacientes muy queridos para mí, afectados por unos cánceres muy graves. A una amiga le dio un cáncer cerebral que la privó de toda posibilidad de conocimiento y a quedar reducida en una cama como si fuera un feto y llegaban unos amigos con una curiosidad morbosa a mirarla cómo había quedado.Le dije a ella, que ni siquiera podía expresar su sentimiento de no querer seguir así, que no era justo prestarla para este espectáculo. Entonces, en compañía de su hija, decidimos hacerle una eutanasia porque lo considerábamos más digno que ese espectáculo morboso.¿Y cómo llegó a hacer otras?Empecé a trabajar con pacientes domiciliarios o deshauciados hospitalizados en casa. Empecé a adentrarme en sus vidas y a entender que tenían un gran temor de morir, pero al mismo tiempo deseaban que ese sufrimiento, tanto suyo como de sus seres queridos, no tenía porqué perpetuarse. Es cuando todos dicen, ¿por qué Dios no se acuerda de mí (él-ella)? Porque todos estamos pensando que es más sano y lógico que el paciente fallezca a que permanezca vivo sufriendo. Los médicos los mandaban a casa a esperar la muerte, pero yo me dije, no voy a abandonar a mis pacientes tendrán siempre en mí, el apoyo, el afecto, la comprensión y la solidaridad el día que no quieran continuar con su vida.¿Desde cuándo hace eutanasias?Tuve oportunidad de hacer muchas eutanasias mucho antes de que fuera despenalizada en la modalidad de homicidio por piedad. Hoy puedo hablar de ello porque ya la ley me cobija a pesar de que lo hice cuando era penalizada, ya no me pueden capturar por haberlo hecho. Sí tuve que obrar en la clandestinidad, pero como eran pacientes que la misma ciencia médica estaba esperando que fallecieran, esto nunca despertó sospechas de que se les hubiera ayudado a fallecer.Si una persona que está con un cáncer terrible que ni la morfina le sirve para nada, y de pronto fallece, todos dicen, menos mal descansó, a nadie se le ocurre decir hagamos una autopsia a ver qué pasó.Entre los 200 casos atendidos, cuál le ha impactado...He tenido unos pacientes que me han enseñando tanto sobre cómo morir y cómo a pesar de tener una vida digna, una vez no la pudieron soportar tomaron su determinación de no continuar viviendo. Recuerdo mucho una paciente de solo 49 años, diabética, a quien le habían amputado sus riñones 9 años antes y llevaba 9 años asistiendo día de por medio a una diálisis.Cuando la vi, la diabetes la acababa de dejar ciega y me dijo: "Dr. yo antes podía tomar mi buseta para ir a la diálisis, ahora dependo de otra persona para ir, dentro de tres semanas me van a amputar las piernas porque las tengo en gangrena". Me pareció que tenía toda la razón y le dije: Tienes todo el derecho de no continuar con tu vida. Nos citamos para una semana después, un viernes a las 9:00 de la noche. Me pidió que esperáramos a una amiga. Luego, estuvieron a solas y al final vi que se había puesto su mejor piyama, se había maquillado muy bonita y lucía el único par de aretes de oro. “Así es como me quiero ir de mi vida”. Lógicamente me puse a llorar, al ver que una persona le da semejante importancia al momento final de su vida y me hacía el honor de acompañarla. Esa fue una enseñanza grandísima para mí, al ver que con sus mejores galas, decidía terminarla. Una vez me pude tranquilizar un poco, logré canalizar su vena y hacer su eutanasia acompañada de sus dos hijos y de su mejor amiga.¿Cómo es el proceso?Una vez la persona manifiesta su deseo, hablo con el paciente y con la familia para que respete su decisión con su vida. El procedimiento en sí, una vez tomo la vena del paciente, inyecto los medicamentos y se produce fisiológicamente la muerte. No transcurren sino entre 6 y 9 minutos. El paciente fallece sin que nadie tenga que presenciar una agonía dolorosa ni dramática, solo por la anestesia cierra sus ojos y en un sueño muy profundo, de una anestesia tipo 2, no hace ningún gesto de dolor, no exhala ningún grito, no manifiesta absolutamente nada, solo una placidez enorme porque es una forma digna e indolora de conseguir su muerte.¿Se ha arrepentido alguien?No. A veces alguien me fija una fecha, pero unos dos días antes me piden una semana más mientras ven a un hijo, un hermano, un primo, un sobrino, una persona que está lejos, pero nunca cambian su decisión. Y eso que tienen la advertencia de que aún llegado el momento para llevar a cabo la eutanasia, se arrepintieron, tienen todo el derecho de dar reversa. No tienen que someterse a un compromiso por el hecho de que han fijado una fecha conmigo para hacer la eutanasia. Si ese mismo día decidieran no hacerlo, no lo haríamos, pero nunca he tenido un paciente que llegado el momento del proceso, me diga ya no lo quiero.¿Cómo actuán las familias?Muchas veces encuentras que algunas personas de la familia que por sus creencias religiosas, se oponen. Los padres casi nunca están porque los pacientes siempre son muy ancianos, pero sí he encontrado oposición de hermanos –nunca de hijos– que no comparten la decisión de su ser querido. Pero lo que busco es que ellos entiendan que no pueden entender el dolor que el paciente tiene ni las últimas razones que tiene para tomar su decisión y que él no está decidiendo nada sobre la vida de las otras personas, sino sobre la propia. El paciente que toma la decisión de la eutanasia, no le está recomendando el medio a ninguno de los familiares. Desea que se aplique exclusivamente con su propia vida.¿Cuál ha siso su paciente más joven y el más adulto?Los mayores han sido dos de 92 años. Y el más pequeño fue un bebé de 1 año que sus padres decidieron que se le hiciera una eutanasia, porque nació con una malformación congénita y no había posibilidad alguna de que no sufriera los dolores por esa enfermedad. ¿Cuál es el perfil del eutanásico?Buena parte de mis pacientes, al menos un 60 % de ellos, tienen buena educación, sino fueron profesionales al menos fueron bachilleres que tienen su propia filosofía de su propia vida. Sin embargo, me he encontrado personas de estrato socioeconómico bajo, al menos el 50 %, pero con una gran capacidad de comprensión de lo que es el significado de su propia vida. Los pacientes depresivos, ¿pueden tomar esa decisión?Estamos un poquito lejos de determinar cuándo un paciente emocional puede convertirse en un paciente terminal, en el cual es imposible aliviarlos de la pena en que viven. Hay pacientes que nacen con una deficiencia congénita por la cual nunca logran producir serotonina, la hormona de la felicidad. Son personas que nacen tristes y se mueren tristes. A estos depresivos órgánicos, con los tratamientos de medicamentos les ayuda a conservar la serotonina que producen y logran pasar buenas partes de sus vidas. Solo he tenido dos, uno de 70 y otro de 79 años, que pasaron sus vidas tomando medicamentos y cuando decidieron acudir a la eutanasia, sus familias estuvieron de acuerdo con ellos, en que era la mejor solución que podían tomar.¿Cómo resuelven el tema religioso?Un 95 % de mis pacientes, fueron bautizados y se educaron en la religión católica. Yo estudié en Berchmans de Cali con los jesuitas y fui hasta novicio jesuita y creo que por haber intentado ser un sacerdote jesuita, tuve un buen conocimiento para esto. La religión católica tiene el sacramento de la extremaunción y en el cual un sacerdote se acerca a un moribundo para poner el alma de éste en paz con Dios y se pueda ir a disfrutar de la presencia de Dios. Entonces digo, la misma filosofía que él va a aplicar con el alma de un moribundo, el médico la podría aplicar para un cuerpo que está sufriendo se libere y vaya a Dios. Con esta reflexión, muchos de mis pacientes comprenden que Dios no puede querer el sufrimiento de un moribundo y que tener acceso a la eutanasia es una liberación.¿Qué dicen antes de morir?Dr. Ya puedes iniciar y mil gracias. Siempre agradecen que haya alguien que los acompañe en un procedimiento en el cual uno les ha garantizado que no van a tener el más mínimo padecimiento. ¿Alguna oración?Esos pacientes están es pensando que su vida tenía que tener un fin y se acercaron con todo respeto a ese fin. Es parte de la vida, todos nacemos y algún día morimos. Y la muerte no es la antítesis de la vida, sino que es un momento culminante de ella. En el judeocristianismo se debe esperar el desenlace normal de la agonía...No es pecaminoso, porque sabemos que algún la vida humana va a concluir. En mi idea de que Dios no puede querer el sufrimiento de nadie, una persona puede disponer de su vida y no tiene porqué llegar al final de su vida sufriendo. Acabo de regresar de un congreso mundial de las asociaciones proderecho a morir dignamente y una de mis ponencias fue que la ONU tomaran como un derecho humano de libertad, que diga todo ser humano tiene el más sagrado derecho a escoger su propia muerte. Allí cabemos todos: si el católico quiere esperar que su muerte se la envíe Dios, está en el derecho de esperarla. Y aquellos que creemos que nacimos para ser felices y que tenemos el derecho de morir felices, también nos cobijaría ese derecho que nos permita elegir la forma de morir, porque la elige sino respecto a su propia vida. ¿Como un estudiante y novicio jesuita termina como médico haciendo eutanasias?Mi propio maestro jesuita fue que me dijo que podía hacer mejores cosas por los seres humanos siendo jesuita seglar, ellos mismos me aconsejaron que tomara una carrera social. De todas formas me siento muy orgulloso de haber sido novicio de los jesuitas y alumno de ellos, porque todas sus enseñanzas humanísticas, filosóficas que ellos me dieron, son los principios éticos y morales en los cuales yo me baso para hacer la eutanasia que evitan que el dolor no puede primar en la vida del ser humano. Eso lo aprendí con ellos.¿Cree en Dios?Mi práctica religiosa actual es mantener la sensibilidad que me permite entender el dolor y las alegrías de los seres humanos y si dentro de eso es necesario que esté Dios, no lo veo necesario. Si existiera, pienso que no interviene jamás ni para mejorar ni para empeorar la vida del ser humano. Lo único que me atrevo a pensar es que si Él es un ser como tan perfecto, no puede desear el dolor para nosotros. ¿Pero cree o dejó de creer en Él?Para mí no es objeto de controversia, me digo que Dios mira muy misericordiosamente mi labor. Cuando me mira haciendo una eutanasia, dirá, ve alguien ayudando a un individuo a que venga a gozar de mí, pero necesariamente no interviene para nada en la vida del ser humano. ¿Ha sido sujeto de persecusión por su labor?Sí, el Procurador actual me llamó asesino. Yo no me siento asesino, me siento con mi conciencia totalmente limpia y tranquila. Yo no puedo convencer al procurador de mis tesis frente a la eutanasia, ni él me va a convencer a mí de que mi vida le pertenece a Dios. La vida en Colombia es un derecho, no es una obligación, y como tal, cada quien decide ejercerlo o declinarlo.¿En Colombia es legal hacer eutanasia?En Colombia es legal, porque sino fuera legal yo debería estar en una prisión. Pero las premisas de la Corte Constitucional son que exista un paciente terminal que tenga un dolor insoportable, que ese paciente esté consciente para que pueda expresar su deseo para que se le aplique la eutanasia y que se la aplique un médico que tenga conocimiento de un proceso indoloro para que traiga en forma adelantada la muerte y cese su dolor.¿Y cuál está penalizada?Lo que Corte Constitucional instó al Congreso a crear un reglamento, que permitiera estandarizar quienes tienen derecho a optar a eutanasia, pero los principios básicos los dejó constituidos la Corte. El doctor Benedetti ha tenido dos proyectos y no han logrado consenso en el Congreso. ¿Alguien más se entrena para esto?Yo propuse en la Universidad Nacional dar una cátedra para esbozar los aspectos emocionales, filosóficos y éticos de la eutanasia y nadie se atrevió a plantear que esto debería estar en el pénsum de una facultad. Pero el 58 % de las personas en Colombia están de acuerdo la decisión que una persona toma respecto a su propia vida y solo un 38 % lo rechaza. Esto ya dejó de ser un proceso como tal y esta decisión no tiene porqué tener un tinte religioso. Un católico tolerante puede decir, yo no lo haría, pero si otra persona lo quiere hacer, tiene el derecho a hacerlo. No pueden imponernos a todos los colombianos lo que piensa la religión católica de la vida. Que yo sepa, mi papá y mi mamá no fueron a pedirle permiso al cura ni al arzobispo ni al Papa para concebirme.¿Cuánto cobra usted por eutanasia?Los medicamentos son relativamente costosos. Pero casi la mitad de las eutanasias que he realizado, hemos conseguido los medicamentos para los pacientes que lo necesitaban. Tuve un paciente de Esclerosis Lateral Amiotrófica, ELA, que no tenía para los medicamentos y conseguimos quién nos donara y no le costó nada su eutanasia. Hay varios personas que nos hacen donaciones que nos permiten auxiliar a personas que no tienen cómo comprar los medicamentos para llevar a cabo su eutanasia. ¿No cree que puede desatar una ola de suicidios? No, no creo que los suicidios hayan aumentado por la eutanasia. Mucha gente podría pensar que soy un verdugo, por el contrario, soy un enamorado de la vida, no hay mejor oportunidad que vivir.¿Y buscaría su eutanasia?Yo mismo no me la puedo hacer, porque si me pongo el anestésico, después no me podría inyectar el segundo medicamento. Ya tengo quien me ayude, pero eso sería dentro de unos 50 años.La leySegún la abogada Piedad Bolívar,en Colombia el homicidio por piedad está tipificado como un delito en el artículo 106 del Código Penal:Dice: El que matare a otro por piedad, para poner fin a intensos sufrimientos provenientes de lesión corporal o enfermedad incurable, incurrirá en prisión de 16 a 54 meses”.Pero en 1997 la Corte Constitucional se pronunció sobre el delito del artículo 326 del Código Penal y señaló que es coherente y congruente que el homicidio por piedad sea castigado con una pena menor a la de homicidio simple, pues se actúa con base en sentimientos de compasión, solidaridad y respeto por la dignidad y no despreciando el valor de la vida o con el fin de hacer daño.

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