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Polémica por una posible embajada para el fiscal Eduardo Montealegre

Analistas aseguran que “no tiene presentación” que el fiscal tenga un papel diplomático, pero reconocen que no sería el primer caso.

8 de marzo de 2016 Por: Redacción de El País

Analistas aseguran que “no tiene presentación” que el fiscal tenga un papel diplomático, pero reconocen que no sería el primer caso.

El posible nombramiento del actual fiscal General de la Nación, Eduardo Montealegre, como embajador en Alemania tiene más puntos en contra que a favor.

Así lo consideran  analistas para quienes el que la oposición asegure que así  el presidente Juan Manuel Santos le  “devolverá favores” al funcionario no sería lo más grave.

Sin embargo, reconocen que casi que desde que se creó esa figura en la Constitución de 1991 se ha vuelto “tradicional” que, al terminar su gestión, los fiscales sean enviados a cargos diplomáticos en el exterior.

“La idea es que  requieren condiciones especiales de seguridad porque se supone que ellos han comprometido su integridad al dedicarse a perseguir el crimen y quedan muy expuestos a retaliaciones”, sostiene el politólogo Fernando Giraldo.

Pero en opinión del analista Ancizar Marroquín ese proceder era comprensible en el caso de quienes combatieron a los narcotraficantes o a la parapolítica, lo que no sucede con Montealegre. “Durante su labor él no ha enfrentado casos vitales para el país, como para justificar  que pudiera representar un grave peligro para él, ni siquiera lo de  Saludcoop”.

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Los analistas destacan igualmente que una decisión en ese sentido por parte del Mandatario --que no ha sido confirmada hasta ahora pero que se da como un hecho--  dejaría nuevamente en entredicho la carrera diplomática, pese a que Santos tiene toda la potestad legal para nombrar en ese cargo a alguien de su estructura política.

Hace algunas semanas se supo que Eduardo Montealegre tampoco seguirá vinculado  a la Universidad Externado, donde estuvo vinculado por casi 20 años.

Entonces, para Marroquín, lo censurable es que los llamados a representar a la Nación en  las embajadas no sean personas preparadas formalmente para ello. 

“Lo usual es que cada Gobierno, no solo este, nombre como embajadores en 25 o 30 países a gente  cercana a él, mientras que los que  sí tienen  los méritos para esa función no pasan de 10 países”, dice Giraldo.

En su opinión, una de las características de la política colombiana es que hay una élite que logra beneficios solo para ella. 

“Salen de un cargo para otro, y así se mantienen a lo largo de 30 años, hasta que llega una nueva generación generalmente compuesta por sus hijos, lo que impide que la diplomacia del país esté en manos de gente realmente formada para ello”, añade.

Ahora bien, con respecto a las críticas lanzadas desde el Centro Democrático por el posible nombramiento de Montealegre en Alemania, sostiene que “resulta curioso que sean los uribistas los que censuran ese hecho, cuando ese gobierno nombró a Jorge Noguera como cónsul en Milán, quien tuvo que renunciar para responder por lo sucedido durante su gestión al frente del DAS”.

A su vez, Marroquín afirma que dice mucho de la independencia del titular del ente investigador  con respecto al Gobierno  “que lo manden justo a Alemania, que es donde él quiere ir, porque se pierde más credibilidad en la justicia, sobre todo en las altas Cortes y en la  Fiscalía”.

Y agrega: “No creo que las salidas que ha tenido  Montealegre hayan sido ‘mandados’ de Santos, creo que él tiene vuelo propio para hacer lo que hace, pero esos mensajes no se deben enviar, no es presentable para la política exterior y menos cuando se trata de un país tan importante”.

Como se sabe, él hoy Fiscal General de la Nación, quien dejará su cargo el próximo 29 de marzo, ha vivido antes en Alemania, donde ha realizado posgrados en las universidades de Bonn y Erlangen.

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