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‘Me ha dicho mamá que no me quieres’

En diálogo con El País, la escritora Carmen Serrano habló de los efectos que tiene en los niños la separación de sus padres.

28 de septiembre de 2014 Por: Santiago Cruz Hoyos | Reportero de El País

En diálogo con El País, la escritora Carmen Serrano habló de los efectos que tiene en los niños la separación de sus padres.

Carmen Serrano nació en Valencia, España. Es escritora y guionista. También madre de tres hijos. En una ocasión, mientras escribía unos guiones para una campaña de educación emocional, escuchó la frase de un niño que la horrorizó: “Me ha dicho mamá que no me quieres”. En ese momento, decidió investigar sobre los problemas que enfrentan los niños de padres separados. También sobre el sufrimiento de los papás, a quienes sus parejas o la justicia les impiden ser parte de la crianza. Su investigación se convirtió en un libro. El título no podía ser otro: ‘Me ha dicho mamá que no me quieres’. El País dialogó con ella. En opinión de entidades como Padres por Siempre, en distintos países se está desconociendo a los hombres en los procesos de divorcio. ¿Cuál es su opinión sobre el tema? ¿Se están vulnerando sus derechos? La sociedad habla de derechos para adultos; derechos del padre, de la madre, cuando ese es un planteamiento egoísta, narcisista. Ante una separación, los adultos ya han ejercido sus derechos: derecho a separarse. Y con respecto a los hijos lo que tienen que seguir teniendo son obligaciones. Los hijos son los que tienen derechos. Derechos a tener a ambos padres velando para que su infancia no sea maltratada. Si dos personas han decidido tener hijos, son responsables de su educación en la más amplia extensión de la palabra. Y si uno de esos progenitores impide que el otro pueda ejercer ese derecho, que es del hijo, está maltratando esa infancia.¿ Acaso es una ‘costumbre’ de la justicia defender a la mujer en los divorcios desconociendo a los hombres?Creo que costumbre ha sido que la mujer se dedicara al cuidado de los hijos, de la familia, porque fuimos las que lo hicimos durante miles de años y los hombres los que aportaban el sustento económico, protección y demás. Las mujeres decidimos romper con esta costumbre, incorporándonos al trabajo fuera de casa, por lo tanto deberíamos de ser las primeras en asumir las consecuencias. Nosotras nos incorporamos a formar parte del sustento económico y ellos al cuidado de los hijos, de la familia. Eso es lo que pedíamos las mujeres, por lo que tanto hemos luchado. Pero muchas mujeres esto no terminan de entenderlo. Y para seguir defendiendo esa parcela que antes era solo nuestra (de las mujeres) ahora algunas pisoteamos parte de la parcela de esos hombres que han aceptado y adaptado al nuevo sistema a sus nuevas responsabilidades. Sin compartir tareas y privilegios, no puede existir la igualdad.¿Qué debe cambiar en la justicia y en la sociedad para impedir que esto siga ocurriendo?La justicia debe asumir que fuimos nosotras las que solicitamos ser tratadas como iguales en derechos, en obligaciones que los hombres. Que la justicia siga dando por hecho que ante un divorcio los hijos deben quedarse con las madres, genera que la igualdad no se entienda como tal desde la más tierna infancia. Cuando hace eso la justicia, el mensaje que les llega a esos hijos vuelve a ser el de la costumbre y no el de la realidad que estamos viviendo puesto que la mujer ahora ya sí se ha incorporado al trabajo fuera del hogar. Por lo tanto: o se entera la justicia que hay que compartirlo todo, o los niños quedarán huérfanos durante muchísimas horas al cuidado de cuidadores, abuelos y demás, pero que nunca podrán sustituir la figura paterna. ¡Nunca! Su libro centra su atención en la alienación parental. ¿Cuáles son sus consecuencias? Son terribles. Es el daño que hemos ocasionado a miles y miles de infancias por no ser conscientes del valor tan importante que tiene para los niños sus dos pilares: el padre y la madre. No disponer de uno de ellos es una carencia y esto hay que tenerlo claro. Si esa carencia no es por un accidente, sino que es por la manipulación de uno de ellos por querer borrarlo de la vida de su hijo, tiene que saber que está maltratado a ese hijo, que le priva de su derecho a tenerlo. Y tiene que saber que hará de su hijo “un pobre niño” sin autoestima, sin la certeza de ser amado por los que jamás deberían fallarnos. Cuando se es niño esto es lo más importante: saber que somos amados por ambos padres. De no ser así, tanto la infancia, cómo la vida adulta, estará llena de inseguridades, miedos, complejos.

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