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“Lo mío es conciencia de un país diverso”: periodista Holman Morris

Morris dice que en Colombia se padece un centralismo agobiante y que no renuncia a su demanda contra el Estado por la persecución del DAS. Un perseguido por su estilo de periodismo independiente.

18 de febrero de 2013 Por: Margarita Vidal Garcés | El País

Morris dice que en Colombia se padece un centralismo agobiante y que no renuncia a su demanda contra el Estado por la persecución del DAS. Un perseguido por su estilo de periodismo independiente.

El 26 de septiembre de 2007 el periodista Hollman Morris recibió un correo electrónico firmado por un presunto grupo paramilitar autodenominado “Frente Patriótico”, que le informaba ser ganador de la rifa de un ataúd, con todo y epitafio: “Por guerrillero, sapo, y apátrida”. Morris llevaba más de una década ejerciendo un periodismo vertical, de denuncia y análisis de lo que él llama la “otra” realidad del país: aquella que sólo puede descubrirse trasegando montañas, valles y selvas de nuestra inhóspita y diversa geografía, con toda su carga de belleza y drama. No era la primera vez que se veía obligado a dejar el país. En 2000, cuando trabajaba para El Espectador, su colega Jineth Bedoya, liberada después de haber sido secuestrada y violada por paramilitares, alertó que estos habían decidido asesinar a Morris y a otros colegas. El refugio fue España, donde nació Daniela, su primera hija.‘Contravía’, su programa realizado durante años contra viento y marea, ha dado cuenta de la tragedia de un país agobiado por la guerrilla, el paramilitarismo, el narcotráfico y la corrupción. Hollman Morris es un periodista singular y valiente que no comulga con ruedas de molino, no cree en la versión oficial de los hechos y opina que el periodismo de investigación no puede hacerse solamente desde los conciliábulos de las redacciones, sin adentrarse en la cruda realidad de las regiones. Pocos como él han enfrentado sin rendirse tantas estigmatizaciones, persecuciones, amenazas y críticas. Como ministro de Defensa Juan Manuel Santos lo tildó en su momento de “auxiliador de la guerrilla” y el presidente Uribe lo señaló como “cómplice del terrorismo”. Desde entonces, Hollman se propuso reivindicar su nombre y lo consiguió el pasado 9 de febrero, Día del Periodista, cuando Juan Manuel Santos reconoció su labor y lo invitó a continuarla. Aquí cuenta parte de su historia.Casi nadie quiere mandar a sus hijos al servicio militar, ¿usted por qué se alistó?Yo aprecio mucho que el hijo menor del presidente Santos esté prestando servicio militar en un país en guerra, pero no he leído un solo análisis de lo que eso significa como mensaje coherente, que no envió, por ejemplo, el hombre que más ha hablado de guerra en este país: Álvaro Uribe, cuyos hijos no prestaron servicio militar. Yo soy Tercer Contingente del 89, del Batallón Guardia Presidencial. Su carrera ha estado marcada por una clara posición de contra-poder, que le ha atraído rayos y centellas del establecimiento. ¿Lo suyo es una rebeldía profesional frente a qué?Lo mío es tener conciencia de que un país tan diverso y tan plural ha sido siempre narrado y contado desde Bogotá, porque aquí hemos padecido un centralismo agobiante, que impide que lo regional tenga peso y que el país se valore en todas sus dimensiones. He tenido en el periodismo una posibilidad de aventura constante para descubrir los entresijos no solo del poder sino de la ruralidad, de lo urbano, de lo que no está a la vista y de lo que otros no tienen mucho interés en contar. ¿Por eso lo botaron del Noticiero Criptón, qué pasó?Que el director me dijo que allí no se entrevistaban indígenas, ni desplazados, ni ese tipo de personajes. Estuve contento de irme y llegué a AM-PM, el noticiero del M-19 que dirigía Germán Castro Caycedo, quien me dio cuerda para hacer crónica por todo el país. Así fue como me empezó a doler el país y como comprobé que mucho de lo que se relataba en los medios distaba mucho de la realidad.¿Cuál fue su descubrimiento más importante?Sufríamos la arremetida paramilitar y se daba paralelamente el Proceso 8000, en el cual todo el mundo estaba engolosinado, mientras yo contaba la tragedia que iban dejando a su paso el paramilitarismo, el narcotráfico, la corrupción y la guerrilla. Descubrí a las víctimas, que nunca habían tenido visibilidad en este país. Yo no quería ser “reportero de orden público”, que es una concepción militar, sino abordar el tema de los Derechos Humanos y del conflicto, con una visión más integral. Ha tenido satisfacciones y premios, pero también sinsabores y persecuciones...Esas son lecciones que han ido madurando con el tiempo y que me han dejado no solo un conocimiento profundo del país, sino también de lo duro que puede ser ir en contravía del statu-quo. Pero también me han permitido proyectarme en otros campos. Es cierto que desde el año 2000 no han parado las amenazas contra mi vida y la de mi familia, por el simple hecho de pensar diferente y hacer visible ese otro país que es constantemente violentado. He sido perseguido, pero no voy por el mundo en calidad de víctima. He podido quedarme viviendo en los Estados Unidos, pero regresé porque creo en un proyecto de país.Usted se fue del país, por primera vez, en el año 2000, ¿qué propició esa salida?En ese año se fundo la Sección de Paz y Derechos Humanos en El Espectador, y allí viene otro choque. A la periodista Jineth Bedoya la secuestran, y cuando sale, dice: “Van a matar a Hollman y a Ignacio Gómez, reportero de El Espectador. Ignacio sale para Harvard, y yo, con mi esposa embarazada, para España donde nace mi hija. Ese mismo año salieron también Alfredo Molano, Antonio Morales y Piedad Córdoba, entre otros. A todos nos sacaron del país para poder consolidar el proyecto paramilitar que, como se supo después, se había fraguado en el Pacto de Santa Fe de Ralito y había logrado apoderarse del 35% del Congreso.El presidente Uribe lo sindicó a usted en varias oportunidades de ser auxiliador de la guerrilla. ¿Cómo vivió esos ocho años?Álvaro Uribe hizo todo lo posible por acabar conmigo a través de su policía secreta, el DAS, desde donde se nos amenazaba a mí y a mi familia. Los ataques al proyecto periodístico de ‘Contravía’ fueron permanentes y sistemáticos durante ocho años. Después vino el episodio, en 2009, cuando logré llegar al sitio donde las Farc iban a liberar a unos secuestrados, y resulta que en este país, donde los periodistas han cubierto la guerra durante toda una vida, columnistas desmemoriados empezaron a preguntarse qué hacía Hollman Morris en el sitio de la entrega. Pues periodismo.¿Desde cuándo es extraño que un periodista se las ingenie para llegar al lugar de los hechos? ¿Que hubiera llegado allá me convertía en un guerrillero? Juan Manuel Santos, entonces ministro de Defensa, dijo que yo estaba “haciéndole el juego a la guerrilla”. Uribe habló de “aliados del terrorismo”. Nunca olvidaré el relato de mi esposa describiéndome las expresiones de mis hijos llorando de miedo porque ella, como es apenas natural, se había puesto a llorar cuando vio esas declaraciones en la televisión. ¿Cómo llegó la reconciliación con Santos?Desde que el presidente Uribe me hace la sindicación, me propongo limpiar mi nombre, que es el legado para mis hijos. Me parecía importante que fuera el Presidente de la República el que tuviera ese gesto, porque fue desde la institución presidencial desde donde se me acusó. En el Foro que se celebró el Día del Periodista dije que el legado para mis hijos no puede ser el rencor, pero sí la memoria, la justicia y el rescate de mi buen nombre. Cuando terminé, el Presidente me dijo: “Hollman, usted es un gran periodista, siga haciendo buen periodismo”. Eso lo interpreto como un gesto sincero hacia esa reconciliación.¿Demandará al Estado por lo sucedido?Lo primero es la reinvidicación de mi nombre y de mi profesión, pero no voy a renunciar a la demanda que le tengo ante la Comisión de Derechos Humanos al Estado colombiano, por los hechos del DAS. ¿Cómo se siente en un puesto público, como director de Canal Capital?Yo pensé que la institucionalidad me iba a blindar, pero veo que, por otras vías, posiblemente el uribismo me quiera cobrar hoy mi denuncia constante de lo que ocurrió en ese gobierno. Temo que lo que no lograron hacer con la persecución del DAS, lo logren a través de organismos de control. No he cumplido un año al frente del Canal y ya me he encontrado con unos mecanismos de control que no controlan, sino que quieren es ver cómo lo joden a uno. Dos ejemplos: el concierto de Paul McCartney y la contratación del juez Baltasar Garzón para un programa de opinión. La Contraloría nos manda un abogado recién graduado que pregunta quién es Baltasar Garzón y después de la explicación, dice que por qué no buscamos otra “oferta” porque ahí se presenta una falla en el Régimen de Contratación...

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