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“La educación es muy importante como para dejársela a los políticos”:

Andrés Oppenheimer, editor para América Latina de The Miami Herald y analista político de CNN en Español, estuvo en Colombia explicando que el conocimiento es la clave para superar la pobreza. ¡Basta de historias!

9 de junio de 2013 Por: Olga Lucía Criollo | Reportera de El País

Andrés Oppenheimer, editor para América Latina de The Miami Herald y analista político de CNN en Español, estuvo en Colombia explicando que el conocimiento es la clave para superar la pobreza. ¡Basta de historias!

La transformación de una sociedad no se logra a través del crecimiento económico sino con una educación de calidad. De eso se convenció Andrés Oppenheimer al recorrer los gigantes asiáticos y de eso quiere convencer a todos los latinoamericanos.Así lo confesó en días pasados en Medellín, donde dejó de lado su faceta de analista político para contar los hallazgos que consignó en su libro ¡Basta de historias! e invitar a empresarios, medios de comunicación y ciudadanos a poner la educación en el primer lugar de las prioridades del país.¿Por qué la urgencia de hablar y escribir sobre educación?Porque me di cuenta de que el motivo por el que China, Singapur e India han reducido la pobreza tantísimo más que nosotros no tiene nada qué ver con la política, sino con su obsesión por la educación. Lo que hice en mi libro fue fundamentar esa idea: estamos hablando de cualquier cosa, menos de la única que sacará a nuestros países de la mediocridad en la que estamos, así que necesitamos convertir la educación en el centro de la agenda política de nuestros países.¿Por qué cree que América Latina no ha hecho ese descubrimiento?Una de las principales razones es la que le da el título a mi libro: porque vivimos mirando para atrás, vivimos en función de la historia, en vez de mirar para adelante. Además, estamos demasiado preocupados por las ideologías y, si miras cuáles son los países que más han reducido la pobreza en los últimos años son China, que es una dictadura comunista; Singapur, una dictadura de derecha; India, una democracia de izquierda, y Corea del Sur, una democracia de derecha, es decir, son países que no tienen nada en común políticamente, pero que están obsesionados con la educación y el conocimiento. ¿En qué se nota esa obsesión?En que uno va a Singapur y lo que ve en la primera plana de los periódicos es a un chico que ganó las olimpiadas internacionales de matemáticas y es tratado como un héroe nacional. Acá, en América Latina, nuestros hijos aprenden a recitar de memoria todos los nombres de nuestras selecciones de fútbol, pero no pueden mencionar un científico, entonces, tenemos que crear una cultura familiar de la educación y no esperar a que sea el Gobierno el que lo haga. ¿Qué porcentaje del PIB se debe destinar a la educación?No es una cuestión de porcentaje, sino de en qué pones ese porcentaje, porque si es alto pero se lo roban los políticos, no sirve para nada. El tema es pagarles más a los maestros, pero en función de su rendimiento en el aula. ¿Cómo impacta económicamente a un país tener una educación de calidad?En mi libro propongo que creemos un Producto Interno Educativo, porque es hora de que empecemos a medir el crecimiento económico junto al crecimiento en calidad educativa.También hay que acabar con la brecha tecnológica que separa a alumnos y profesores...Sí, hay que entrar de lleno en el tema digital, porque se viene un mundo en el que los países que viven de materias primas se van a quedar atrás porque estas cada vez valen menos, mientras que el conocimiento cada vez vale más. Pero hay que tener cuidado porque hay gobiernos que han descubierto en el internet un arma política excelente, porque quedan muy bien regalando laptos, pero eso tiene que ir acompañado de entrenamiento de profesores y de programas educativos.¿Hasta qué nivel educativo debe llegar la gratuidad?A mi juicio, la primaria tiene que ser gratuita y la secundaria, tal vez, pero en Venezuela, por ejemplo, ampliaron la cobertura a costa de un desmoronamiento absoluto de la calidad educativa y están regalando diplomas para cumplir cuotas, lo cual es una receta para la miseria absoluta, porque esos jóvenes difícilmente van a encontrar empleo después de haber aprendido recetas económicas que dejaron de existir hace un siglo. En todos los sistemas exitosos que conozco les cobran a los que pueden pagar y usan ese dinero para becar a los que no pueden pagar. Hasta China, que es comunista, cobra y mucho, a los universitarios. ¿Cómo montar a los empresarios en el tren de la educación?Creo que es fundamental repetir experiencias como las que se dieron en Brasil y México, donde movimientos ciudadanos financiados por empresarios presionaron a los gobiernos y a los sindicatos para que mejoraran la calidad educativa. Pero la presión tiene que venir desde abajo, porque, como digo en el libro, la educación es algo muy importante como para dejársela a los políticos. Ellos piensan en plazos de 4 o 6 años y para formar un buen rector o un buen maestro hacen faltan 10 o 20 años.

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