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“La corrupción tiene enferma a la sociedad”: padre Joaquín Sánchez

El padre Joaquín Sánchez, bugueño y rector de la Universidad Javeriana, sostiene que aunque se formen estudiantes con ética, el medio corrupto los transforma. Una mirada a la política, al Estado y al proceso de paz.

2 de diciembre de 2012 Por: Margarita Vidal Garcés

El padre Joaquín Sánchez, bugueño y rector de la Universidad Javeriana, sostiene que aunque se formen estudiantes con ética, el medio corrupto los transforma. Una mirada a la política, al Estado y al proceso de paz.

En un principio, lo que pesó más en la decisión de este adolescente bugueño, que había llegado a estudiar a Bucaramanga, para acercarse a la vida jesuítica, no fue tanto la llamada de la fe sino la admiración por la misión de enseñanza asumida allí por los miembros de la Compañía de Jesús, a través de la Cruzada Eucarística y la Congregación Mariana, en las que un entusiasta grupo de jóvenes recorría incansablemente los barrios más pobres de Bucaramanga. De esa labor inspiradora surgió la vocación que lo llevó después al Seminario San Pedro Claver, en Zipaquirá, luego al Noviciado en La Ceja, Antioquia, y después a Santa Rosa de Viterbo, donde completó sus estudios dentro de los estrictos parámetros que caracterizan a los hijos de San Ignacio de Loyola: sólida formación espiritual, creatividad, imaginación, reflexión, sensibilidad ética y estética, contacto con los clásicos, el arte, la filosofía, la teología y la labor social. Los estudios de Joaquín Emilio Sánchez García, a quien sus alumnos siempre llamaron familiar y cariñosamente “Joaco”, comprendieron una licenciatura en Filosofía y Letras, en Ciencias de la Educación, en Teología y una Maestría en Comunicación Social en la Universidad de Stanford. Vinculado durante 44 años a la Comunidad Jesuita, el padre Sánchez ha ocupado cargos muy importantes en la docencia universitaria y en el sector de las comunicaciones. Se posesionó como rector de la Pontificia Universidad Javeriana hace cinco años y desde entonces se ha convertido en un punto de referencia –así él lo niegue con cierta modesta coquetería- de ministros, empresarios, periodistas y candidatos de todos los matices en busca de consejo y orientación. Sobra decir que muchos de ellos han sido sus alumnos ya que -hoy, como siempre- sigue vigente la vieja frase acuñada en tiempos de Misael Pastrana Borrero: “La Javeriana al Poder”, con seis ministros javerianos en el gabinete santista. El padre Sánchez es dueño de una mente abierta que no ha vacilado en enfrentar cualquier tema por espinoso que sea, desde el celibato, el aborto, la pobreza, la educación, la pederastia de algunos miembros del clero, la política, la corrupción y la violencia, hasta la esquiva paz que hoy intenta de nuevo el gobierno nacional. Otra de sus preocupaciones mayores, como el gran maestro que ha sido, es la educación ética de profesionales que trabajen para un objetivo común que considera inaplazable: cambiar las instituciones del país para que el servicio público sirva a la comunidad y no – como sucede con odiosa frecuencia- para el lucro personal de avivatos y malandrines.Usted ha sido un hombre muy sociable y un excelente comunicador, ¿cómo se ha sentido enclaustrado en su despacho de rector?Uno aprende a disfrutar esa relativa soledad que tienen el cargo y el poder y, afortunadamente, hay muchas actividades para realizar, de manera que resulta un trabajo bastante absorbente. En la Universidad trabajan y estudian alrededor de 25.000 personas.Usted fue pionero de la Educación a Distancia con su programa de televisión, de los sábados, para capacitar profesores. ¿Cómo fue esa etapa?En la Facultad de Educación dirigía cursos de capacitación de maestros de todos los rincones del país, que hacían esfuerzos tremendos para venir a Bogotá a hacer cursillos para subir en el escalafón. Se me ocurrió hacer cursos a través de Inravisión, de manera que no tuvieran que salir de sus regiones y el programa Educadores tuvo mucho éxito. Ya en la universidad comencé con el doctor Bernardo Peña la Universidad Abierta y a Distancia y cuando terminé mi licenciatura en Educación me fui a la Universidad de Stanford durante dos años y medio. Mi trabajo de tesis fue sobre Educación a Distancia. ¿Cómo ve hoy el magisterio del país?Ha ido mejorando en cuanto a capacitación, pero el mayor problema actual es que en el país el gremio no tiene el reconocimiento social que debería, cuando esa es una categoría de ciudadano que debería no solo ser respetada por su calidad de maestro, sino tener todas las facilidades para ejercer su labor. En el país hay gente absolutamente abnegada que por vocación hace su trabajo de maestro sin contar con los recursos necesarios en las escuelas, ni un salario suficiente para vivir dignamente. Desde los años 80 cuando inicié mi trabajo constaté esa dura realidad: nuestros maestros están totalmente abandonados, descuidados y, en parte también –hay que decirlo- el problema reside en la mala formación que a su vez reciben como docentes. De allí se deriva la mala calidad de la educación que subsiste en muchos niveles. Aquí se puede decir que tenemos cobertura pero, ¿pasa lo mismo con la calidad? Yo diría que no, y esa es la tragedia que tenemos. ¿Por qué no se invierte más en educación?Porque desafortunadamente un altísimo porcentaje del presupuesto nacional tiene que invertirse en la guerra. Por otro lado, la pelea dura hoy es sobre los recursos por regalías para innovación y tecnología, que están muy centrados en las regiones. Yo estoy trabajando con las Ocads, que son las organizaciones que manejan esos fondos. ¿Funcionan bien?No es tarea fácil porque hay allí un ingrediente político muy alto. En ellas participan el gobierno a través de los ministros de Educación, Cultura, las Tics, y Colciencias, cinco universidades -dos privadas y tres públicas- y siete gobernadores. Cada uno de los tres grupos tiene un voto. Para presidir la primera reunión nombramos al gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo.¿Por qué lo escogieron?Consideramos que era el gobernador con el criterio más académico -ya que es un matemático y una persona muy bien formada- para coordinar el grupo de sus colegas. A la mesa se presentaron todos los proyectos de las regiones pertinentes, pero se rechazó un porcentaje grande porque no cumplía con los requisitos. Sin embargo, los gobernadores insistieron en que se volvieran a revisar los proyectos que habíamos rechazado después de un proceso concienzudo y larguísimo. El mismo Fajardo insistió mucho en esa revisión, que hoy se lleva a cabo. Eso me desinfló un poco de él, porque parece que le ganó la política. En esa primera discusión se le metió política al tema y los demás no pudimos derrotar a los gobernadores en ese tipo de argumentación, lo cual es lamentable.Bueno, estamos viendo unas Cortes politizadas y un escandaloso contubernio para elegirse entre sí y reelegir personajes que hacen dudosas maniobras para lograrlo... A uno le da vergüenza muchas de las cosas que pasan en este país. Desde luego que la guerrilla es un mal que nos ha hecho muchísimo daño y que mezclada con el narcotráfico nos ha llevado a extremos francamente indignantes. Pero también tenemos un mal, que aunque no se crea, es muchísimo peor que todos los demás juntos: la corrupción, porque toca a muchas personas que supuestamente deberían prestarle un servicio al país en campos como el legislativo, el ejecutivo y el judicial, donde también anida muchas veces la corrupción. Y el sector privado no se queda atrás. Piense usted lo que fue el Valle del Cauca cuando reinaban los Rodríguez Orejuela y ¿el sector privado qué hacía? Simplemente aceptar los hechos, hasta que todo terminó afectándose. De manera que, sin necesidad de moralismos, lo cierto es que mientras nosotros no logremos cambiar estas tendencias y transformar el país a través de la honestidad en el ejercicio del poder, de la política, de la justicia y de las leyes, Colombia seguirá en las mismas. Aparte de los padres, ¿no son los colegios y universidades los encargados de formar ciudadanos honestos que luego se irrigarán en todos los sectores de la sociedad?Allí hay un problema muy difícil de solventar, Margarita. Quienes trabajamos en este medio tenemos que sobrellevar una frustración: tratamos de sembrar valores de honestidad, lealtad, rigor y vocación de servicio a la comunidad, pero muchas veces vemos que cuando entran a trabajar encuentran un clima totalmente adverso al ejercicio correcto de sus funciones, que los contamina con vicios y malas prácticas. Cuando esto ocurre, es la sociedad misma la que está enferma. ¿Qué provoca tanta corrupción?El narcotráfico influyó en una forma muy decisiva porque despertó el ansia del dinero fácil. Entonces, usted puede formar a los estudiantes con todos los principios que quiera, pero el medio transforma al sujeto. Si, por el contrario, se resiste, termina arrasado, como les ha pasado a muchos profesionales que prefieren abandonar sus trabajos porque no cohonestan la vagabundería que hay en el sector público. ¿Es muy generalizada la apatía estudiantil por los temas de la política y del Estado?Hoy la universidad es apática frente a este tipo de manifestaciones. Educa e instruye a los estudiantes, pero no los motiva a tener un compromiso. Algunos son más activos, como los de la Facultad de Ciencias Políticas y los de Ciencias Sociales, pero en general los demás son indiferentes. Les falta mucho compromiso político, y yo a veces pienso que tampoco los hemos formado para la vida pública. Sueño con una cátedra de formación política muy fuerte que erradique la politiquería, y ya estamos trabajando en eso.Pasando a otro tema, ¿qué papel cree que debe tener la Iglesia en el proceso de paz?Pienso que es una responsabilidad de todos los ciudadanos y también de la Universidad. Yo le mandé una carta al presidente Santos ofreciendo esta universidad al servicio de la paz porque aquí hay investigadores, grupos de trabajo y tenemos en el padre Francisco De Roux, un importante y creíble líder social, para apoyar el proceso. Ascun también envió un comunicado a la Presidencia adhiriendo a las negociaciones y ofreciendo los servicios de todas las universidades colombianas, donde hay grupos de trabajo sobre la paz y estamos conformando grupos con Ciencia Política, Derecho, Comunicación y Sicología.¿Con qué fin?El posconflicto conllevará tratamientos muy particulares, casi de patología, tanto siquiátrica como sicológica. Allí tendremos posibilidad de trabajar. Yo veo el proceso con una esperanza muy grande y, como jesuita, con una gran mirada de fe, y creo que todos debemos acogerlo como algo posible para Colombia, entendiendo, desde luego, que el costo va a ser muy grande porque tendremos que hacer concesiones y corregir situaciones que, por acción o por omisión, estaban mal hechas. En el trasfondo del proceso de paz hay unas exigencias de una guerrilla que por supuesto está ligada al narcotráfico, a matanzas y a secuestros, pero también hay que analizar que en el fondo hay tesis importantes sobre la reforma del Estado. Tesis sobre las cuales tenemos la tentación de decir que se presentan solo para tratar de tapar todas las bellaquerías que hacen, pero debemos reflexionar sobre lo que hay de verdad en algunos de esos planteamientos. ¿Cree que se necesita un cambio de modelo?Hay que plantearse si se trata solamente del discurso demagógico de la guerrilla, o si también hay allí una realidad que nos está tocando. Aquí hay un problema no resuelto y es obvio que en el trasfondo de todo esto hay asuntos difíciles de lidiar. Quizás el gobierno estaría satisfecho con que esa parte de la agenda se dejara de lado para entrar directamente al proceso de paz y suspender la guerra, pero yo creo que los diálogos que se están llevando a cabo deben poner a pensar al Estado en la necesidad de transformarse para resolverle en mejor forma los problemas a un país con hambre, pobreza y la más alta inequidad en América Latina, mientras, paradójicamente, cuenta hoy con los mejores indicadores económicos y la expectativa de que llegue más y más inversión internacional y se logre un mejoramiento de los ingresos. ¿Cree que a pesar de todo la guerrilla conserva algún idealismo?El origen de la guerrilla tuvo unos fundamentos de orden sociológico y político. Había injusticias y reclamos, especialmente del sector campesino, que fueron desatendidos por sucesivos gobiernos y fueron la base de la subversión. Lo que pasa es que con el tiempo se han contaminado, pero creo que en el fondo todavía hay pensadores en la guerrilla cuyas reivindicaciones tienen validez hoy. A examinar eso no hay que tenerle miedo. Ellos están manejando un discurso que para algunos es esquizofrénico y para otros absurdo, por considerar que la guerrilla no tiene autoridad moral para plantear problemas de inequidad cuando sus miembros han sido unos matones, pero hay que saber hacer las distinciones pertinentes si queremos resolver el problema de la guerra en el país. ¿Piensa que hay aquí quien acepte eso?Los negociadores son conscientes de que aquí hay inequidad, injusticia, explotación ilícita de los recursos naturales, que le estamos entregando el país a las multinacionales, que la economía también está entregada a la banca internacional, etc. ¿Qué es lo que pasa? Que los que deberían estar resolviendo el problema para acabar con esas inequidades, no son capaces de tomar las decisiones convenientes, porque están amarrados. ¿Por quién? Los mismos que han mantenido esas políticas amarran a los funcionarios para evitar los cambios. A unos legisladores y a un gobierno que han sido apoyados por los grupos económicos, les queda muy difícil legislar en contra de sus patrocinadores. Esa es la realidad.

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