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"Gobiernos, a prepararse para una clase media demandante": Cecilia López

La exministra Cecilia López opina que en Colombia se deslegitimó la protesta social y que cuando surgen síntomas de inconformidad el Gobierno empieza a dar limosnas y estas paralizan los cambios.

28 de julio de 2013 Por: Margarita Vidal Garcés | El País

La exministra Cecilia López opina que en Colombia se deslegitimó la protesta social y que cuando surgen síntomas de inconformidad el Gobierno empieza a dar limosnas y estas paralizan los cambios.

Cecilia López ha sido profesora de macroeconomía y ha ocupado importantes cargos públicos en el país, entre ellos la dirección de Planeación Nacional, los Ministerios de Agricultura y de Medio Ambiente, la Dirección del ISS y un escaño en el Senado de la República. Fue también Embajadora en Holanda y asesora de bancos internacionales como el BID. Ha sido candidata a la Presidencia de la República y miembro del Liberalismo, partido al que renunció de forma total e irreversible, según dice, porque considera que se convirtió en un cascarón vacío de ideas y programas progresistas. Siempre inquieta por los problemas del país, acaba de regresar de Washington llena de ideas y propuestas. Dejó a la política y al Partido Liberal, ¿a que está dedicada?Hace un tiempo creé el Centro Internacional de Pensamiento Social y Económico, un centro virtual para hacer investigación, al cual invité a José Antonio Ocampo y a Nohra Rey. El lema es Desarrollo Compartido. Se trata de buscar modelos de desarrollo para América Latina en pro de la equidad. Tenemos un estudio sobre Economía de Cuidado, que hay que distinguir del Cuidado. El Cuidado es lo que se le ofrece a la gente que no tiene remuneración, y la Economía del Cuidado es aquel tipo de actividades que hacen fundamentalmente las mujeres y algunos hombres en el mundo, cuidando la familia, el hogar o la comunidad, sin remuneración. La que pueden hacer terceras personas. Mientras una persona no tenga autonomía económica, no tiene nada, ni puede luchar contra la violencia, ni contra la pobreza. Entonces había que medirla. El Dane está haciendo una encuesta del uso del tiempo. En Colombia hay más o menos 5.300.000 mujeres dedicadas exclusivamente al hogar y unos 200.000 hombres. ¿Y cómo se mide? Con una encuesta de uso del tiempo. El año entrante sabremos cuánto vale el trabajo de las mujeres colombianas, que puede estar alrededor del 20 a 25 % del PIB. La idea es que una vez cuantificado, sepamos dónde está, en qué consiste y cuánto representa el tipo de actividades que pueden hacer terceras personas.¿Ejemplo?Por ejemplo, yo preferiría crear un fondo con los tres billones de pesos al año que se le dan a Bienestar Familiar y abriría un concurso para hacer las guarderías de alto nivel. Eso sacaría a la mujer de los problemas, con el control de Estado. Parte se pasaría al sector privado, que algo debe asumir, y parte a los hombres. Se le quita a la mujer esa carga y ella ya puede decidir en qué ocupa su tiempo. Las mujeres pobres, que están obligadas a salir a trabajar, decidirían que sus hijos los cuidaran las guarderías, creando así la Industria del Cuidado, que es lo que yo quiero venderle a este país.¿Qué es exactamente esta industria?El cuidado no valorado, que pueden hacer terceras personas, se le quita a las mujeres y se le pasa al estado, al mercado, al sector obrero. Que las mujeres pobres puedan mandar al niño a la guardería en vez de dejarlo encerrado con una vela para que se les queme, o tener quien les cuide al papá anciano, y salir al mercado laboral. ¿Pero, no hay ya mucho desempleo?El cuidado genera demanda y se convierte en una actividad productiva. De hecho, una parte pasa al PIB. Genera demanda de empleo y como libera a la mujer, se puede hablar de equidad de género porque ellas pueden tomar la decisión de quedarse en sus casa o de ir a trabajar y de compartir las cosas. Así se desarrolla una industria que sería un nuevo modelo de desarrollo.En un segundo estudio que presentaremos el jueves ante la CAF encontramos que América Latina tiene un rezago gigantesco en infraestructura. Aquí creen que invertir en infraestructura no tiene consecuencias, pero nosotros vamos a demostrar con este modelo que la inversión en infraestructura tiene gigantescas implicaciones sobre la economía, y que si a la infraestructura se le pone el objetivo de equidad se le puede llegar a la gente pobre.¿En qué forma?Garantizando el acceso. Es el error de las privatizaciones. Le entregamos las electrificadoras al sector privado y nadie se preocupó por los pobres. ¿Qué hicieron las electrificadoras? Ofrecieron más energía, pero más cara, y no llegaron a los sitios pobres porque todo el mundo pensó solamente en el negocio y no en que podía ser una política social. Hacer política de infraestructura no es solo invertir, porque si se les va la mano y financian eso con deuda externa, le hacen un daño muy grande a las exportaciones, o se saca al sector privado. Por otra parte, puede usarse para perseguir equidad, siempre y cuando sea parte de una política social. Pasando a otro tema, el Centro de Memoria Histórica acaba de entregar el estudio sobre la violencia de los últimos 58 años, en el país para tratar de recuperar la memoria del horror que hemos vivido. ¿Cómo lo analiza?Me parece extraordinario, especialmente porque se desarrolló en un período de desprecio por la investigación. Si algo caracterizó la era Uribe, es que él decía: “¡Acción, acción, acción!”, y nada de investigación. El estudio tiene un valor enorme porque, por fin, Colombia entera va a tener que tomar conciencia y sentirse responsable de la tragedia que hemos venido arrastrando por décadas. Hemos sido un país estratificado e insolidario, con unas élites viviendo en su mundo ideal, que piensan que la guerra no ha sido su culpa, ni tiene que ver con ellas. La memoria histórica va a demostrar lo que ya veníamos comprobando: que esas élites perdieron el norte, pero que nadie es ajeno a lo que pasó. Que dejamos crecer males tremendos de la sociedad sin arrugarnos porque los muertos los pusieron otros: policías, soldados, campesinos y una sociedad ajena al conflicto, pero vulnerable, todos dentro de estratos de pobreza.¿Cree que esa conciencia producirá respuestas? Es fundamental que las produzca, porque aquí todo tiene que cambiar. Habrá que hacer una política económica y una política social distintas, los empresarios tendrán que ser distintos, y lo mismo los trabajadores. También la política. ¿Cómo ve el malestar social que se está manifestando en el país?Aparte de todos los muertos y las tragedias que ha ocasionado el conflicto, lo más grave es que en Colombia se deslegitimó la protesta social. Desde hace años, todos los que hemos hecho oposición o los que han estado en paro, hemos sido inmediatamente estigmatizados y asimilados a las Farc, y en eso este gobierno está cometiendo el mismo error de Uribe. Yo le digo al presidente Santos: ¡por Dios! Hay cosas de su gobierno que a muchos no nos gustan, pero lo estamos apoyando en la paz. No se equivoque en eso, porque es una metida de pata terrible. Es obvio que ahí hay causas objetivas, de tal manera que una vez se firme con las Farc (y casi estoy dispuesta a que se firme lo que sea), se legitime la protesta social, como está pasando en el mundo.¿Las protestas en Chile y Brasil indican que la clase media será esta vez la protagonista de las protestas?Sí, esa clase media que está surgiendo en América Latina. Se creyó que sería tan egoísta como la clase alta, y que, como se le dieron algunas cosas, no iba a hacer nada. Pero no solo está pidiendo más, sino que quiere que abarque un sector mayor de la sociedad. En Brasil no son los pobres los que van a hacer la revolución sino la clase media. Entonces los gobiernos van a tener que prepararse para una clase media demandante, y esas estructuras tan oligárquicas y clientelistas de las sociedades van a estar sometidas a un control permanente. Pero yo creo que esas situaciones que parecerían dirigirse a una explosión social, si se manejan inteligentemente podrían encauzarse de una manera positiva y productiva. Pero para eso necesitamos un cambio porque con los políticos y los partidos actuales no iremos a ninguna parte.Veo que no daría usted un peso por los partidos y políticos actuales.Así es, yo acabaría con todos los partidos y con muchos de los jefes políticos. Mire lo que pasó con Pido la Palabra: entre la suficiencia del señor Sergio Fajardo y la arrogancia y el egoísmo de Antonio Navarro, acabaron con un movimiento que hoy podría ser la respuesta. Pero me parece que lo que va a suceder es muy interesante: en el contexto mundial hay una clase media que no está peleando por la comida sino por los derechos, y que va a arrastrar a una clase pobre que por fin va a tener quien pida por ella.¿Qué le parece bien de este gobierno?Una cosa que hay que reconocerle a Santos es que puso el tema del agro en la agenda, pero pienso que cometieron el error de creer que bastaba con la Ley de Víctimas. Una ley trascendental, pero que sin una política de desarrollo rural, que no fue capaz de hacer este gobierno, no sirve.¿En qué consiste esa política?En decidir exactamente dónde van a estar los grandes empresarios, cómo se van a relacionar con los medianos, qué va a pasar con los campesinos. Para mí, allí hay una agenda implícita y creo que Carimagua sigue en la cabeza de muchos. Desde el primer día se le dijo al Ministro: si usted no tiene una política de desarrollo rural, si no dice qué va a pasar en el campo, la gente desplazada no se va a devolver. Usted le va a pagar a las víctimas, lo cual me parece muy bien, pero esa gente va a vender y va a quedar en manos de las mafias que están manejando la tierra en este país. Allí se cometió un error gravísimo y es una lástima, porque por primera vez un presidente puso el tema en la agenda.Difícil de creer eso que usted dice, en un ministro tan capaz como Juan Camilo Restrepo.¿Usted cree que saben qué hacer con once millones de campesinos que viven en el siglo XIX? ¿Qué se ha hecho en términos de bienes públicos? Nada. ¿O para mejorar la educación, absolutamente asquienta, que hay en el campo? Nada. ¿O en términos de salud? Hoy por lo menos tienen un carné, eso hay que reconocerlo, pero si los hospitales en Bogotá son un desastre, ¿se imagina lo que son los hospitales en el campo?¿Pero, no tiene el gobierno un proyecto social muy ambicioso a través del Departamento de Prosperidad Social? Cuando surgen los síntomas de inconformidad el gobierno empieza a dar limosnas, en una posición muy neo- liberal. Eso es lo peor que han podido hacer porque, entre más limosnas den, la gente más pide y las limosnas paralizan los cambios. Entonces ya todo el mundo sabe que si al gobierno lo presionan, suelta plata. Y eso puede llevar un alivio momentáneo, pero nunca habrá plata suficiente para reponer cien años de retraso. Entonces me parece que unas políticas equivocadas en materia social alborotaron el avispero y generaron expectativas, sin soluciones a la mano.

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