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“El Estado va a regular lo que ahora regulan los criminales”: Juan Manuel Galán

El senador Juan Manuel Galán, autor de la ley que avala uso de la marihuana con fines medicinales, dice que la iniciativa no abre las puertas a la legalización general.

29 de mayo de 2016 Por: Judith Gómez Colley | Editora de Poder

El senador Juan Manuel Galán, autor de la ley que avala uso de la marihuana con fines medicinales, dice que la iniciativa no abre las puertas a la legalización general.

[[nid:245315;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2013/12/juan-manuel-galan.jpg;left;{El senador liberal Juan Manuel Galán. Foto: Elpaís.com.co | Colprensa}]]El miércoles,  el Congreso de la República  dio un  paso histórico en materia de legislación al aprobar la Cámara,  en último debate, el proyecto   para el uso de la marihuana con fines medicinales y terapéuticos. Lea también: Este es el panorama legal de la marihuana en Colombia

La iniciativa, que venía siendo promovida desde hace dos años por el senador Juan Manuel Galán, regula la producción, comercialización y uso de medicamentos con cannabis, lo que permitirá que miles de personas que sufren dolores y enfermedades  como epilepsia, diabetes, esclerosis múltiple, artritis, VIH -Sida, migraña, entre otras,   tengan una esperanza de aliviar dolencias y mejorar su calidad de vida.

Pero ahora el gran reto, dice el autor de la ley, es capacitar y formar a los médicos para el uso del cannabis.

Galán sostiene, además, que con la norma no se abre la puerta a la legalización de la marihuana, pues el Estado tiene el control para regular.

Aprobada por el Congreso la ley que avala el uso medicinal del cannabis  y luego de la conciliación y la sanción presidencial,  ¿qué sigue para ponerla en práctica?

Sigue todo el proceso de reglamentación por parte del Gobierno. 

El gran reto inmediato   es  trabajar  con los médicos, capacitarlos, formarlos para que sepan  en qué circunstancias recomendar a los pacientes el uso del cannabis, para que se familiaricen con la experiencia científica que hay a disposición  y con los estudios que han surgido y puedan así aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida a miles de  pacientes en  Colombia.

¿Esa etapa de pedagogía con los médicos puede  ser muy difícil teniendo en cuenta la resistencia que el tema  puede generar?

Nosotros logramos  el acompañamiento al proyecto  de la Academia Nacional de Medicina,  facultades de medicina en el país y el Instituto Nacional de Bioética, que   son instituciones con las que se requiere trabajar de manera muy cercana para que en el proceso de formación de los médicos  este ingrediente del cannabis con fines medicinales sea incluido, que los médicos puedan considerarlo  y puedan informar a los pacientes adecuadamente sobre el  tratamiento para el dolor, el sueño,  cáncer, epilepsia, artritis  y otras enfermedades para las cuales  ya hay alguna evidencia científica de sus efectos.  Esto tiene unos desarrollos  muy amplios que apenas están comenzando.

¿Cualquier médico va a poder prescribir el uso medicinal del cannabis?

Eso dependerá de la reglamentación que expida el Ministerio de Salud, pero  hemos seguido de cerca modelos como el del estado de Colorado, en Estados Unidos, que indica que los médicos allí no prescriben  sino que recomiendan. Eso tiene una diferencia muy significativa, porque la FDA no permite la prescripción de la sustancia cannabis para tratar enfermedades, pero en la medida en que se viene  acumulando evidencia científica y estudios  sobre el uso  medicinal, eso conduce a que los médicos puedan recomendar   a pacientes, sobre todo para  el dolor, la marihuana con fines medicinales.

¿Si una persona quiere comprar productos con cannabis sin fórmula médica,  lo puede hacer libremente?

Algunos medicamentos podrán ser  de  venta libre, siempre y cuando no tengan niveles demasiado altos de  THC  (tetrahidrocannabinol), que es el elemento científico.  Con los niños hay que ser muy cuidadosos    a la hora de que estos  medicamentos puedan ser adquiridos  libremente. 

En Colorado los pacientes a los que se  recomienda que consuman cannabis reciben una tarjeta roja que los acredita como tal  y van a los  dispensarios, que son los  sitios   autorizados para comercializar el cannabis y lo adquieren en las cantidades y modalidades  que sus  médicos les ha recomendado para consumirlo.  

¿Pero estructurar todo eso en Colombia demandará muchos años?

Podemos beneficiarnos de la experiencia de Colorado, con más de 16 años. Allá tienen muchas lecciones aprendidas sobre lo que se debe hacer y lo que no; los modelos de trabajo y de formación con los médicos,  dispensarios,  cultivos,  licencias. Todo eso sirve mucho como experiencia, no se trata de copiarla, sino de  adaptarla de  alguna manera a la realidad colombiana,  para no repetir  errores.

¿Cómo se va a  conjugar esta ley  con los decretos que en diciembre emitió el Gobierno para permitir el uso de la marihuana medicinal?

Los decretos y la resolución del  Gobierno fueron expedidos con relación a la Ley 30 de 1986, al viejo Estatuto de Estupefacientes,  que tiene más de 30  años y que ya cumplió su ciclo, porque fue la primera legislación sobre narcotráfico. 

Esos decretos le asignaron la  función de regulación al Consejo de Estupefacientes, que es  una entidad con vocación consultiva, que ha sido inoperante  en estos años y que no tiene la capacidad humana, técnica y tecnológica para ejercer la  regulación del cannabis con fines terapéuticos. Lo  que hacemos en el proyecto de ley es suplir muchos vacíos del decreto.

¿Y cómo se suplen esos vacíos? 

Primero,  se brinda seguridad jurídica al marco regulatorio; segundo, esta ley   está fundamentada en el Artículo 49 de la Constitución y no en la Ley 30; en tercer lugar,  establece cobro de una tarifa y contribuciones para quienes aspiren a tener licencias de producción de semillas, de cultivar, de transformar, de  transportar, de comercializar y eventualmente, de exportar marihuana medicinal. También tiene un régimen sancionatorio de multas y pérdida de la  licencia si hay desvío  de los cultivos o de la comercialización para fines que no sean medicinales. Hay  parámetros para el consumo de menores.  Los  ministerios de Salud,  Justicia y Agricultura,   el Invima,   el  ICA,  Colciencias y  la Fuerza Pública son el andamiaje institucional  que controla, vigila, inspecciona y hace seguimiento al régimen de licencias.

¿Esos controles sí son suficientes para evitar trampas a la ley?

Hay unos mecanismos tecnológicos  para hacerles seguimiento, sobre todo, a los cultivos. Estos deben tener   cerramientos especiales y cámaras de seguridad;  tener dispositivos electrónicos   para identificar el recorrido y ubicación exacta  de cada planta, donde está, si ya fue  cosechada o no. El regulador puede acceder a esos sistemas de  video y a los  GPS, para, en tiempo real, saber qué está ocurriendo en  un cultivo, quién entra y sale, y para saber, eventualmente,  las plantas porqué están  siendo transportadas, si hay autorización para  eso o no.  De esa manera se va a controlar que no haya desvío de la sustancia hacia otras modalidades de consumo  y lo propio se hará con los dispensarios y los lugares  autorizados para comercializar y vender cannabis con fines medicinales.

Se teme que puedan proliferar  medicamentos  con cannabis sin  estándares científicos. ¿Qué dice  de eso?

Para eso  van a intervenir el Invima y Colciencias. El Invima  va a expedir los registros sanitarios y el control de calidad de las sustancias, que  debe ser muy riguroso para que el consumidor sepa, a ciencia cierta,  lo que está consumiendo  y para qué lo consume,  si es una sustancia segura, porque  hoy la regulación  la está ejerciendo es el criminal, el traficante, el jíbaro de la calle y el consumidor no sabe qué está consumiendo, de dónde  viene y qué contiene esa marihuana. Colciencias le hará seguimiento a la calidad y a la  investigación científica para que los productos sean cada vez  mejores.

En el país ya hay personas que elaboran productos  con cannabis. ¿Qué pasará con ellos?

La idea es que esta gente, si  quiere legalizarse, formalizarse y entrar en este sistema de regulación, adquiera la licencia  correspondiente, se sometan a  los requisitos para que cumplan con los  estándares y para que puedan comercializar legalmente  sus productos con los  registros sanitarios y las respectivas licencias.

Críticos creen que esta ley abre la puerta a la legalización general de la marihuana...

Lo que estamos haciendo es regular y la regulación  es algo distinto a la legalización o a la permisividad o a que quien quiera cultive, compre, venda o consuma,  lo  que hoy hacen los ilegales, los criminales  frente a todo este tipo de sustancias,  ahora es el Estado el que ejerce como regulador, establece  licencias, cobra impuestos,  hace control de calidad.  

¿Esta ley puede ayudar a cambiar la visión frente a la política de las drogas que piden algunos países?

Sí. Esto  es coherente con la línea de países como Colombia, México y Guatemala, que han  pedido a la comunidad internacional un cambio en la política de drogas, que es poner un énfasis en derechos humanos y en salud pública; es decir, que los  consumidores sean tratados no como criminales sino como pacientes con problemas de adicción, y si no tienen un consumo problemático  de sustancias tampoco deben ser objeto de acoso y de persecución de las autoridades. 

Los campesinos que cultivan  tampoco tienen porqué ser objeto de persecución sino más  bien,  de inversión social,  desarrollo alternativo, ayudarlos a asociarse y a que tengan cooperativas. Ese es el enfoque  novedoso de la política de drogas y lo que se debe hacer es concentrar  todos los esfuerzos de castigo, de persecución de Policía y Fuerza Pública en las mafias,  el narcotráfico, las estructuras criminales. Ahí  hay que poner la mano dura.

¿Qué  pensaría su padre, que tanto combatió el narcotráfico, de la ley?

Estaría muy contento, porque mi padre era un liberal a carta cabal. Su enemigo no eran las sustancias ni los consumidores. Su enemigo eran las mafias, el narcotráfico. 

Pasando al tema político, ¿sigue en pie su precandidatura presidencial?

Hoy más que nunca sigue en pie y estamos trabajando para que el Partido Liberal defina pronto que la consulta popular, realizada  el mismo día de las elecciones parlamentarias  del 2018, sea  el mecanismos democrático, pluralista, garantista que permita escoger el candidato único  a la Presidencia de  la República.

 En  sectores  de su partido, creen que usted es muy joven para ser candidato presidencial y que  no es suficiente con ser hijo de  Luis Carlos Galán... 

A nadie  lo deben discriminar por la edad ni por su condición de ser hijo de,  lo que uno tiene que demostrar son sus capacidades personales, logros, sus intenciones, preparación.  Yo lo que hecho es trabajar para que muchas de las ideas valgan para concretar en Colombia un cambio, una  transformación, una  nueva sociedad y se sintonicen en el país,  ese se mi objetivo. Curiosamente, ese era el mismo argumento que esgrimían a la hora de descalificar a  mi padre, la edad, que era  muy joven para llegar a la Presidencia de la República.

 De ser candidato presidencial le tocaría tener a su hermano en la otra orilla apoyando a Germán Vargas Lleras, si este aspira a ese mismo cargo. ¿Cómo analiza ese hecho?  Con mi hermano mantenemos unas ideas que están por encima de las aspiraciones  personales, de los partidos a los  cuales pertenecemos, porque nos corresponde defender y preservar un legado por el que se segó la vida de mi papá. Hemos trabajado en política, él en su escenario, y yo desde el mío, pero siempre unidos por ese legado que nos trazó mi padre.

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